Enrique Calderón Alzati*
Varias parecen ser por ahora las similitudes entre el señor Donald Trump y Adolf Hitler, el lamentablemente célebre Führer
de la Alemania nazi, que a mediados del siglo XX llevó al mundo a la
mayor tragedia de la historia. En días pasados nuestro presidente,
Andrés Manuel López Obrador, envió a este personaje una carta fuerte, a
la vez que respetuosa, haciéndole ver con claridad la posición de
nuestro país ante sus injustificables amenazas de castigar las ventas de
productos mexicanos, supuestamente para crear más empleos en su nación,
y consecuentemente reducirlos en el nuestro, sin comprender que ello
significaría, de facto, el incremento de la migración hacia
Estados Unidos. ¿Se trata de un mero teatro demagógico orientado a
lograr su relección o en verdad considera que este tipo de estrategias
son necesarias para continuar explotando a los países latinoamericanos,
considerándolos sus cotos de caza?
En este sentido, la carta de López Obrador toma muy en serio las amenazas y provocaciones del mandatario yanqui
contestándole con un lenguaje respetuoso, directo y firme, en el que le
da como ejemplo a dos mandatarios de Estados Unidos a quienes el país
vecino debe mucho de su grandeza y poderío económico. Cuando leí la
carta pensé que más que un mensaje para el mandatario incapaz de
comprenderlo, lo era para los círculos políticos estadunidenses, al
mostrarles que su presidente desconoce la historia de su propio país y
los riesgos a los que lo está llevando, con sus odios generalizados
contra las naciones que en su opinión no merecen existir. Me siento
desconcertado al percatarme de que esos círculos vean las amenazas
directas de su presidente, como simples estrategias electorales para
asegurar los votos que le permitan mantener el poder otros cuatro años,
recordándome una actitud parecida a la que diversos políticos europeos
manifestaban ante las declaraciones y acciones de aquel personaje
siniestro, creyéndolo incapaz de cumplir sus amenazas.
Pero las semejanzas no se reducen a este altercado por la conducta de
nuestro gobierno al rehusarse a obedecer sus órdenes, los juicios y
actitudes del presidente gringo, reflejan de manera clara sus
prejuicios y actitudes racistas contra la población no solo mexicana,
sino de origen iberoamericano en general, y de otras regiones de la
Tierra, mientras que sus mensajes homofóbicos incitan a la violencia a
una parte de la población estadunidense en contra de otros grupos
étnicos, tal como lo hizo Hitler hace 75 años ¿Cuánto tiempo habrá de
pasar para que los supremacistas blancos de Estados Unidos comiencen a
atacar a los mexicanos y centroamericanos residentes en Estados Unidos,
de manera parecida a los actos cometidos contra los judíos por la
población alemana y lossimpatizantes de los nazis en otros países de la
Europa de aquellos tiempos. Me parece grave que un porcentaje importante
de la población estadunidense educada y consiente, no se percate de la
gravedad del peligro que amenaza a su propio país, y de paso a muchas
otras naciones ante las posibilidades reales de un conflicto armado,
conociendo la capacidad de destrucción de las armas actuales. Cuando los
alemanes con mayor preparación de aquellos tiempos se percataron de la
magnitud del desastre que amenazaba a Europa y al mundo, era ya
demasiado tarde, el costo en vidas y daños materiales fue el resultado
directo de aquellas omisiones. Ello no debiera repetirse.
Considero que vale la pena examinar el origen del problema que ha
dado lugar a las migraciones centroamericanas provenientes de Guatemala,
El Salvador y Honduras como resultado de la pobreza y la falta de
empleo y de oportunidades en esas naciones, encontrándonos que tal
situación se originó hace más de 70 años como resultado de las
actividades de algunas empresas estadunidenses como United Fruit,
dedicadas a la especulación y a la explotación de la población campesina
dedicada a la producción de
bananasy a desestabilizar a los gobiernos de esos países para ponerlos a su servicio. Si realmente Mr. Trump quisiera resolver el problema, la solución estaría a su alcance sólo con financiar a esos países para que estén en condiciones de generar los empleos que hoy les hacen falta.
Al igual que Hitler en su tiempo, Trump amenaza ahora y hace
responsables de sus propios problemas, a naciones y gobiernos que
considera más pobres y atrasados, como es el caso de Centroamérica y del
nuestro, ignorando que ha sido Estados Unidos que, aprovechándose de su
poderío, ha generado los problemas que tienen los países
centroamericanos y del Caribe, al igual que nosotros. Por otra parte, es
difícil ignorar los intentos, afortunadamente fallidos hasta ahora, de
apoderarse de Venezuela para explotar sus inmensas riquezas petroleras,
utilizando traidores a su patria con un mensaje hipócrita según el cual
su motivación es liberarlos de su mal gobierno, tal como en su tiempo
hiciera Hitler con Checoslovaquia y Hungría, con la pretensión de crear
un nuevo gobierno afín a sus intereses. Igualmente, sus deseos de
intervenir en Cuba, replicando las acciones de anteriores gobiernos de
Estados Unidos, no se diferencia mucho de las prácticas y movimientos
realizados por los nazis con algunos de los países de su entorno. ¿Qué
debemos hacer hoy los mexicanos y nuestro gobierno para proteger nuestra
soberanía y desarrollo económico? Para responder a estas preguntas, es
necesario conocer lo que le sucedió a los vecinos de Alemania,
incluyendo a Polonia, Finlandia, Suecia, Noruega, Bélgica, Holanda y los
países bálticos durante la época de florecimiento del nazismo.
La diversificación de nuestro comercio con naciones de Asia y Europa,
así como la conformación de una comunidad estrecha con los países de la
región, que nos permita fortalecer nuestras actividades de colaboración
en materia educativa, de salud y bienestar, debieran ser objetivos de
nuestra política exterior.
*Director del Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa
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