No es un secreto y siempre lo mantuvimos como un tabú. México es racista. Y como dijeran las abuelas, para muestra un botón. Una alerta roja ha sido la campaña lanzada a inicios de este mes por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED). Dentro de la campaña “Racismo en México” se distribuyó viralmente un video. En él, aparecen niños mexicanos que de acuerdo con ciertas preguntas expresan sus preferencias frente a dos muñecos, uno blanco y otro moreno.
Las preguntas fueron muy simples. Pero las respuestas son realmente aterradoras. Nuestros niños mexicanos piensan de manera totalmente racista. Mostraron mayor preferencia por el muñeco blanco al que consideraron que generaba confianza, simpatía y otros hasta se sentían reflejados en él, aun a pesar de que varios de los entrevistados eran de tez morena. En cambio, al referirse al muñeco moreno, los niños respondían que les generaba temor, la idea de violencia e incluso que era feo.
Dicho experimento, según indican al final del video, fue una réplica del que se habría diseñado por los psicólogos afroamericanos Kenneth y Mamie Clark en la década de los 40 en Estados Unidos y que funcionó como elemento clave en las disposiciones de la Corte Suprema en materia de derechos civiles.
Igualmente, entre los comentarios hechos al terminar de ver el video es que el racismo es un fenómeno que se transmite y reproduce culturalmente. Visto así, tenemos una gran responsabilidad, pero si bien no se indica una propuesta de qué hacer, sí queda claro que no estamos en buen camino, sobre todo cuando México se siente vulnerado en sus valores éticos y culturales. Y en este sentido, como padres y profesores, tenemos una gran responsabilidad.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Discriminación, más del 40% de la población cree que hay un trato diferenciado a las personas en razón al tono de la piel, “incluso hay un porcentaje que cree que se justifica insultar a las personas en la calle por su tono de piel”.
Pensar que frases como “cásate con esta chica para que mejores la raza”, “uf, ese tipo es indio” son inofensivas, es totalmente ridículo. Sin embargo, y por desgracia, han sido utilizadas prácticamente desde la Colonia y en vez de que el mestizaje nos hubiera hecho más orgullosos de la mezcla racial, pareciera que nos tenemos que avergonzar de lo que somos y lo que representamos. En ocasiones, es más común escuchar a extranjeros valorando más nuestra cultura que lo que hacemos nosotros mismos sobre “lo mexicano”. Incluso no es difícil ir al mercado y escuchar a los vendedores ofrecer sus productos con el típico “güerita, güerita”, aunque la gente sea morena. Se infiere que la posición económica está ligada a la raza. Es decir, todo se explica a partir de lo que se ve. De la mera percepción y no de datos concretos. Siendo así la realidad, pareciera que nos volvemos cada vez más visuales y menos racionales.
Como decían los que hicieron esta investigación, el estudio con los niños es una réplica de lo que se identificaba en Estados Unidos en los 40. Con 70 años de atraso venimos a ver que México vive algo similar y que el racismo ni siquiera es contra la raza del otro, sino con la misma.
En Estados Unidos se escuchan siempre los reclamos que hacemos contra los estadounidenses por el maltrato que nos dan a los mexicanos en particular y a los latinos en general. Acusamos a ese país de racismo porque nos aplican leyes como la de Alabama o la Ley Arizona que son totalmente discriminatorias y con la posibilidad de sospechar de nosotros y de pedirnos los papeles migratorios tan solo por el color de piel.
Y aunque en Estados Unidos, un país económicamente más desarrollado y con estudios como el del matrimonio Clark hace 70 años le han ayudado a establecer leyes, el racismo interno persiste. Apenas en estos días el Bank of America tuvo que pagar la cifra de 335 millones de dólares por obstaculizar créditos a afroamericanos e hispanos entre el 2004 y el 2008. Siendo así la noticia queda claro que no deja de haber racismo, pero al menos hay leyes que pretenden atenuar o castigar prácticas nocivas en una sociedad.
Pero ¿qué hay de nuestras actitudes cotidianas en México frente a nuestros propios connacionales en nuestro territorio? ¿O incluso sobre extranjeros latinoamericanos o centroamericanos? Todas nuestras actitudes tienen efectos sobre las personas y de eso debemos estar consientes. De un rechazo a la gente, de un sentido de superioridad, derivan muchos más actos que se dan en la vida cotidiana, tales como presiones y molestias a niños y jóvenes, bromas sobre género, preferencia sexual o color de la piel, hasta asaltos, secuestros, asesinatos. Al no pensar en el otro como persona con igualdad de derechos es muy fácil generar violencia y contra violencia.
Deberíamos pensar todos en reivindicarnos nosotros mismos. Reivindicar el mestizaje, lo mexicano. Una vez que nos valoremos podremos recuperar el México cargado de violencia, del valemadrismo, el clasismo y el racismo, por tan sólo mencionar unos cuantos de nuestros males culturales con efectos en nuestros conciudadanos y en nosotros mismos. Ojalá la nota en un tiempo sea que México no es racista o que al menos cuente con medidas que ayuden a disipar esta centenaria práctica en el país. Que este estudio con los niños nos ayude a reflexionar y hacerlos mejores personas de lo que hemos sido hasta ahora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario