Fracasó el proyecto de destrucción institucional del Estado mexicano. Los neoliberales jamás buscaron
modernizara México. Sus discursos hipócritas en favor de la
libertadde mercado, el fortalecimiento institucional y la pluralidad política, solamente sirvieron para esconder lo que en realidad era un vergonzoso proceso de saqueo, robo, represión y censura.
Sus
reformas estructuralesdesmantelaron la economía nacional y su
democraciase basó en la exclusión de la participación popular.
Susinstituciones servían para facilitar la corrupción, los fraudes electorales, la violencia y la pobreza.
La larga noche neoliberal transfirió el poder del Estado y las
riquezas de la nación a los oligarcas, los narcotraficantes y los
mercados financieros internacionales. Pero no les alcanzó el tiempo para
arrancar de raíz las grandes conquistas de la tercera transformación.
La lucha democrática del pueblo que generó la primera constitución
social en el mundo y que rindió enormes frutos durante la época del
sexenio del general Lázaro Cárdenas del Río sigue hoy más viva que nunca
en la cultura política de los mexicanos, así como incrustado con letras
de oro en el marco jurídico nacional.
La cuarta transformación implica, desde luego, una recuperación de
las luchas de la Revolución mexicana. Francisco I. Madero, Emiliano
Zapata, Venustiano Carranza y Pancho Villa todos estarían muy contentos
con la investidura de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la
República este primero de diciembre. Aplauden desde sus tumbas y
levantan sus miradas con alegría hacia un nuevo horizonte.
Pero hoy tenemos la oportunidad de incluso superar las grandes
conquistas de la primera revolución social en el mundo del siglo XIX. En
1910, México solamente tenía 15 millones de habitantes. Hoy hay más de
123 millones de mexicanos. En 1910, el producto interno bruto, medido en
términos
absolutos, alcanzaba 500 mil millones de pesos, mientras ahora suma 18.5 billones de pesos. En 1910, solamente 28 por ciento de la población sabía leer y escribir. Pero hoy 96 por ciento de la población tiene la capacidad de gozar de un buen libro y plasmar sus pensamientos y emociones en una hoja de papel.
Asimismo, conquistar el poder por la vía pacífica tiene la enorme
ventaja de poder empezar a trabajar desde el primer día del nuevo
régimen para resolver los grandes problemas nacionales. Tuvieron que
pasar 24 años de violencia, de destrucción y de guerra civil entre el
inicio de la Revolución Mexicana, en 1910, y el principio del sexenio
del general Cárdenas, en 1934, para que los anhelos de democracia y
justicia del pueblo mexicano empezaran a materializarse.
López Obrador también recibe un país en llamas y casi en bancarrota.
Hubo 15 asesinatos durante el primer día de su gestión. Y se deben pagar
más de 800 mil millones de pesos durante 2019 simplemente en materia de
servicio financiero de la deuda pública.
Sin embargo, el nuevo Presidente de la República inicia con el pie
derecho uniendo todos los sectores de la sociedad, hasta los grandes
empresarios, los dominantes consorcios mediáticos y los militares. Y
también cuenta con una enorme legitimidad y respaldo populares sin
precedente en la historia reciente de México.
Es probable que algunos de los más retrógrados integrantes del viejo
régimen hoy sueñen con un nuevo Victoriano Huerta que pudiera acabar de
tajo con la esperanza del pueblo mexicano. Y es evidente que existen
enormes intereses nacionales e internacionales que desde hoy le apuestan
al fracaso de la cuarta transformación.
Pero estos actores también saben que al final de cuentas hasta a
ellos les conviene que le vaya bien al nuevo Presidente. Si fracasa
López Obrador lo que sigue sería un Jair Bolsonaro o un Donald Trump
mexicano, un escenario que pondría en grave peligro el bienestar y los
derechos humanos de todos los mexicanos.
El éxito de la gestión de López Obrador no está de ninguna manera
garantizada. La historia es muy compleja y suele dar vueltas
inesperadas. Sin embargo, la coyuntura actual nos dice que es
perfectamente factible cumplir con el deseo de López Obrador de unir en
un solo acto la lucha democrática de Madero y la transformación social
de Cárdenas.
Con la activa participación de la sociedad y la lealtad democrática y
nacional del viejo régimen, no será necesario esperar 24, o siquiera
10, años antes de ver los frutos de nuestras luchas. En apenas seis años
podremos transformar de raíz a los sistemas políticos, sociales y
económicos de México para generar las bases para la consolidación de un
nuevo país participativo, verdaderamente institucional, justo y
solidario.
Participemos todos y todas, desde cada rincón de la República y en
cada espacio de nuestras vidas para hacer realidad este gran anhelo del
pueblo mexicano. Tantos años de lucha han valido la pena. México y todos
los mexicanos merecemos un futuro mejor.
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