9/19/2011

Impunidad marca de nuestros tiempos


Samuel Schmidt
schmidt@mexico.com



De los muchos asesinatos que ha habido en México hay uno que resalta por la audacia del criminal, ya que se atrevió a matar justo en las puertas del Palacio de gobierno de Chihuahua, no obstante estar totalmente cubierto por cámaras. Se reporta la existencia de diez videos que registraron el crimen, aunque el hijo sobreviviente de esta tragedia solamente ha recibido dos.

Este caso está lleno de aristas complejas y difíciles de aceptar. Todo empezó cuando Sergio Barraza mató a su novia y aceptó la culpabilidad, sin embargo en el juicio resultó libre, por una vez más, un tecnicismo. La madre de la víctima y el hijo lo buscaron, al igual que al cuerpo de la asesinada. Un tip los llevó a una porqueriza donde efectivamente estaba enterrada la joven (Rubi). Madre e hijo se empeñaron en buscar al culpable y lograron entregarlo tres veces, mismas que logró salir, el argumento: era Z. Este caso es muy parecido a un sicario detenido en Tabasco y soltado porque su defensa es que era Z, este terminó incendiando un casino en Monterrey; Barraza terminó asesinando a la madre de su novia (Marisela Escobedo) y la familia de ella ha sufrido una persecución implacable, donde hay más asesinatos, incendio de negocios, etc.

La familia de Marisela ha tenido que huir del país, su nuera Mónica Arias Hernández ha logrado el asilo con un reconocimiento tácito que el gobierno mexicano es incapaz de proteger a sus ciudadanos, sin embargo, su hijo, Juan Fraire Escobedo quién empezó la búsqueda de víctima y victimario, ha seguido la cruzada para que castiguen al culpable de ahora dos crímenes en su familia, se enfrenta al muro de la ignominia que tolera y tal vez impulsa la impunidad. El ha salido del país y ha solicitado asilo político en Estados Unidos, donde ha tenido que pasar cuatro meses encarcelado por el servicio de inmigración. Por supuesto que carece de ayuda profesional, por ejemplo la que amerita una persona que paso por la tragedia de ver a su hermana y madre asesinadas, la del tener que huir y ser encarcelado, el impacto de la prisión, y el hecho de ser un joven perseguido que tiene miedo, mucho miedo.

La historia que rodea al caso es por demás conocida. Evidencias ocultas, rendición de cuentas escasa y amenazas de muerte a los personeros de las víctimas. Cada vez que se acercan en Chihuahua a solicitar información los alcanza una llamada diciéndoles que le paren si quieren seguir viviendo. Una persona muy cercana al caso me dijo: o son la policía o los criminales; o una combinación de ambos agregaría yo.

Juan Freire empieza una nueva protesta con la esperanza de que el asesinato no termine por olvidarse y que la investigación no cese disfrazada por las decenas de miles de muertos en el país. Empieza una protesta ante el Consulado de México en El Paso y entre sus demandas le pide al gobernador de Chihuahua que los investigadores informen sobre el desarrollo de sus pesquisas, y dado a que el tuvo que huir del país para que no lo maten, que los investigadores cumplan con esta encomienda en El Paso. Pide que le entreguen copia de los videos existentes sobre el asesinato de su madre, pide que se investiguen y cesen las amenazas de muerte a la gente que los asiste y que la Comisión Nacional de Derechos Humanos informe sobre lo que ha hecho respecto a su queja. Juan tal vez piensa que algo están haciendo y las autoridades tienen la obligación de informar, ya veremos si la comisión no sale con uno más de sus silencios.

El gobierno se ha empeñado en hundir a las víctimas en el anonimato. Ha insistido en relacionar a todos los muertos y desaparecidos con el crimen organizado, tal vez porque así sienten poder justificar evadir su responsabilidad de investigar, pero las víctimas tienen nombre, apellido y rostro, gracias al internet ya cuenta con una página donde se puede atestiguar los abusos del caso. www.mariselaescobedo.com.

Marisela Escobedo le solicitó ayuda a Felipe Calderón y hoy está muerta. El gobierno es incapaz de proteger a sus ciudadanos y éstos cada vez tienen que optar por medidas extremas, aquellos que no pueden protegerse, terminan huyendo del país. Tal vez va siendo hora que los gobernantes rindan cuentas y como bien dijo Martí frente al asesinato de su hijo: si no pueden que se vayan, pero tal vez llegó el momento que exijamos que la justicia se enfoque sobre aquellos que debiendo proteger a la sociedad no lo hicieron.

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