1. Otra lacra. La ordeña de ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex): ¡100 mil millones en 14 años! El hecho era conocido por las autoridades federales, pero prefirieron contemporizar. No irritar a gobernadores, empresarios, líderes políticos, sindicales, banqueros involucrados. Otra muestra de cómo la corrupción y la impunidad deterioran la economía, agotan el sistema político, derrotan a Calderón en la guerra contra el narco y fomentan la desigualdad. ¿Qué desenlaces le esperan al sexenio? Una cadena de crisis, una implosión, un colapso. Escenarios catastrofistas improbables hasta hace poco hoy empiezan la ofensiva de la oligarquía, el gobierno y el PRI para convertir a AMLO en un muerto viviente; ha fracasado. Es capaz de imponer la agenda. Sus hechos y propuestas impactan. Aun los que lo calumnian de populista y de radical tienen que aceptar que es el mayor y prácticamente el único líder progresista en el país en este momento.
2. La capacidad para organizarse es signo de vitalidad. Triunfó en la resistencia contra la reforma privatizadora de Pemex; en 2008 contra la trampa de adversarios traidores y magistrados, y ganó Iztapalapa en 2009. La respuesta a la adversidad está en la organización y en la movilización; significa disciplina y madurez.
3. La reciente convocatoria de Andrés Manuel López Obrador a la organización, más allá de los partidos cínicamente bloqueada en casi la totalidad de los medios, está siendo atendida en 2 mil municipios del país. La crisis acicatea a la gente. Ningún partido tiene la nómina confiable y detallada de esta organización de militantes y de cuadros.
4. El movimiento es la única oposición verdadera. Se posiciona rápido frente a los desaciertos del gobierno, los critica con eficacia. Sabe resistir, aprovecha con oportunidad la información confidencial. El llamado de AMLO a las cuatro vertientes de organización será atendido por cientos de miles.
5. Mi testimonio personal: en los llanos y serranías de Puebla, mientras se extiende la depresión por los malos tiempos, los miembros de los comités se muestran entusiastas. No buscan candidaturas ni chambas. Trabajan por la regeneración y el renacimiento de nuestra nación. En Puebla y en todo el país son la única esperanza de cambio. Lejos del triunfo vamos en la dirección correcta.
jaorpin@yahoo.com.mx
2. La capacidad para organizarse es signo de vitalidad. Triunfó en la resistencia contra la reforma privatizadora de Pemex; en 2008 contra la trampa de adversarios traidores y magistrados, y ganó Iztapalapa en 2009. La respuesta a la adversidad está en la organización y en la movilización; significa disciplina y madurez.
3. La reciente convocatoria de Andrés Manuel López Obrador a la organización, más allá de los partidos cínicamente bloqueada en casi la totalidad de los medios, está siendo atendida en 2 mil municipios del país. La crisis acicatea a la gente. Ningún partido tiene la nómina confiable y detallada de esta organización de militantes y de cuadros.
4. El movimiento es la única oposición verdadera. Se posiciona rápido frente a los desaciertos del gobierno, los critica con eficacia. Sabe resistir, aprovecha con oportunidad la información confidencial. El llamado de AMLO a las cuatro vertientes de organización será atendido por cientos de miles.
5. Mi testimonio personal: en los llanos y serranías de Puebla, mientras se extiende la depresión por los malos tiempos, los miembros de los comités se muestran entusiastas. No buscan candidaturas ni chambas. Trabajan por la regeneración y el renacimiento de nuestra nación. En Puebla y en todo el país son la única esperanza de cambio. Lejos del triunfo vamos en la dirección correcta.
jaorpin@yahoo.com.mx
L
as trasnacionales anglosajonas se sofocan por el desplome en su liquidez (The Financial Times, 31/7/09), debido tanto a la disminución de sus ingresos como al precio del crudo relativamente bajo, mientras las empresas estatales petroleras chinas han salido de compras al mundo gracias a sus excedentes monetarios.
Se quedaron sin dinero las trasnacionales anglosajones, a las cuales los entreguistas apátridas del PAN, el PRI y el PRD desean regalar lotificado el tesoro del Golfo de México.
El mundo de los hidrocarburos refleja exquisitamente el incipiente nuevo orden geopolítico multipolar, concomitantemente al tsunami financiero global, donde el G-7 y sus trasnacionales petroleras han quedado averiadas por la sequía crediticia cuando la liquidez es emperatriz.
Si es una locura regalar su petróleo y gas al peor postor y al mejor impostor durante el incipiente orden multipolar (esencia de nuestra ponencia en los debates del Senado), constituiría una peor vesania vender activos energéticos cuando las condiciones de compraventa en el mundo han cambiado dramáticamente en favor de los países productores y en detrimento de los importadores: situación que han aprovechado en forma inteligente las empresas estatales chinas para asegurar su abasto energético en el mundo (Wenran Jiang, The Jamestown Foundation, 23/7/09).
En eso versó nuestra ponencia sobre la renacionalización y la desprivatización del petróleo y el gas en el incipiente nuevo orden multipolar, con enfoque latinoamericano, el pasado 29 de julio, durante el foro internacional Por la dimensión social de la energía y el acceso al agua, convocado por el combatiente Sindicato Mexicano de Electricistas.
El autor sobre la estrategia de las recientes compras foráneas de petróleo y gas por las empresas estatales chinas es Wenran Jiang, académico en ciencias políticas en la Universidad de Alberta (Canadá), quien detenta la cátedra Mactaggart de investigación, después de haber sido fundador del Instituto China.
Jiang afirma que los recientes acuerdos con Rusia, Kazajstán, Brasil y Venezuela por un valor combinado de 50 mil millones de dólares de capitales chinos indican que los países productores de petróleo han mantenido el control (¡extrasupersic!) de sus activos. Ojalá y esto lo asimilen Pemex, el PAN, el PRI y el PRD.
China se ha convertido en el segundo consumidor e importador de petróleo, por lo que su gobierno “ha empujado (sic) a sus empresas estatales a implementar una estrategia de salir afuera para asegurar su abasto foráneo de energía”.
Explica que las empresas petroleras chinas, todas estatales, son tres: Corporación Nacional (sic) de Petróleo Chino (CNPC, por sus siglas en inglés), Corporación de Petróleo y Química de China y Corporación Petrolera Extra-Continental Nacional (sic) China.
Llama la atención que Jian no cite a Petrochina, la empresa más rica del mundo en términos de capitalización de mercado, quizá debido a ser una filial de CNPC.
Petrochina –que cotiza en las bolsas de Hong Kong, Nueva York y Shanghai– ostenta un azorante valor bursátil de un millón de millones de dólares, por encima de las trasnacionales anglosajonas, y equivalente al PIB de México entero.
Que conste que México tiene prácticamente una producción equivalente a China, lo cual exhibe la mediocridad del manejo petrolero por los apátridas neoliberales mexicanos frente al talento financiero de los marxistas-maoístas chinos.
N
o hay nostálgico del pasado capaz de imaginar el entusiasmo con el que los dueños del dinero aplaudían a Carlos Salinas de Gortari las propuestas win-win, de insertarse en el primer mundo, llegar de golpe a la modernidad. Donde no podrían gozar de sus docenas de sirvientes y del impuesto progresivo visto a través del espejo: los que nada tienen nada pagan y los que todo tienen, tampoco. Nada como escuchar lo que se quier oír. Y en la voz del tlatoani, de quien según la definición anglosajona es “all things for all men”.
Un día se les aparecieron los pobres y el mundo entero creyó que Chiapas era el escenario de la primera guerrilla del tercer milenio que se adelantaba. El siglo XX empezó en 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, y concluyó en 1989, al disolverse la Unión Soviética y desaparecer el viejo imperio de la Rusia zarista. Los indígenas de la revuelta de Año Nuevo siguen ahí; subsisten la amnistía y la guerra declarada a la República y al Ejército Mexicano por el subcomandante Marcos, el del pasamontañas y la verba florida, ídolo de intelectuales que descubrieron la pobreza, el lodo y las estrellas en la oscuridad del monte.
Los que aplaudían a Carlos Salinas padecen ahora el destino previsto por el proverbio que aconseja tener cuidado con lo que se desea porque puede convertirse en realidad. No hablo de la inserción automática a la modernidad primermundista. Lo de win-win fue ilusión pasajera de la economía casino. Los pobres de Chiapas siguen entre nosotros. Son parte de los veintitantos millones de mexicanos que sobreviven en la pobreza alimentaria. En el hambre, 50 millones de pobres sobre el velardiano piso de plata viven al día. Después de la caída dejaron a Ernesto Zedillo a cargo de sobrellevar las exigencias democratizadoras del imperio vecino. Zedillo les dio la quinta y los mangos.
Carlos Salinas se fue al ostracismo, a rumiar el desaliento y racionalizar lo hecho en grueso volumen dedicado a deslindar lo suyo de lo del sucesor que metió a su hermano Raúl a la cárcel y se puso a sana distancia del partido, porque despreciaba tanto a la política como a los políticos. Del poder ni hablar: lo entregó, no al PAN sino a la criatura mediática de los dueños del dinero y de la clerigalla. Fox es el caudillo de la revolución como la cristera que sacó al PRI de Los Pinos. Ahora es el enano del tapanco con el que amenazan los de la rebelión de los oligarcas a Felipe Calderón. Y volvió Carlos Salinas, quien nunca estuvo ausente del imaginario colectivo.
Los de la patronal vieron cumplidos los objetivos primigenios que compartían con el partido de Manuel Gómez Morin: suyo el poder y suyos los apetitosos frutos del libre mercado, el flujo de capitales sin regulación alguna; resabios de hacendados con la impunidad de siempre, pero sin deberla a herederos de la revolución ni rendir pleitesía al cesarismo sexenal: el de la silla era su mozo de estribos y no un advenedizo montado ahí por voluntad omnímoda del antecesor. Buena silla, buen fuste, pero sin mano firme para llevar al caballo de hacienda con la rienda corta; y cuando llegó la tormenta, perdieron los estribos. Y dice Manuel Espino que ese es el problema de carácter de Felipe Calderón: que perdía los estribos, no que fuera de mecha corta.
Se acabó la fiesta. Diez por ciento se redujo la economía mexicana, ya mermada por las crisis recurrentes y el costo de la servidumbre al consenso de Washington y la ortodoxia de la ultraderecha. Estalló la burbuja y la recesión impuso condiciones en el mundo entero. Pero a nuestros aprendices de brujos, más fondistas que el fondo, tan apegados a la disciplina fiscal, poco o nada les importa que no haya empleo, que no produzca el campo, que millones de mexicanos carezcan de alimentos, de salud, de educación, mientras cuadren las cuentas y puedan presumir de la firme y sólida economía mexicana. Cambió el mundo, pero Carstens y los improvisados financieros del gabinete de Felipillo santo se aferran a las recetas del desastre. Hay 6 millones de pobres más en el lapso calderoniano, pero los programas funcionan bien, dice solemnemente el ingeniero Ruiz.
Y Agustín Carstens anuncia recorte de 50 mil millones al gasto público. Con razón están en armas los elegantes señoritos de nuestra oligarquía. La rebelión incluye hasta a los del sindicato de patrones, socios del PAN primigenio en la tarea de hacerse del poder por la vía legal y desmantelar todo trazo del Estado laico, toda huella del poder constituido con normas sociales. No es casualidad que historiadores enamorados del poder y sus circunstancias, como Héctor Aguilar Camín, olviden al Congreso Constituyente de Querétaro y la Constitución de 1917, al narrar las vueltas a la noria en busca del tiempo perdido. La Concamin alza la voz para sentenciar que no es la recesión sino el pésimo manejo de la crisis lo que nos tiene al borde del abismo. Y tras el palo de las elecciones de medio sexenio, los obispos ponen morados a los incompetentes secretarios de Felipe de Jesús Calderón.
Todo se ha perdido, con la Iglesia han topado los cruzados de la guerra contra el crimen organizado. Los arúspices no tienen que escudriñar en las entrañas de las aves. Con escuchar los llamados del Presidente de la República al diálogo, a la concordia, a concertar posiciones; a la unidad, esa mítica fusión de los opuestos, edén donde yacen lado a lado ovejas y lobos: bandera del priato, del partido hegemónico e incluyente en el que cabían obreros y banqueros, campesinos y terratenientes, rojillos de cepa y persignados asiduos a las sacristías. Los bárbaros que ya no teníamos ni temíamos han vuelto a lomos de la democracia sin adjetivos que con tanto afán pidieron los panistas y los dueños del dinero. Y, desde luego, las izquierdas en el juego de abalorios que vino después de la caída: comunistas y anarcopopulistas se volvieron místicos del sufragio, fieles creyentes de la democracia electoral.
Tan duro el golpe de la victoria del priísmo que el mismísimo Andrés Manuel López Obrador se condolió de la suerte del espurio: Felipe Calderón es chivo expiatorio, dijo. Los malos que lo pusieron ahí, volvieron a recurrir al PRI. Y Carlos Salinas de Gortari es jefe de la conspiración en la pesadilla de las izquierdas desmenuzadas, reducidas a gladiadores de juguete que combaten entre sí y saludan al César que volvió a cruzar el Rubicón. ¡Jesús mil veces! Así verán cumplirse la profecía del hijo del Tata y serán partido testimonial. Si bien les va.
Pasado el susto, ya sabemos todo lo que no puede hacer la mayoría priísta. Pero con 36.68 por ciento de la votación, 237 diputados al Congreso de la Unión, 184 de mayoría relativa y 53 de representación proporcional, más los 22 verdes, pueden aprobar cualquier reforma no constitucional; aprobar el presupuesto; nombrar al auditor superior; controlar la Junta de Coordinación Política; tener la mesa directiva el primer año y, sobre todo, presidir el mayor número de comisiones legislativas.
Pedían democracia, demandaban acotar el poder presidencial, hacer efectiva la división de poderes, someter al centralismo y devolver la capacidad de decisión a los estados de la Federación. Se hizo realidad su deseo.
Y ahora o sirve el reajuste del poder para instaurar una política social de Estado, o los de la rebelión de los ricos van a saber lo que es amar a Dios en tierra de indios.
El Pentágono y los dictadores: Empecemos por estos últimos. El presidente colombiano Álvaro Uribe acaba de conceder a Estados Unidos tres bases aeronavales en territorio colombiano, y formalmente pertenecientes a las fuerzas armadas locales. Las mismas compensarán con creces la expulsión de la mega base de Manta, en Ecuador, y desde Colombia controlarán el Caribe, amenazarán a Ecuador, Venezuela y Brasil y serán el respaldo de Uribe y de la derecha colombiana en el plano interno. El diario argentino Clarín dice que Brasil, Chile y España protestaron por la concesión de las bases y criticaron la carrera armamentista que desatarán (Venezuela tiene un acuerdo militar con Rusia). El Mundo, de Medellín, destaca por su parte esta protesta y otros importantes medios latinoamericanos informan igualmente que Uribe no irá a la reunión de la Unasur en Quito para no tener que discutir las duras críticas chilenas, ecuatorianas, brasileñas y venezolanas. Los diarios ecuatorianos, opositores a Correa, nada dicen sobre las bases ni la ausencia de Uribe a la reunión en la capital ecuatoriana, pero siguen haciéndose eco, aunque veladamente, de la acusación colombiana de que las FARC financiaron la campaña electoral de Rafael Correa, lo que éste desmiente. El Pentágono, expulsado de Ecuador, redobla su instalación en la región, alentado por el curso del golpe de Estado en Honduras.
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Cristina Pacheco: Mar de Historias
La indefensión de los trabajadores
El despido de 2 mil empleados de Correos de México, consumado el pasado viernes de manera verbal y sin que la empresa avisara previamente a los afectados, no sólo colisiona con la intención gubernamental de modernizar el sistema postal –para lo cual se invirtieron cuantiosos recursos públicos en uniformes, vehículos y en la renovación de la imagen de la compañía–, sino que constituye una muestra más del carácter antipopular del actual gobierno, de la insensibilidad oficial ante una coyuntura que demanda la preservación de puestos de trabajo, no su eliminación, y de la profunda indefensión en que se encuentran la mayoría de los asalariados en el país.
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El Correo Ilustrado
Señala disposición absurda en museo
Hace un par de días acudí a ver la magnífica exposición sobre Teotihuacán que presenta el Museo Nacional de Antropología y grande fue mi sorpresa cuando, al estar tomando una notas sobre las culturas prehispánicas, se me acerca una señora policía de las muchas destacadas ahí para cuidar la exposición, para decirme que por disposiciones superiores estaba prohibido tomar notas. Sí, leyó usted bien, prohibido tomar notas… Semejante estupidez supongo ha de haber provenido de algún supuesto científico, obviamente yunquista retrógrado, con mentalidad de un Torquemada mestizo...
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No hace falta recordar lo que fue en México el fuero castrense en el pasado para darse cuenta de que, en los términos en que hoy se define en la legislación militar, sigue siendo, en mucho, un orden de privilegio para los integrantes de nuestras fuerzas armadas por el simple hecho de que, en lo referente a la justicia militar, los pone por encima de la justicia constitucional y del mismo derecho común que de ella deriva. El fuero, hoy en día, significa esfera de competencia jurisdiccional, pero la acepción del fuero militar implica que, tratándose de la comisión de delitos, en general, los militares sólo son juzgados por sus tribunales.
A ello contribuye la imprecisión del artículo 13 de la Constitución que, estableciendo que el fuero de guerra vale sólo para delitos y faltas contra la disciplina militar, luego impone que su jurisdicción no puede extenderse sobre personas que no pertenezcan al Ejército, sin precisar de nuevo que, eso, sólo en caso de delitos y faltas contra la disciplina militar. En la legislación derivada y, en especial, en el Código de Justifica Militar, artículo 57, fracción II, se dice que son delitos contra la disciplina militar los del orden común o federal cometidos por militares. En el derecho penal internacional es algo que resulta inadmisible.
En estricto derecho, si un miembro de las fuerzas armadas comete un delito tipificado en la legislación común o federal, como se usa decir, debería ser juzgado por un tribunal del orden común o del federal y no por un juez militar. A ello se atiene el principio del juez natural, el que es designado para juzgar de una materia en especial y, en el derecho penal, de un cierto tipo de delitos o contravenciones en igualdad de circunstancias para todos los ciudadanos, incluidos los militares. Estos no pueden evadir la justicia del derecho establecido, para ser juzgados aparte y por sus pares, porque eso constituye ya un privilegio indebido y contrario a la Carta Magna.
Los militares mexicanos y, entre ellos, sus muy limitados juristas, han impuesto la idea, absolutamente contraria a la justicia, de que cualquier acción delictiva que se comete estando en servicio activo es una falta a la disciplina militar, trátese de lo que se define como delitos estrictamente militares, como mostrar cobardía ante el enemigo o desobediencia al mando o, también, de ilícitos como el homicidio, el robo, la violación y todo lo demás, con lo que se excluye a los militares de la acción del juez natural y, encima, se violan los derechos humanos de los propios militares.
Ha sido ampliamente documentado por multitud de organismos y asociaciones dedicados a la defensa de los derechos humanos cómo los jueces militares en nuestro país no deciden en verdad sobre la materia delictiva, sino más bien y por lo general sobre la materia disciplinaria. El soldado o el marino que cometen homicidio, por ejemplo, casi nunca son vistos como presuntos homicidas, sino como infractores del código interno de conducta, con lo que, también por lo general, son exculpados de sus fechorías y reciben solo puniciones disciplinarias. Entre las decenas de miles de ilícitos cometidos por los militares casi se pueden contar con los dedos de una mano los que han sido sancionados.
En una obrita que publicó en 1948, el general y abogado Octavio Béjar Vázquez, y comentando la comisión de delitos bajo órdenes superiores, escribía: “… la ley represiva marcial considera al delincuente por obediencia como simple cómplice y no como autor, en el más desfavorable de los casos, es decir, cuando el inferior advierte que el cumplimiento de la orden implica la comisión de un delito, en el concepto de que las órdenes del superior se presumen legales; por eso aconsejan los tratadistas norteamericanos que la conducta más segura y sabia a seguir por el subordinado es la de obedecer la orden y examinar su legalidad después” (Autonomía del derecho militar, Stylo, 1948, p. 50). Los nazis justificaron sus crímenes de guerra y contra la humanidad con el mismo argumento.
Nadie puede desconocer que las faltas a la disciplina militar deben ser sometidas a proceso y, en su caso, a punición. Aun con su imprecisión, ya señalada, es justo lo que mandata nuestro artículo 13 constitucional. Pero en el derecho internacional se ha extendido e impuesto la opinión de que los militares que cometan delitos del orden común deben ser juzgados y sentenciados por los llamados jueces naturales, vale decir, aquellos juzgadores que por ley deben examinar y decir el derecho en esos casos.
No puede seguirse admitiendo en nuestro país, por el bien de la causa de los derechos humanos, de la justicia y también de la democracia, que nuestros militares se sigan escudando en un fuero tan mal concebido y peor interpretado que los pone, prácticamente, por encima de la legalidad, la justicia y la misma Constitución. Tampoco se puede seguir admitiendo que las atrocidades cometidas por miembros de las fuerzas armadas sean cosa de rutina porque se llevan a cabo en estado de guerra y en zonas de guerra. También en el derecho internacional se ha abierto camino la convicción de que los delitos deben juzgarse como tales, incluso en esas circunstancias, y no verse como simple cumplimiento del deber por órdenes superiores.
La responsabilidad penal debe ser juzgada por los tribunales penales establecidos para el efecto por la Constitución y por las leyes y no porque un militar alegue un estado de excepción en su caso que resulta en un privilegio ilegal y anticonstitucional para evadir la justicia y en la virtual y muy aceptada impunidad del delito y de la violencia contra la sociedad y su pueblo. Menos se puede aceptar que los órganos del Estado como el Poder Ejecutivo o la Comisión Nacional de los Derechos Humanos salgan en defensa de delitos inauditos como la violación de una anciana indígena que, según eso, murió de gastritis.
Ahora la Suprema Corte se ha decidido, finalmente, a atraer un caso de violaciones de la legalidad y de los derechos humanos por militares en Sinaloa. Se trata del asesinato de cuatro jóvenes a manos de militares en una localidad de Badiraguato. Hay cinco militares consignados por homicidio y lesiones. Se trata del amparo contra leyes en revisión 989/2009 (artículo 57, fracción II, del Código de Justicia Militar), al que se acompaña un alegato de la Comisión Internacional de Juristas que deberá tomarse en cuenta. Esos militares deben ser juzgados por jueces naturales y no militares. Veremos de qué color pintan nuestros supremos juzgadores.
A ello contribuye la imprecisión del artículo 13 de la Constitución que, estableciendo que el fuero de guerra vale sólo para delitos y faltas contra la disciplina militar, luego impone que su jurisdicción no puede extenderse sobre personas que no pertenezcan al Ejército, sin precisar de nuevo que, eso, sólo en caso de delitos y faltas contra la disciplina militar. En la legislación derivada y, en especial, en el Código de Justifica Militar, artículo 57, fracción II, se dice que son delitos contra la disciplina militar los del orden común o federal cometidos por militares. En el derecho penal internacional es algo que resulta inadmisible.
En estricto derecho, si un miembro de las fuerzas armadas comete un delito tipificado en la legislación común o federal, como se usa decir, debería ser juzgado por un tribunal del orden común o del federal y no por un juez militar. A ello se atiene el principio del juez natural, el que es designado para juzgar de una materia en especial y, en el derecho penal, de un cierto tipo de delitos o contravenciones en igualdad de circunstancias para todos los ciudadanos, incluidos los militares. Estos no pueden evadir la justicia del derecho establecido, para ser juzgados aparte y por sus pares, porque eso constituye ya un privilegio indebido y contrario a la Carta Magna.
Los militares mexicanos y, entre ellos, sus muy limitados juristas, han impuesto la idea, absolutamente contraria a la justicia, de que cualquier acción delictiva que se comete estando en servicio activo es una falta a la disciplina militar, trátese de lo que se define como delitos estrictamente militares, como mostrar cobardía ante el enemigo o desobediencia al mando o, también, de ilícitos como el homicidio, el robo, la violación y todo lo demás, con lo que se excluye a los militares de la acción del juez natural y, encima, se violan los derechos humanos de los propios militares.
Ha sido ampliamente documentado por multitud de organismos y asociaciones dedicados a la defensa de los derechos humanos cómo los jueces militares en nuestro país no deciden en verdad sobre la materia delictiva, sino más bien y por lo general sobre la materia disciplinaria. El soldado o el marino que cometen homicidio, por ejemplo, casi nunca son vistos como presuntos homicidas, sino como infractores del código interno de conducta, con lo que, también por lo general, son exculpados de sus fechorías y reciben solo puniciones disciplinarias. Entre las decenas de miles de ilícitos cometidos por los militares casi se pueden contar con los dedos de una mano los que han sido sancionados.
En una obrita que publicó en 1948, el general y abogado Octavio Béjar Vázquez, y comentando la comisión de delitos bajo órdenes superiores, escribía: “… la ley represiva marcial considera al delincuente por obediencia como simple cómplice y no como autor, en el más desfavorable de los casos, es decir, cuando el inferior advierte que el cumplimiento de la orden implica la comisión de un delito, en el concepto de que las órdenes del superior se presumen legales; por eso aconsejan los tratadistas norteamericanos que la conducta más segura y sabia a seguir por el subordinado es la de obedecer la orden y examinar su legalidad después” (Autonomía del derecho militar, Stylo, 1948, p. 50). Los nazis justificaron sus crímenes de guerra y contra la humanidad con el mismo argumento.
Nadie puede desconocer que las faltas a la disciplina militar deben ser sometidas a proceso y, en su caso, a punición. Aun con su imprecisión, ya señalada, es justo lo que mandata nuestro artículo 13 constitucional. Pero en el derecho internacional se ha extendido e impuesto la opinión de que los militares que cometan delitos del orden común deben ser juzgados y sentenciados por los llamados jueces naturales, vale decir, aquellos juzgadores que por ley deben examinar y decir el derecho en esos casos.
No puede seguirse admitiendo en nuestro país, por el bien de la causa de los derechos humanos, de la justicia y también de la democracia, que nuestros militares se sigan escudando en un fuero tan mal concebido y peor interpretado que los pone, prácticamente, por encima de la legalidad, la justicia y la misma Constitución. Tampoco se puede seguir admitiendo que las atrocidades cometidas por miembros de las fuerzas armadas sean cosa de rutina porque se llevan a cabo en estado de guerra y en zonas de guerra. También en el derecho internacional se ha abierto camino la convicción de que los delitos deben juzgarse como tales, incluso en esas circunstancias, y no verse como simple cumplimiento del deber por órdenes superiores.
La responsabilidad penal debe ser juzgada por los tribunales penales establecidos para el efecto por la Constitución y por las leyes y no porque un militar alegue un estado de excepción en su caso que resulta en un privilegio ilegal y anticonstitucional para evadir la justicia y en la virtual y muy aceptada impunidad del delito y de la violencia contra la sociedad y su pueblo. Menos se puede aceptar que los órganos del Estado como el Poder Ejecutivo o la Comisión Nacional de los Derechos Humanos salgan en defensa de delitos inauditos como la violación de una anciana indígena que, según eso, murió de gastritis.
Ahora la Suprema Corte se ha decidido, finalmente, a atraer un caso de violaciones de la legalidad y de los derechos humanos por militares en Sinaloa. Se trata del asesinato de cuatro jóvenes a manos de militares en una localidad de Badiraguato. Hay cinco militares consignados por homicidio y lesiones. Se trata del amparo contra leyes en revisión 989/2009 (artículo 57, fracción II, del Código de Justicia Militar), al que se acompaña un alegato de la Comisión Internacional de Juristas que deberá tomarse en cuenta. Esos militares deben ser juzgados por jueces naturales y no militares. Veremos de qué color pintan nuestros supremos juzgadores.
Este artículo está dedicado a la memoria de don José Mora, republicano y socialista español, y en solidaridad y con cariño para los suyos, que son los míos.
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Absolutamente todas las reservas probadas descubiertas en 2008 están en la cuenca sureste. El resto del país, incluyendo Chicontepec y las aguas profundas, no tuvo ningún descubrimiento. El discurso oficial, repetido por lo menos desde principios del año pasado, recibió otro golpe. Estos datos se conocían en lo general. Ahora –más vale tarde que nunca– ahí están en detalle. De este total, 153.6 millones de barriles de crudo pesado descubierto están en la región marina noreste (RMNE), que incluye Cantarell y Ku-Maloob-Zaap (KMZ), vecino del anterior.
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El artículo, con el mismo título, publicado hace 15 días, suscitó muchos comentarios de lectores de La Jornada. Sin duda es un tema polémico. A algunos lectores les llamó la atención que dijera que a diferencia del sistema estadunidense, el migratorio canadiense es bastante eficiente, democrático y generoso. Sostengo lo dicho, porque se trata de una comparación con otro modelo. Pero tienen razón los lectores al señalar que tampoco se trata de lanzar alabanzas al sistema canadiense.
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El golpe de Estado en Honduras no sólo tuvo como objetivo liquidar el eslabón más débil de la Alba, Honduras, con su presidente Manuel Zelaya quien, a pesar de su origen conservador, emprendía tímidas reformas sociales y, por motivos económicos, se acercaba a Venezuela, lo que lo hacía aparecer como peligroso revolucionario. También está dirigido para reforzar la desestabilización en Guatemala (cuyo presidente Colom está actualmente en la mira del imperialismo), El Salvador (donde el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional ganó el gobierno, pero no el poder, que sigue en manos de la ultraderecha) y Nicaragua. Estados Unidos, mediante sus servidores, quiere reforzar así, estratégicamente, la soldadura débil istmeña del Plan Mérida, para poner desde México hasta Colombia un corredor para la dominación estadunidense y convertir a este último país, bajo la dictadura de Uribe, en una cabecera de puente, una especie de Israel en América del Sur, para controlar Venezuela, el Caribe, Ecuador, Brasil.
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En 1961 Juan Bosch vivía en Costa Rica una de las etapas del largo exilio que lo había llevado por distintos países dejando libros guardados por todas partes, en cajas de cartón que nadie abriría ya nunca de nuevo, como suele ocurrir. Los libros, que luego esponja la humedad y se come la polilla, son la cauda de los exilios.
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Nuestros vecinos han sufrido un profundo desgarramiento social. La pérdida millonaria de empleos lo explica. Sí, millonaria. Hace muchos años –pero muchos– que no habían experimentado un deterioro tan grave en la ocupación. Actualmente, con una población de 307 millones de habitantes al mes de junio, nuestros vecinos dan ocupación formal a 131.7 millones de personas: 109.1 millones en empresas privadas (82.8 por ciento en 7.5 millones de establecimientos) y 22.6 millones en el sector público (17.2 por ciento en 286 mil establecimientos, suma de gobiernos locales, estatales y federal).
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Uno de los aspectos fascinantes de la antigua ciudad de México, hoy llamada Centro Histórico, es el encuentro constante en sus construcciones, calles y plazas de los personajes que han dejado huella en nuestra historia. Un caso es el ilustre don Joaquín García Icazbalceta, bibliófilo, investigador, impresor, filólogo, traductor, historiador, cronista de la ciudad de México y ante todo un hombre que amó profundamente a su país y se afanó por preservar la riqueza de su pasado.
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En Los bastardos, su segundo largometraje, el realizador mexicano Amat Escalante prosigue con un dominio mayor de sus recursos estilísticos lo iniciado en su opera prima Sangre, la exploración de la violencia a partir de un registro minimalista de la vida cotidiana. Va inclusive más lejos: procura capturar, al término de una situación de crecientes tensiones dramáticas, el punto de ruptura que genera un acto de brutalidad, en apariencia absurdo, y cuyas claves el director deja abiertas deliberadamente. Se trata de una película mexicana filmada en Estados Unidos que refiere en términos muy crudos la exposición de una comunidad indocumentada a la explotación laboral y al racismo, la tensión que esto genera, y la respuesta de dos hombres jóvenes de pronto descarrilados en una espiral de violencia.
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Sara Sefchovich
Origen de la desgracia
El Presidente encabezó la celebración del aniversario de la promulgación de las Leyes de Reforma, que cumplieron siglo y medio. A ellas les debemos grandes cosas, como la existencia del Estado laico, la separación entre las creencias privadas y la vida pública, la libertad de cultos y la educación libre de iglesias y religiones. Pero también un concepto de la economía que se sustenta, como dice Arnaldo Córdova, en la necesidad de crear una amplia masa de pequeños propietarios emprendedores que permitan movilizar la riqueza y sirvan de base a la formación del mercado nacional.
Eso que plantearon los pensadores del siglo XIX lo llevaron a cabo los gobiernos de mediados del XX al impulsar y proteger a la empresa mexicana a fin de que pudiera ocupar lugares competentes en las industrias de transformación, textiles y alimentos, entre otras.
Pero eso se terminó de tajo con la entrada a la globalización en los años 80. Lo que para los tecnócratas de la época era un gran camino resultó un enorme fracaso, porque somos un país con bases económicas endebles, inexistencia de leyes, normas y regulaciones adecuadas y elevado grado de corrupción, de modo que la apertura total al comercio, servicios y movimientos de capital afectó gravemente a la pequeña y mediana industria mexicanas.
Desde entonces se deja hacer a las grandes empresas transnacionales y nacionales, al contrabando y al lavado de dinero (pues aunque estos dos últimos supuestamente se persiguen, no es cierto; tan sólo en lo que se refiere al dinero ilícito, “en 20 años no hay una sola condena contra ningún capo”), pero no se mueve un dedo para apoyar a las medianas y pequeñas industrias y comercios, dejándolos que se ahoguen, quiebren y mueran.
El INEGI acaba de hacer públicos los siguientes datos: las actividades manufactureras se clasifican en 21 subsectores, de los cuales todos se han visto afectados, pero algunos con cifras que alcanzan los dos dígitos: los que fabrican equipos de transporte, maquinaria, muebles, productos metálicos, equipos para computación, industria textil, minerales no metálicos, plástico y hule.
No sólo han despedido gente, obreros y administrativos, sino que para los que se quedaron se redujeron el número de horas de trabajo y las remuneraciones. Lo dice también el propio Banco de México, cuyas cifras de pérdidas de plazas superan a las creadas por la actual administración en los dos años anteriores, y eso que se refiere solamente al sector formal y cuantificable, que no es ni remotamente toda la verdad.
Esto no se debe solamente a la crisis, como quieren hacernos creer desde la Secretaría de Hacienda, ni se debe nada más a la dependencia hacia Estados Unidos, como afirma Scotiabank asegurando que las dificultades por las que atraviesa el sector industrial mexicano dependen de las de ese país, sino que se debe a la concepción de la economía que nos rige, que ha demostrado ser inadecuada con y sin crisis. Esto no lo dice nada más la izquierda sino que en un documento reciente lo afirma la OCDE: “El crecimiento en México en los últimos 20 años es decepcionante… el fracaso industrial demuestra que el pobre desempeño tuvo una amplia base”.
Así que la reforma liberal se festeja de manera oficial al tiempo que se entierra su principal postulado. Y ninguna nación desarrollada hace algo así. En plena crisis, una encuesta en Estados Unidos arrojó el resultado de que para sus ciudadanos su país sigue dando la mejor oportunidad para hacer negocios.
Que entre nosotros se haga todo al revés no puede sino conducir a la desgracia, porque los pequeños y medianos son la columna vertebral de una economía sana y productiva; de ellos depende para vivir la mayoría de los ciudadanos de este país, patrones y trabajadores por igual, porque dan empleo y cuando hay empleo hay consumo, pagan impuestos y cumplen con lo que exige la ley, pero también porque producen algo que es tan importante como el aire que respiramos: que exista ambiente de trabajo, movimiento, confianza, ganas de hacer proyectos, esperanza.
sarasef@prodigy.net.mx
Escritora e investigadora en la UNAM
Eso que plantearon los pensadores del siglo XIX lo llevaron a cabo los gobiernos de mediados del XX al impulsar y proteger a la empresa mexicana a fin de que pudiera ocupar lugares competentes en las industrias de transformación, textiles y alimentos, entre otras.
Pero eso se terminó de tajo con la entrada a la globalización en los años 80. Lo que para los tecnócratas de la época era un gran camino resultó un enorme fracaso, porque somos un país con bases económicas endebles, inexistencia de leyes, normas y regulaciones adecuadas y elevado grado de corrupción, de modo que la apertura total al comercio, servicios y movimientos de capital afectó gravemente a la pequeña y mediana industria mexicanas.
Desde entonces se deja hacer a las grandes empresas transnacionales y nacionales, al contrabando y al lavado de dinero (pues aunque estos dos últimos supuestamente se persiguen, no es cierto; tan sólo en lo que se refiere al dinero ilícito, “en 20 años no hay una sola condena contra ningún capo”), pero no se mueve un dedo para apoyar a las medianas y pequeñas industrias y comercios, dejándolos que se ahoguen, quiebren y mueran.
El INEGI acaba de hacer públicos los siguientes datos: las actividades manufactureras se clasifican en 21 subsectores, de los cuales todos se han visto afectados, pero algunos con cifras que alcanzan los dos dígitos: los que fabrican equipos de transporte, maquinaria, muebles, productos metálicos, equipos para computación, industria textil, minerales no metálicos, plástico y hule.
No sólo han despedido gente, obreros y administrativos, sino que para los que se quedaron se redujeron el número de horas de trabajo y las remuneraciones. Lo dice también el propio Banco de México, cuyas cifras de pérdidas de plazas superan a las creadas por la actual administración en los dos años anteriores, y eso que se refiere solamente al sector formal y cuantificable, que no es ni remotamente toda la verdad.
Esto no se debe solamente a la crisis, como quieren hacernos creer desde la Secretaría de Hacienda, ni se debe nada más a la dependencia hacia Estados Unidos, como afirma Scotiabank asegurando que las dificultades por las que atraviesa el sector industrial mexicano dependen de las de ese país, sino que se debe a la concepción de la economía que nos rige, que ha demostrado ser inadecuada con y sin crisis. Esto no lo dice nada más la izquierda sino que en un documento reciente lo afirma la OCDE: “El crecimiento en México en los últimos 20 años es decepcionante… el fracaso industrial demuestra que el pobre desempeño tuvo una amplia base”.
Así que la reforma liberal se festeja de manera oficial al tiempo que se entierra su principal postulado. Y ninguna nación desarrollada hace algo así. En plena crisis, una encuesta en Estados Unidos arrojó el resultado de que para sus ciudadanos su país sigue dando la mejor oportunidad para hacer negocios.
Que entre nosotros se haga todo al revés no puede sino conducir a la desgracia, porque los pequeños y medianos son la columna vertebral de una economía sana y productiva; de ellos depende para vivir la mayoría de los ciudadanos de este país, patrones y trabajadores por igual, porque dan empleo y cuando hay empleo hay consumo, pagan impuestos y cumplen con lo que exige la ley, pero también porque producen algo que es tan importante como el aire que respiramos: que exista ambiente de trabajo, movimiento, confianza, ganas de hacer proyectos, esperanza.
sarasef@prodigy.net.mx
Escritora e investigadora en la UNAM
Carlos Monsiváis
La novedad de lo de siempre
¿En qué vas a invertir las tres cuartillas de tu artículo? ¿En opinar de la situación política nacional? ¿Y qué vas a decir que sea un aporte?... ¡No!... Tacha eso del partido que volvió no obstante el daño histórico que hizo durante décadas. Ni es novedad ni regañando a los votantes avanzas demasiado, ni es una explicación satisfactoria responsabilizar de la vuelta del priísmo a Calderón o a su gobierno, para eso estaban. Y también quita tu sentencia, justa pero ya muy vista, sobre la iniquidad de los señoríos feudales de Mario Marín y Ulises Ruiz. Denuncias y protestas se han multiplicado, pero al góber precioso y al góber rijoso los han protegido el PRI, el PAN, una parte de la dirigencia del PRD y el gobierno de Calderón, distinto a su manera de las acciones de Calderón; en la competencia por ver quién es más ineficaz, cada día varía el rating: hoy aventaja el gobierno por el manejo de la economía, aunque Calderón no es de los que se dan por vencidos fácilmente. Así que cálmate y fíjate bien en lo que redactas, porque a estas alturas ya no puedes salir con que el regreso del PRI es una afrenta, sin que te preguntes: ¿hubo compra masiva de votos? Si es una elección adquirida por dinero, ¿quién lo suministró y quiénes aceptaron que recibir no es pecado, el pecado es no comer?
Ya te veo venir con todo tu falso ingenio. Vas a hablar de Enrique Peña Nieto y a recordar todas las anécdotas sobre las funciones neuronales de su copete, el organigrama inmóvil y de cómo una trayectoria política se erige sobre las portadas de las revistas de sociales, la popularidad ahora viene del éxito y el éxito de la tv y en la tv no hay ideas que valgan ante los patrocinadores. Y no lances una diatriba contra la venta de tiempo y la manipulación. Peña Nieto no gana por la repetición de su imagen sino por la repetición de las imágenes en los billetes. Como galán de telenovelas él tal vez la haría en Cuarentañera pero los comerciales serían para él una competencia ruinosa. Así es que cancela esa parte de tu artículo; la política ahora no consiste en proyectos sino en productos, y Peña Nieto es uno que anuncia milagros, como corresponde a las campañas que deberían usar como spots únicamente parábolas.
Todo momento político requiere un protagonista, y esta vez tocó al Producto Peña Nieto, cuya superficialidad es una trampa porque si la crítica se dedica a denunciarla, se queda varada en lo superficial. Si la esencia del producto es la apariencia, la crítica no lo alcanzará. Así que desiste, es una pérdida de tiempo o de frases. Y tampoco, oh, dioses de Tenochtitlán, insistas en que el PRI compró la elección, porque si es cierto, ¿qué queda por hacer ante un país todavía atado al cordón umbilical del clientelismo? No, no me interrumpas, ya sé que la metáfora es horrenda, pero te la recomiendo porque es mejor que “un país deformado por el poder de la compra al menudeo de las mayorías”. En fin, haz lo que se te antoje.
No me salgas con que “Ya todo está dicho, pero como nadie recuerda hay que decirlo de nuevo”. O no salgas con que el deber de un articulista es hacer el artículo porque a la revolución todavía le falta tiempo de maduración.
Pero qué esfuerzo más desdichado el tuyo. En un descuido y sólo para fastidiarme, vas a proponer una encuesta sobre antipatías electorales y vas a poner a competir a Calderón con su gobierno. No son la misma cosa, entiende. Calderón, haiga sido como haiga sido, conquistó la Presidencia, o se la quedó, y su gobierno se encontró con la mesa servida, las encuestas de postre y un grupo de fieles que siempre dirían que fuera de sus artículos comenzaban los peligros para México. Calderón corrió riesgos, su gobierno no. Y está la otra hipótesis, según la cual el gobierno, por su condición misma, sufre más riesgos, y Calderón, por ser él solo y tener responsabilidades consigo mismo, está a salvo y sólo tiene enfrente el juicio de la historia. Pero no te aflijas, mejor proponte otras disyuntivas fatales: ¿en 2010 habrá más desempleados que habitantes de México? ¿La conmemoración del bicentenario se traducirá en más juegos de artificio que discursos sobre el padre Hidalgo? Si por una puerta entra Benito Juárez y por otra el emperador Maximiliano, ¿a quién saluda primero la buena sociedad? Esos son dilemas, aunque claro, a estas alturas todos interrogan por la supremacía en el desastre de Calderón o del gobierno de Calderón.
Ya no sabes qué hacer para terminar el artículo porque te rompí tu esquema de regaños al pasado, al presente y al porvenir, los tres malos alumnos en todo articulista. Imagino que en esta parte dirías: “Se ha derrochado muchísimo dinero en el IFE, mientras esa institución, que podría llamarse Instituto Fallido del Estado, regala millones a sus multados, y se tarda lo suficiente como para favorecer las mañas de Demetrio Sodi”. Sí, por allí ibas, te conozco como si fueras distinto a mí, y por eso me apresuro a elogiar tu derecho al lugar común. Todos tenemos nuestro archivo de lugares comunes; es el depósito de reflejos condicionados de la palabra que nos permite circular en sociedad sin riesgo. Sé que estás a punto de emitir una condena al Tribunal Electoral por su docilidad ante… ¿ante quién, ante Calderón o ante el gobierno de Calderón? Que no son lo mismo lo dicen las noticias. Así, por ejemplo, Calderón acusó al ateísmo del crecimiento de las adicciones, y sin embargo todavía no hay un edicto real en el que se aumente la pena de aquellos infractores de la ley que, además, no crean en Dios. Calderón habló de la anormalidad de las madres solteras y pidió a la sociedad comprensión y ayuda para las familias disfuncionales que subvertían (la palabra no es suya) la armonía social. Pese a esto, el gobierno no ha prohibido partos de mujeres que no estén acompañadas de sus legítimos esposos ni ha exigido que se cancelen las exhibiciones de tv de Nosotros los pobres, la apoteosis de la familia disfuncional: padre soltero, hermana prostituta, hija que ignora la identidad de sus padres, novia con padrastro mariguano… Si eso no es romper la armonía social…
Perdona que quiera evitar tu jogging de lugares comunes; por eso ganan las imágenes, porque aunque se repitan no son tan repetitivas como los bloques verbales. A ver, ¿qué ibas a decir de los derechos humanos? Para que veas, ahí siempre tiene caso la repetición, y… Ya sé que el lugar común es un puente entre dos reflexiones malogradas. Y, otra vez, no me resuelves qué es más contradictorio y fallido: Calderón o el gobierno de Calderón. Si tienes una respuesta no se te olvide situarla en tu próximo artículo.
Escritor
Ya te veo venir con todo tu falso ingenio. Vas a hablar de Enrique Peña Nieto y a recordar todas las anécdotas sobre las funciones neuronales de su copete, el organigrama inmóvil y de cómo una trayectoria política se erige sobre las portadas de las revistas de sociales, la popularidad ahora viene del éxito y el éxito de la tv y en la tv no hay ideas que valgan ante los patrocinadores. Y no lances una diatriba contra la venta de tiempo y la manipulación. Peña Nieto no gana por la repetición de su imagen sino por la repetición de las imágenes en los billetes. Como galán de telenovelas él tal vez la haría en Cuarentañera pero los comerciales serían para él una competencia ruinosa. Así es que cancela esa parte de tu artículo; la política ahora no consiste en proyectos sino en productos, y Peña Nieto es uno que anuncia milagros, como corresponde a las campañas que deberían usar como spots únicamente parábolas.
Todo momento político requiere un protagonista, y esta vez tocó al Producto Peña Nieto, cuya superficialidad es una trampa porque si la crítica se dedica a denunciarla, se queda varada en lo superficial. Si la esencia del producto es la apariencia, la crítica no lo alcanzará. Así que desiste, es una pérdida de tiempo o de frases. Y tampoco, oh, dioses de Tenochtitlán, insistas en que el PRI compró la elección, porque si es cierto, ¿qué queda por hacer ante un país todavía atado al cordón umbilical del clientelismo? No, no me interrumpas, ya sé que la metáfora es horrenda, pero te la recomiendo porque es mejor que “un país deformado por el poder de la compra al menudeo de las mayorías”. En fin, haz lo que se te antoje.
No me salgas con que “Ya todo está dicho, pero como nadie recuerda hay que decirlo de nuevo”. O no salgas con que el deber de un articulista es hacer el artículo porque a la revolución todavía le falta tiempo de maduración.
Pero qué esfuerzo más desdichado el tuyo. En un descuido y sólo para fastidiarme, vas a proponer una encuesta sobre antipatías electorales y vas a poner a competir a Calderón con su gobierno. No son la misma cosa, entiende. Calderón, haiga sido como haiga sido, conquistó la Presidencia, o se la quedó, y su gobierno se encontró con la mesa servida, las encuestas de postre y un grupo de fieles que siempre dirían que fuera de sus artículos comenzaban los peligros para México. Calderón corrió riesgos, su gobierno no. Y está la otra hipótesis, según la cual el gobierno, por su condición misma, sufre más riesgos, y Calderón, por ser él solo y tener responsabilidades consigo mismo, está a salvo y sólo tiene enfrente el juicio de la historia. Pero no te aflijas, mejor proponte otras disyuntivas fatales: ¿en 2010 habrá más desempleados que habitantes de México? ¿La conmemoración del bicentenario se traducirá en más juegos de artificio que discursos sobre el padre Hidalgo? Si por una puerta entra Benito Juárez y por otra el emperador Maximiliano, ¿a quién saluda primero la buena sociedad? Esos son dilemas, aunque claro, a estas alturas todos interrogan por la supremacía en el desastre de Calderón o del gobierno de Calderón.
Ya no sabes qué hacer para terminar el artículo porque te rompí tu esquema de regaños al pasado, al presente y al porvenir, los tres malos alumnos en todo articulista. Imagino que en esta parte dirías: “Se ha derrochado muchísimo dinero en el IFE, mientras esa institución, que podría llamarse Instituto Fallido del Estado, regala millones a sus multados, y se tarda lo suficiente como para favorecer las mañas de Demetrio Sodi”. Sí, por allí ibas, te conozco como si fueras distinto a mí, y por eso me apresuro a elogiar tu derecho al lugar común. Todos tenemos nuestro archivo de lugares comunes; es el depósito de reflejos condicionados de la palabra que nos permite circular en sociedad sin riesgo. Sé que estás a punto de emitir una condena al Tribunal Electoral por su docilidad ante… ¿ante quién, ante Calderón o ante el gobierno de Calderón? Que no son lo mismo lo dicen las noticias. Así, por ejemplo, Calderón acusó al ateísmo del crecimiento de las adicciones, y sin embargo todavía no hay un edicto real en el que se aumente la pena de aquellos infractores de la ley que, además, no crean en Dios. Calderón habló de la anormalidad de las madres solteras y pidió a la sociedad comprensión y ayuda para las familias disfuncionales que subvertían (la palabra no es suya) la armonía social. Pese a esto, el gobierno no ha prohibido partos de mujeres que no estén acompañadas de sus legítimos esposos ni ha exigido que se cancelen las exhibiciones de tv de Nosotros los pobres, la apoteosis de la familia disfuncional: padre soltero, hermana prostituta, hija que ignora la identidad de sus padres, novia con padrastro mariguano… Si eso no es romper la armonía social…
Perdona que quiera evitar tu jogging de lugares comunes; por eso ganan las imágenes, porque aunque se repitan no son tan repetitivas como los bloques verbales. A ver, ¿qué ibas a decir de los derechos humanos? Para que veas, ahí siempre tiene caso la repetición, y… Ya sé que el lugar común es un puente entre dos reflexiones malogradas. Y, otra vez, no me resuelves qué es más contradictorio y fallido: Calderón o el gobierno de Calderón. Si tienes una respuesta no se te olvide situarla en tu próximo artículo.
Escritor
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