Feminismo & Resistencia
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Porque como dijo Franca Radame: "Las hogueras todavía existen, y yo antes o después puedo acabar dentro" |
Irrefutablemente la historia nos demuestra que son mujeres las que
han sido criminalizadas, perseguidas, estigmatizadas y asesinadas por
razones de género como fondo, anclados en una misoginia rapaz, aún en
aquellos siglos y épocas en los que ni feminismo ni teorías de género
había para analizar esta situación como tal.
Dicho de esta manera, centrémonos en las brujas, que no eran otra
cosa que mujeres con amplios conocimientos de astronomía, matemáticas,
medicina, filosofía, espiritualidad, entre otras cosas; eran
principalmente mujeres reconciliadas y conocedoras con su cuerpo y todo
lo que ocurría allí: menstruación, embarazos, abortos, lactancia,
infección, etcétera; conocedoras también de su propia sexualidad y
placer… mujeres con una amplia autonomía y determinación.
Y bueno, con todo esto, lógicamente eran mujeres que escapaban al
control y normas sociales, sobre todo de la moral en turno y de la
iglesia, por ello mismo se les cazaba, como seguramente hemos visto,
leído o escuchado en algún cuento, una película o algún libro.
La especulación y difusión de que hablaban con el diablo y le
servían, hacían el mal, eran sucias, oscuras, feas, monstruas, y
deseaban acabar con la vida, atentando el orden, la paz y belleza del
mundo, fue una excusa perfecta desde las religiones para esta caza y sus
asesinatos.
Por ello en este texto voy a comentar un poco sobre la bruja como
figura feminista de resistencia social en las luchas y movimientos
políticos, y en específico en las luchas feministas. ¿Por qué? Porque
soy feminista. Pero porque más allá de eso, es aquí, en las luchas de
las mujeres, y las luchas con enfoque de género, donde más actual y
presente se encuentra hoy día esta figura de resistencia.
Desde la intercontinental frase: “Somos las nietas de las brujas que
no pudiste quemar”, millones de mujeres y otras corporalidades con
expresiones de género no hegemónicas, de distintas identidades sexuales,
han expresado en la calle, en sus vidas, desde su cuerpo, su repudio a
todo un sistema heteropatriarcal y capitalista, que no sólo les ha
impuesto un mandato heterosexual de cómo deben comportarse, qué deben
sentir, cómo deben ser y cómo deben actuar, y hasta cómo deben verse, en
este mundo.
Esto es, diversas imposiciones y mecanismos de control, que pretenden
sujetarles social y simbólicamente para cumplir determinados roles
durante sus vidas: ser las reproductoras de vida a través de
maternidades, ser las educadoras de familia, ser las cuidadoras de todos
excepto de ellas, ser las pulcras, las buenas, las dulces, las
frágiles, las delicadas, las femeninas, las que “calladitas se ven mas
bonitas”, las que sueñen con el gran hombre, fuerte y responsable “que
las proteja”, porque evidentemente se asume que son tontas, hormonales,
inseguras, y que solas no son nada, no valen mucho y no van a poder
hacer algo… Cuando en realidad no son tontas, ni hormonales, ni
frágiles, ni ningunos de estos enfermos estereotipos de género que
repercuten en muchísimos casos y tipos de violencias a diario, minuto a
minuto, en el mundo.
Las mujeres son, fíjense… entre otras cosas, las que sostienen la
economía global con el trabajo del hogar, el trabajo sexual y el trabajo
de cuidado, crianza o maternidad (en el espacio privado) sin recibir
por esto una remuneración económica, obviamente porque se les ha mentido
y hecho creer que ese es su papel, su deber, lo normal, lo lógico, el
“quehacer” le llaman, “hacer la comida”, le dicen, cuando en realidad
ese trabajo del hogar es el primer eslabón de la cadena económica en el
mundo, y es un trabajo que implica a la vez muchos otros trabajos
(enfermeras, administración, maestras, etc).
Pero, bueno, este es sólo un ejemplo.
Donde principalmente las mujeres viven atadas, por demás oprimidas y
violentadas es en sus cuerpos con relación a la sexualidad y todas las
expresiones. Para empezar se les ha creado la idea que su sexualidad va
en función de sentirse o saberse amadas, y amadas además por un hombre,
para no variarle. El virus del amor romántico. Le han reducido la amplia
y vasta sexualidad a la genitalidad, aunque tampoco le permiten hablar
de su vulva o conocérsela, para quien la tiene pues, recordemos que hay
una amplia diversidad de mujeres como las trans y no, no todas tiene una
vulva, ni todas tienes un pene (hay cirugías, hola). Somos y existimos
más allá de genitales.
El cuerpo de las mujeres parece pertenecerle a todos los demás, menos a ellas mismas.
Y esto tiene una relevancia y trascendencia enorme, porque es en este
cuerpo, como campo de batalla, robado a ellas, donde el Estado, los
gobiernos, el capitalismo y el sistema heteropatriarcal, mantiene las
bases de mucho de su poder político, social, económico y global.
Es aquí donde podemos apropiarnos de la bruja como figura feminista
de resistencia social, contra todo este mandato y abuso de poder sobre
nuestra propia existencia. La bruja como esa mujer con determinación y
autonomía que no está dispuesta a callar, a ceder, ni tiene por qué, y
que se reapropia de su cuerpo, se los arrebata porque es suyo y de nadie
más, y ejerce su sexualidad de manera combativa, desafiante, y lo
manifiesta tanto en el espacio público y privado. La bruja que
escandaliza, aterroriza, que hace el “mal”, que es la “suciedad”, lo
“feo”, lo “anormal”, lo que “atenta” contra la vida y el bien
establecido, blá blá blá…
– La que aborta es asesina y perversa como una bruja, ¿no?
– La que se masturba cuando y porque quiere está haciendo mal porque la vulva es sólo para complacer al macho, es bruja.
– La que quiere coger por coger, mandando al carajo el romanticismo y el vamos a conocernos antes de irnos a la cama, es bruja.
– La que ama su menstruación y la usa en sus plantas o su piel, es bruja.
– La que elige disfrutar del placer sexual con otras mujeres es sucia y es bruja.
– La que descarta el juego de té y la idea de casita feliz por
siempre en el paraíso romántico a lado de un hombre, va contranatura y
es bruja.
– La que no quiere parir, ni gestar, ni reproducirse, es la malvada
que atenta contra los designios de dios y la naturaleza, y es bruja.
– Las que eligen salir solas a bares, o irse de viaje por el mundo,
simplemente porque les place ir solas sin la compañía del varón, porque
no los necesitan, son brujas.
– Las que por encima del médico que da la órden, deciden si la toman o no, son brujas.
– Las que ponderan su enriquecimiento intelectual y educacional como
un arma para su empoderamiento y no están ocupadas en hallar el príncipe
azul, son brujas.
– Las que procuran su propia salud sexual, física y emocional, sin ir
por la vida haciéndola de nana de nadie, ni de sus padres, es bruja.
– Las transexuales que rechazan el género socialmente asignado y
buscan su propia identidad binaria o no, y tocan la “intocable
biología”, son brujas.
– Las transgénero que crean su propia monstruosidad para fugar del género, son brujas.
– Y hasta la que simple y sencillamente hace algo tan orgánico como
escuchar a su cuerpo en la salud y en la enfermedad, es bruja.
Y brujas son, que resuene muy alto, todas y cada una de las que han
reinvindicado y resignificado su propio ser yo ante el mundo, y
defienden su libertad resistiendo todo un sistema que ya no las caza con
fuego y la guillotina o las encierra en calabozos, claro está, pero que
igual que hace siglos inquisidores las persigue, las sigue cazando y
matando, con formas que han cambiado, desde muy sutiles hasta las más
evidentes y violentas como el feminicidio. Las sigue cazando con
lenguaje, con formas de malnombrar para despolitizar, invisibilizar y
minimizar. Las hogueras sólo han cambiado de forma.
Estas brujas contemporáneas son también quienes en un acto de
sororidad y solidaridad han hecho manada y han compartido sus
experiencias y haceres con otras y otres, liberándoles así también del
yugo opresor, o al menos haciendo conciencia de esa opresión y
resistiendo juntas. Igual que hicieran las brujas en los antepasados, al
reunirse para establecer lazos fraternos entre perseguidas y
criminalizadas, reunirse para disfrutar del estar juntas y saberse
acompañadas… los famosos aquelarres: encuentros lúdicos, placenteros, de
intercambios de afectos, conocimientos, hechizos, y demás… y que se nos
han vendido como las fiestas donde complacían a satán y hacían rituales
de muerte.
Estas brujas luchadoras, hermanas y sororales, también hallan hoy día
su correlación con la diosa bruja Aradia, figura importante en la
Stregheria, la Wicca y otras formas de neopaganismo actuales. Arabia,
esta hija mesiánica de la Diosa Diana, que vino a la tierra para enseñar
a los pobres y a los oprimidos la brujería como medio de resistencia
social.¡Toma ya!
En América, nuestro golpeado y colonizado continente, hay rastros de
un colectivo de mujeres feministas en la práctica, en USA, entre 1968 y
1971, se hacían llamar WITCH (Conspiración terrorista internacional de
las mujeres del infierno), que cuando salían a manifestarse a las
calles, llevaban escobas y hacían misas, rituales, y maldecían
públicamente a funcionarios del gobierno o fabricaban allí amuletos para
ellas y otras mujeres que se acercaban, para que las protegiera de
leyes coercitivas o alguna figura política que hacía declaraciones
misóginas.
En México, existen las yerberas y las hechiceras, muy difundidas,
aunque con esa visión androcéntrica de que engatuzaban al hombre con
embrujos, alimentos, ungüentos, y demás; ó existen también los
referentes de bruja en la vida política, “haciendo trabajos” para
presidentes o gobernadores que han solicitado servicios para controlar
el país. Pero ni uno ni otro, somos más que clichés, más que leyendas,
más que películas, somos mujeres, diversas e infinitas mujeres. Y
estamos vivas.
Día a día, las que resistimos al sistema heteropatriarcal y
capitalista siendo las malas del cuento y las que “atentan” contra la
vida y el orden establecido, somos brujas, somos libres. Y ojalá que acá
en México pronto podamos reunirnos en una Asamblea de Brujas Disidentes
y salir a espacios públicos a “atemorizar”, y nos visibilicemos así en
las calles haciendo conjuros y hechizos en forma, ¡el caldero a la
calle! Y mezclando con ello toda la cosmogonía indígena tan rica que nos
empapa, y sumando además las demandas, consignas y percepciones de
nuestros feminismos radicales, sólo porque siempre decimos que en
realidad: “No somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”,
¡Somos las brujas que mataste! Que quemaron, estamos acá… hemos vuelto y
se los vamos hacer pagar.
Sobre la Autora: Frida Cartas es feminista, activista por los
derechos humanos de las mujeres y niñas; mexicana, nacida en el norte
caluroso, violento y cuasi fronterizo de ese país. Un día así casual
huyo de su tierra natal y comenzó a cuestionarse feministamente su
identidad sexual (género, orientación y política). Devino entonces
transexual y se descubrió además con una condición intersexual de
nacimiento. Todo un estuche de pólvora. Actualmente escribe para distintos medios impresos y
electrónicos, es tallerista en temas de sexualidad humana con
perspectiva de género y derechos humanos, acompaña abortos seguros en
hospital y casa, a madres con hijas en feminicidios, a mujeres en
situación de duelo o depresión, y freelancea como procuradora de fondos
para proyectos feministas en AC’s u ONG’s, aunque si le preguntan cómo
se define, ella dirá que es sólo una escritora feminista, una mujer
feliz, y una radical ama de casa y trabajadora del hogar.
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