El silencio nos perjudica
“La violencia
contra la mujer es una causa de muerte tan grave como el cáncer y de
mala salud mayor que los accidentes de tránsito y la malaria combinados”
Madrid, 26 nov. 18. AmecoPress-. La
violencia hacia las mujeres y niñas es una de las violaciones más
graves de los derechos humanos, a la par que de las más extendidas,
persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se
toma conciencia, sobre todo debido a la impunidad de los perpetradores y
al silencio, la estigmatización y la estereotipación que sufren las
víctimas. Por ello, su prevención, concienciación, actuación y denuncia
social son de vital importancia, buscando poner voz a su silencioso
sufrimiento, implicando a toda la sociedad y actuando ante las señales
de alerta. Ahora, denunciar deja de ser una opción y pasa a convertirse
en una obligación.
“Hasta que las mujeres y niñas, que constituyen la mitad de la
humanidad, vivan sin miedo, sin violencia y sin inseguridad diaria, no
podemos afirmar realmente que vivimos en un mundo justo y equitativo”.
Esta frase, pronunciada hace años por Antonio Gutiérrez, secretario
general de la ONU, es el argumento que refleja que, lograr una sociedad
igualitaria, en la que mujeres y hombres convivan en equidad, está lejos
de conseguirse, en especial si la pasividad se impone ante un problema
que nos afecta a todos.
La violencia masculina hacia las mujeres puede manifestarse de muchas
maneras. No sólo como forma física de agresión, sino también a modo de
violencia psicológica, sexual, económica, patrimonial, social o vicaria
–por la que el agresor genera daño a otra persona-, entre otras.
De hecho, en la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, se
daba respuesta a su definición exacta. Así, ésta era reconocida como
“todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la
libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida
privada”.
Por todo ello, la actuación social resulta muy significativa,
especialmente a la hora de detectar y denunciar cualquier tipo de
manifestación marcada por estos indicadores.
“No basta con la sensibilización social. Es preciso un proceso
constructor”, afirma Ángeles Álvarez Álvarez, diputada socialista,
representante en la Comisión de Igualdad del Congreso y experta en
Violencia de Género.
El no mostrarnos impunes y denunciar cualquier caso de violencia
machista es de vital –con especial redundancia- importancia, por lo que
es necesario un llamamiento a la ciudadanía y al entorno de las mujeres
que sufran violencia machista a no quedarse parados o justificar
conductas que puedan ser constitutivas de violencia de género.
Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio contra la Violencia
Doméstica y de Género, insistía en que el mensaje a trasladar a la
sociedad "tiene que ver con que, pese a todos los imponderables que
coexisten en una materia tan sensible como es la violencia de género, no
hay impunidad alguna”.
Atendiendo a dicho argumento, el Servicio de Estadística del CGPJ
apuntó un total de 42.077 denuncias interpuestas durante el último
trimestre. De entre las señaladas, 40.232 fueron consideradas mujeres
víctimas de violencia de género.
No obstante, frente a ese número, tan sólo 152 –frente a 99 del año
anterior- fueron interpuestas por familiares de la víctima, una cifra
muy reducida ante la real que constituye el número de denuncias totales.
“Las víctimas de violencia de género son merecedoras de la unidad de
todos y todas en la respuesta frente a un fenómeno que tiñe de sangre
nuestra convivencia ciudadana”, aseguraba Carmona.
Ante esta situación, cabe plantear la siguiente pregunta: ¿por qué la sociedad no actúa frente a estos hechos?
Normalmente, las causas que se argumentan suelen traducirse en miedo,
desconocimiento, o el hecho de que la víctima se niegue a declarar, lo
que hace que se abandone la intención de denuncia.
Elena Palacios, inspectora jefa de la Unidad Central de Atención a la
Familia y la Mujer de la Policía Nacional (UFAM), asegura que en la
experiencia adquirida a lo largo de su trayectoria profesional, “el
maltratador es un tío cobarde que focaliza la agresión contra la mujer
porque la considera un ser inferior, es una relación de poder. De modo
que no suele haber muchas probabilidades de que agreda al vecino que ha
avisado a la Policía”.
Además, atendiendo a la renuncia a declarar por parte de la víctima,
debemos tener en cuenta que “estamos hablando de un momento del proceso
de violencia muy complejo, en el que a la mujer le cuesta mucho tomar
esa decisión porque realmente tiene unas secuelas psicológicas muy
importantes”, asegura Pilar Pascual Pastor, coordinadora de la
Asociación Mujeres para la Salud.
Por lo tanto, aunque se den cualquiera de los casos señalados, lo
esencial de una denuncia, por muy banal que pueda parecer su resultado,
es dar a conocer el ciclo de violencia que se está dando. Ahí radica su
importancia.
La última campaña de Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad lanza un mensaje claro a la sociedad y advierte que “cuando hay
maltrato en una pareja, no son solo cosas de pareja”.
“No es cuestión de solidaridad, no denunciarlo es un delito”,
afirman. Y de hecho, así lo dice el artículo 450 del Código Penal de la
omisión de los deberes de impedir delitos o de promover su persecución,
castigado con penas de entre seis meses y dos años.
Cristina Almeida, abogada y presidenta del Club de las 25, insiste en
que “hace ya décadas que la violencia de género no es un delito a
instancias de parte, es decir, el que solo puede perseguirse cuando la
víctima denuncia, sino que se investiga de oficio”.
Por ello, la violencia hacia las mujeres se convierte en
responsabilidad de todos, pues supone un obstáculo que impide alcanzar
la igualdad y el desarrollo de la sociedad, a la par que el respeto a
sus derechos humanos.
“Existe obligación legal y moral de denunciar estos delitos, aunque
se produzcan en el ámbito de la relación de pareja. Se actúa de oficio
porque son delitos públicos, no privados ni semiprivados”, apunta
nuevamente Palacios.
A esto se unen los argumentos de Pascual Pastor, afirmando que el
problema reside en la base educativa. “Todavía, la pata de la educación
no funciona, no está. Hasta que no hagamos realmente un proceso
coeducativo desde el principio, no iremos realmente al núcleo del
problema, que es la educación de género”.
Además, la coordinadora de AMS asegura que la diferencia de justicia
entre hombres y mujeres es también una variable muy importante a tener
en cuenta.
Entonces, ¿qué puedo hacer yo si mi vecino es un maltratador?
Si estamos viendo un caso de violencia de género que se está
produciendo en ese mismo momento, lo primero que hay que hacer es llamar
al 091, que responderá a modo de emergencia.
En casos más “preventivos”, en los que sospechamos que puede darse o
se ha dado una situación violenta por parte del agresor, debemos llamar
al 016 o 112. Quien le atienda dará parte a la Policía Nacional y se
presentará en el domicilio de los malos tratos tan pronto como sea
posible.
Una vez interpuesta la denuncia, pueden darse varias situaciones que
serán clave para la consecución del caso: que la víctima niegue la
existencia de malos tratos pero se observen lesiones patentes o,
paralelamente, que lo niegue y además no se observen síntomas de
violencia.
En el primero de los casos, la policía actúa. “Lo primero que hace es
trasladarla a un centro de salud o un hospital cercano. En ese momento
ya hay un parte de lesiones que se suma al informe de atestado que
facilita la policía a la autoridad judicial”, explica la inspectora.
El segundo caso es más complicado. No existen pruebas, solo un
testimonio, por lo que esta coyuntura se torna más difícil de
solucionar. Aún así, es de gran importancia denunciar, el aviso se ha
recibido y, lamentablemente, la escena de maltrato suele volver a
repetirse, por lo que las autoridades competentes ya conocen las
premisas necesarias de actuación en caso de que se dé nuevamente esa
situación.
“La llamada o la denuncia son siempre fundamentales, incluso si la
mujer no quiere denunciar o declarar”, argumenta Ana Galdeano
Santamaría, fiscal decana de Violencia sobre la Mujer de Madrid.
“Hay que tener en cuenta que pueden existir otras pruebas. En los
juicios por violencia de género es muy importante conocer el contexto
familiar de la víctima. Por eso, aunque ella no quiera colaborar, las
denuncias de su entorno familiar, laboral, sanitario, etc. podrían
permitir, al menos, investigar”, insiste.
De hecho, son muchas las situaciones envueltas en la segunda de las
opciones. “La mujer en esos casos no decide por sí misma, está
cosificada. No es que mienta, es que no sabe cómo salir de la situación
en la que se encuentra”.
A pesar de todo eso, “cada vez más son los vecinos los que llaman al
091”, reconoce Palacios. “Las llamadas han aumentado mucho en estos
años. Se ha hecho un gran trabajo en materia de concienciación”.
Datos relevantes relativos a la violencia masculina hacia las mujeres
Atendiendo a los datos ofrecidos por la ONU, las cifras reflejan la
gravedad de la situación y ponen de manifiesto la necesidad de una
actuación preventiva y resolutiva adecuada que termine por erradicarla
por completo.
Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia sexual o física, principalmente por parte de un compañero sentimental.
Solo
el 52% de las mujeres casadas o que viven en pareja decide libremente
sobre las relaciones sexuales, el uso de anticonceptivos y su salud
sexual.
Casi
750 millones de mujeres y niñas que viven hoy en día se casaron antes
de cumplir los 18 años, mientras que al menos 200 millones de ellas se
han visto sometidas a la mutilación genital femenina.
En
todo el planeta, en 2012, en uno de cada dos casos de mujeres
asesinadas, el autor se correspondía con su compañero sentimental o un
miembro de su familia.
El
71% de las víctimas de trata en todo el mundo son mujeres y niñas y 3
de cada 4 de ellas son utilizadas para la explotación sexual.
La
violencia contra la mujer es una causa de muerte e incapacidad entre
las mujeres en edad reproductiva tan grave como el cáncer y es causa de
mala salud mayor que los accidentes de tránsito y la malaria combinados.
Si a estos datos sumamos los recogidos por el Observatorio contra la
Violencia Doméstica y de Género, el número de mujeres asesinadas a causa
de violencia machista suma un total de 973 desde el 1 de enero de 2003
hasta septiembre de 2018 en España, de entre las cuales 45 sucedieron
este último año.
Y si a estas cifras añadimos también la atención de menores víctimas
mortales, se registran 27 asesinatos más, un dato que evidencia el largo
camino que queda por recorrer para la eliminación plena de esta
situación, siendo obvia la urgente acción social que se precisa.
Más opciones de colaboración
Asociaciones de mujeres:
Además de acudir a las fuerzas de seguridad, existen otras opciones compatibles a la lucha contra la violencia de género.
Una de esas soluciones reside en el papel de las asociaciones de
mujeres, que cuentan con cursos, talleres, formación y asistencia
psicológica -entre otras actividades preventivas- para abordar el
problema desde una perspectiva más profesional y formada.
La Asociación de Mujeres para la Salud es una de ellas. Su función
reside en actuar como centro terapéutico, un espacio de salud para las
mujeres dispuesto a realizar actividades relacionadas con la
sensibilización, divulgación y formación de todo aquello que envuelva la
erradicación de este tipo de agresiones.
Con ello, sus objetivos van dirigidos, fundamentalmente, al
empoderamiento de las mujeres y el fomento de su autonomía, así como a
la salud mental e integral de las mujeres a través de sesiones
individuales y de grupo.
“Estamos en una sociedad en la que la violencia es estructural, todos
estamos implicados en este gravísimo problema de salud pública de
violencia contra las mujeres”, asegura su coordinadora, Pilar Pascual.
Por ello, cuentan con un espacio de salud abierto a mujeres víctimas
de agresiones machistas. “Nuestra terapia es la psicoterapia feminista,
intentamos que sea la mujer la que llame directamente, se informe y sepa
exactamente quiénes somos y qué le ofrecemos. A partir de ahí
fomentamos el empoderamiento de la mujer, que sepa lo que necesita, lo
que quiere, y sea capaz de pedir ella misma la ayuda”, continúa.
En la asociación trabajan también la psicología de género, es decir,
todos los malestares o conflictos que puedan tener las mujeres a lo
largo de su vida a causa de la educación de género recibida.
“La mayoría de las mujeres que acuden a nosotras no saben que están
sufriendo violencia por parte de la pareja, porque se trata de un
proceso que empieza muy lentamente y que la mujer va naturalizando y
normalizando”, explican desde la asociación.
Por ello, es de gran trascendencia atender a todos aquellos rasgos
que puedan destapar síntomas de violencia machista, pues muchas veces la
propia víctima tarda en reaccionar ante la agresión.
No obstante, Pilar Pascual subraya un aspecto positivo. “Las mujeres
cada vez nos estamos metiendo en más espacios de autonomía, nos hemos
puesto las gafas moradas y nos damos cuenta de las desigualdades y las
vamos enfrentando”.
Además, también afirma que cada vez son más las mujeres jóvenes que
acuden en busca de ayuda a estos centros y asociaciones, lo que invita a
pensar que somos progresivamente más conscientes y menos tolerantes. No
obstante, queda un largo camino por recorrer. Esto es solo el
principio.
Junto a esto, Pascual ofrece también una serie de consejos que
orienten a tratar con una mujer maltratada que se niegue a denunciar o a
pedir ayuda. “Lo que estamos viendo son las secuelas, no a una persona
en su sano juicio”.
“Lo más importante es que ella no pierda la confianza con la persona
con la que se desahoga, que no se sienta rechazada ni juzgada. Llevarle
indirectamente folletos o hablarle de estos centros es buena opción,
pero, sobre todo, es necesario que ella piense que la entiendes sin
juzgarla”, afirma.
Sin embargo, advierte de que la base del problema se encuentra en la
educación de género, orientar sobre este tema desde infantil para evitar
una cultura machista, patriarcal y violenta hacia las mujeres.
“Las niñas tenemos que aprender que nos tenemos que proteger de los
hombres porque suelen ser ellos los que ejercen violencia hacia
nosotras. Esto hace que tengamos miedo al espacio público. Tiene que
cambiar”.
Por todo ello, tenemos que implicarnos más socialmente. “La pasividad
se produce por miedo a la reacción del agresor. Quitar esos miedos y
explicar que no pasa nada es esencial. Puede haber un riesgo, pero como
en todo. No podemos quedarnos impasibles ante la violencia”.
Comisión para la investigación de Malos Tratos a Mujeres:
Esta organización, fundada en 1977 como fruto de la experiencia de
mujeres profesionales, psicólogas, trabajadoras sociales, médicas,
sociólogas y abogadas, entra en contacto con mujeres maltratadas
constatando que ésta problemática “tenía grandes dimensiones y unas
características de invisibilidad y de tolerancia social que hacían muy
difícil su solución”.
Por ello, desde su nacimiento hasta la actualidad, van combatiendo la
violencia machista fomentando el apoyo a las víctimas y ofreciendo
distintos métodos de colaboración social.
Su Programa Fortaleza, destinado a la erradicación de la violencia de
género, ofrece prevención, protección, seguridad, información y
valoración en cada caso tanto a las mujeres y menores como a
profesionales, familiares, amigos y amigas –a la sociedad en general-
mediante un conjunto coordinado de actividades llevadas a cabo por
profesionales de distintas materias con experiencia acreditada.
“Nuestro programa responde a un modelo de trabajo y actuación
integral que sigue las pautas recomendadas en la Conferencia Mundial de
la Mujer de Beijin, 1995, para los programas de prevención e
intervención con mujeres maltratadas.
Desarrollado en todo el Estado, su objetivo se focaliza en procurar
la información, asesoramiento e intervención necesarios para dotar a las
víctimas de conocimientos suficientes que le permitan afrontar la
situación, así como la erradicación de conductas impunes y la
intervención con mujeres en vulnerabilidad para lograr su empoderamiento
y dotarlas de autoestima y de herramientas que les ayuden a superar el
proceso de cronificación y maltrato.
“Plantear un modelo igualitario de relaciones entre hombres y mujeres
en la sociedad” es su meta, aseguran desde la organización.
En su programa de atención a la mujer,
cuentan con distintos apartados de protección jurídica, acompañamiento
psicológico y grupos, atención social, apoyo a menores, orientación
socio-laboral y agresiones en espacios de ocio, con motivo de alimentar
la inclusión social de las mujeres víctimas y fomentar su
empoderamiento.
Además, dirigiéndose desde esta perspectiva hacia la actuación
social, cuentan también con programas en los que brindan información
sobre cómo derivar a una mujer a la comisión y dónde acudir.
Web de Recursos de Apoyo y Prevención ante Casos de Violencia de Género:
permite a la ciudadanía la localización de las distintas opciones de
prevención y protección que las administraciones públicas,
organizaciones de mujeres, asociaciones específicas y demás entidades
sociales ponen a disposición pública mediante consultas sobre mapas
activos o según ámbito geográfico y tipo de recurso.
Foto: Archivo AmecoPress.
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