Es injustificable que haya tanta pobreza en México, cuando en realidad el territorio nacional posee recursos suficientes para que no existiera ese flagelo. Cifras oficiales dan cuenta de que 54.8 millones de mexicanos están en esa condición, cantidad demasiado alta para una nación con amplias expectativas de formar parte de los llamados países del primer mundo. Si tuviéramos un Estado como el japonés, el alemán o el holandés, estaríamos en el nivel de potencia económica, pero como somos dirigidos por un puñado de tecnócratas inescrupulosos, dependientes además de la superpotencia del Norte, nuestra realidad es la de una nación tercermundista con amplias posibilidades de seguir descendiendo al nivel de un país africano.
Ciertamente, ha sido una desgracia para México la vecindad con Estados Unidos, cuya voracidad no tiene parangón con ningún otro imperio a lo largo de la historia de la humanidad. Pero más lamentable es que sólo en muy cortos periodos de tiempo el Estado mexicano ha tenido la fortaleza y capacidad para enfrentar las embestidas expansionistas de nuestros vecinos.
A partir de la instauración del neoliberalismo, la entrega de nuestros recursos a inversionistas extranjeros ha sido el común denominador, decisión reaccionaria que ha influido en un más acelerado proceso de empobrecimiento, como lo demuestran las estadísticas y la propia realidad nacional. Volvimos a los tiempos del porfiriato, cuando empresarios extranjeros tenían más derechos y garantías que los propios mexicanos.
Sin embargo, según Felipe Calderón, “estamos resolviendo los mexicanos los problemas ancestrales del país”, pues los municipios más pobres “han mejorado su situación”. Es obvio que vive muy alejado de la realidad, rodeado de cientos de guaruras que le impiden conocer algo de los problemas ancestrales que agobian a la mitad de la población del país. Aun cuando haya visitado algunas regiones marginadas de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, lo ha hecho como si llevara una gruesa venda en los ojos, por eso, sin recato alguno, hace declaraciones tan absurdas. Lo cierto es que la pobreza en dichos estados ha ido en aumento, y en otros, donde no era tan aguda, como en Durango, Zacatecas y Nayarit, ahora se ha convertido en un lastre social de graves consecuencias, entre las que destaca el aumento de la violencia ligada a la delincuencia juvenil, pues la mayoría de delincuentes y víctimas de la violencia es joven.
Afirma Calderón que la pobreza durante su “administración” se combate con hechos, y puso como ejemplo la subestación eléctrica de Chemax, Yucatán. Y lo dice sin parar mientes en que envió a la pobreza a más de 40 mil trabajadores de la extinta compañía Luz y Fuerza del Centro con tal de privatizar el sector y hacer un lucrativo negocio con la fibra óptica, que costó al erario nacional la friolera de 30 mil millones de pesos. Los hechos a los que hace referencia el inquilino de Los Pinos no encajan con una realidad ominosa que amenaza convertirse en apocalíptica, de continuar como vamos. De ahí lo equivocado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al pretender relevar al Partido Acción Nacional (PAN) en la casa presidencial, siguiendo la misma política neoliberal y neoporfirista que el propio partido tricolor puso en marcha en 1983.
Así como Humberto Moreira puntualiza que “nada justifica la urgencia del PAN” para aprobar cuanto antes una reforma sustancial a la Ley Federal del Trabajo, también es válido señalar lo mismo en lo que se refiere a la aprobación inmediata de la iniciativa del tricolor de reforma a la Ley de Seguridad Nacional, que daría facultades extralegales al presidente de la República para utilizar a las Fuerzas Armadas contraviniendo los preceptos constitucionales. Al PRI le urge que se apruebe dicha iniciativa, incluso violando el reglamento de la Cámara de Diputados, pero Moreira opina, en lo referente a la iniciativa panista, que “se puede llevar al otro periodo de sesiones, es decir, no hay algo que implique que si no sale ahorita tiene algún problema para el país”. Entonces ¿por qué la prisa de los priistas en el Congreso para que se apruebe ahora la reforma a la Ley de Seguridad Nacional?
Lo que les interesa a ambos partidos ligados a la oligarquía son sus propias agendas, no el interés del país, flagelado por gravísimos problemas que la oligarquía ha propiciado con sus ambiciones irracionales, pues no hay explicación alguna para amasar tanta riqueza en medio de tanta pobreza. Así como vamos, tendrá que llegar el día en que el mercado interno se reduzca a su mínima expresión, con los problemas colaterales que tal situación acarrearía. Esto no parece importar a la minoría que se beneficia todavía con un modelo económico excluyente como ningún otro, al fin que sus riquezas ya están a buen recaudo en el extranjero. Con todo, no se ponen a pensar que también podría llegar la hora en que ni ellos mismos estarían a salvo, como ocurrió con el empresario lagunero Carlos Ignacio Valdés Berlanga.
*Periodista
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