12/21/2011

Caso Tajonar: Admiten Finalmente Sociedad entre Grupo Milenio y Grupo Televisa


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El director general editorial de Grupo Milenio, Carlos Marín, admitió en su carta de respuesta al columnista Héctor Tajonar que este grupo “está asociado en los sistemas de cable en el norte de México con Televisa”, el principal corporativo de medios de comunicación en el país, aunque aclaró que “para nada en la señal de Milenio TV” que se transmite en televisión restringida.

En esta carta de respuesta, Marín considera como una “mentira” el argumento de Tajonar, colaborador semanal durante cinco años en Milenio Diario, quien renunció a sus colaboraciones argumentando en una carta pública que Marín le pidió que “dejara de criticar a Televisa en mi columna, aduciendo que Milenio Televisión está asociado con esa empresa para sus transmisiones en cable”.

Tajonar argumenta también en su carta titulada “Sentido adiós a Milenio que “dejar de criticar a Televisa, como me lo has pedido, equivaldría a dejar de criticar a Peña Nieto. No puedo aceptar el ejercicio de un periodismo amordazado”.

El ex colaborador, quien trabajó durante 20 años en Televisa, también interpreta que el “exhorto a la autocensura” en Milenio es “el resultado de los estrategas de Peña Nieto, cuya función primordial es cuidar la imagen del candidato, la cual ha resultado un tanto dañada en días recientes”.

“Entiendo que les haya incomodado mi texto publicado hace dos semanas en este espacio, titulado ‘Los dos Peña Nieto’, en el cual menciono que la popularidad del personaje está íntimamente vinculada al secreto mejor guardado por el candidato del PRI: el costo financiero y político de su alianza con Televisa”.

En la revista Proceso se ha documentado desde octubre de 2005 que el ex gobernador del Estado de México firmó un primer convenio con Televisa y sus empresas intermediarias –TV Promo y Radar- por un monto total anual de 742 millones de pesos, incluyendo “entrentamiento”, entrevistas pagadas en los espacios informativos y un “Plan de Trabajo” para llevarlo a la candidatura presidencial.

También la alianza entre Grupo Milenio y Televisa quedó confirmada desde que la empresa de Emilio Azcárraga Jean adquirió desde marzo de 2006 el 50 por ciento de Televisión Internacional S.A. de C.V. (TVI), propiedad de Grupo Multimedios, al cual pertenece el Grupo Milenio.

TVI ofrece los servicios de televisión por cable en las principales ciudades del noreste del país, como Nuevo León y Coahuila, y es propiedad de Francisco González Sánchez, presidente también de Grupo Milenio.

Televisa incrementó ya su inversión en TVI que ahora se denomina Televisa Monterrey y forma parte de la alianza entre Cablevisión, Cablemás y Megacable para dar los servicios de triple play conocida como Yoo.

El director editorial Carlos Marín confirmó en su carta de respuesta a Tajonar lo que durante años han negado a nivel público tanto Milenio Diario como Televisa.

Reacción en redes sociales

Durante toda la mañana del miércoles 21 de diciembre, en Twitter la salida de Héctor Tajonar se convirtió en uno de los temas más mencionados (Trending Topic), destacando este suceso como una identificación de intereses entre Grupo Milenio, Grupo Televisa y la campaña de Enrique Peña Nieto, el político que ha destinado más recursos para promoverse en medios de comunicación electrónica.

Por ejemplo, la cuenta @Libreria_EPN sintetizó: “La renuncia de Héctor Tajonar a Milenio, confirma el enorme peligro para la democracia que representa la alianza entre Peña Nieto y Televisa”.

@NetasMx: “El columnista Héctor Tajonar renuncia a Milenio. Le pidieron no criticar a Televisa el #PRI y Peña @EPN. 1 ejemplo de lealtad a la profesión!”.

También en diversos sitios en internet y en blogs se destacó la historia como un vínculo de protección entre Televisa y Peña Nieto: www.el5antuario.org. aquí el contenido:

Los dos Peña Nieto


El pasado fin de semana, en la Feria del Libro de Guadalajara, se hizo patente la existencia de dos Enrique Peña Nieto: el inventado por la televisión, con la ayuda de la maquinaria del PRI, y el verdadero. El primero de ellos tiene altas probabilidades de ganar las elecciones presidenciales del año próximo. El segundo, el real, es quien tendría la responsabilidad de gobernar a México. Eso es lo preocupante.

El primer Peña es un personaje ficticio, producto de la mercadotecnia política e impulsado por la penetración de la pantalla televisiva, a quien hemos visto durante los últimos seis años en infomerciales, programas especiales y entrevistas pactadas. Gracias a la popularidad que le ha dado la costosa estrategia de comunicación negociada con Televisa por un monto y bajo condiciones que hasta ahora se han mantenido en la más absoluta opacidad, es el puntero en la carrera presidencial.

En su más reciente puesta en escena el primer Peña presentó un libro, supuestamente de su autoría, sobre el cual disertó con la seguridad de un actor adentrado en su personaje. Todo iba de acuerdo al guión hasta que un pequeño detalle hizo aparecer al otro Peña, el verdadero. El resultado fue tan penoso como elocuente. Ante la pregunta de un reportero, fue incapaz de mencionar un solo libro que hubiera leído en su vida, confundió autores y títulos, mencionó a la Biblia como lectura de adolescencia. Eso sí, la incoherencia de sus palabras siempre estuvo acompañada de los movimientos corporales utilizadas en sus discursos memorizados.

No se trató de un mero error, de un olvido o de una pifia, sino de la exhibición del verdadero Peña, en la desnudez de su ayuno cultural, en la vulnerable soledad de sus propias aptitudes intelectuales y políticas, sin la protección de los asesores, cámaras y guiones que rodean al Peña (pre)candidato, personaje y producto electoral.

Al igual que Fox, Peña es un candidato mediático, pero a diferencia del panista que logró su popularidad como resultado de un estilo auténtico en su desparpajo, en Peña Nieto todo es artificio, cartón, apariencia. Fox no pretendía ocultar su rusticidad, sino hacía de ella un instrumento para acercarse a la gente. Peña, en cambio, se ha tenido que transformar en actor para representar a un personaje de ficción creado para hacerlo atractivo, “vendible” al electorado. La creación de dicho personaje no ha excluido los aspectos más íntimos de su personalidad y de su vida privada, los cuales han sido utilizados como parte de la estrategia de venta del producto electoral.

El analfabetismo funcional de los políticos mexicanos no es novedad y no sería la primera vez que uno de ellos ocupara la vapuleada silla del águila. Sin embargo, lo novedoso y grave de esta posibilidad radica en la perversidad con la que confluyen tres actores vinculados con el analfabetismo funcional, esa forma denigratoria de la dignidad humana. Por una parte, la televisión propicia el alejamiento de la lectura; por otra, 80 por ciento del electorado se informa exclusivamente a través de la televisión, y ahora, para completar el terceto, el candidato del PRI ha mostrado su abierto desdén por los libros.

El problema de fondo no es sólo la aversión de Peña por la lectura, sino la estrategia para llevarlo al poder. Estamos ante un caso inédito en la historia de México: la creación de un personaje inventado por la televisión y por el partido que durante siete décadas mantuvo al país bajo la sombra del autoritarismo para recuperar la Presidencia.

La interrogante es si las estructuras de poder que dictan los guiones disciplinadamente aprendidos por el (pre)candidato priista, seguirán normando sus decisiones. El secreto mejor guardado de Peña Nieto es el costo financiero y político de su alianza con Televisa.

Si a ello agregamos el apoyo abierto al sindicato de maestros y a su lideresa, con quien se ha aliado electoralmente a cambio de garantizarle el poder de seguir dictando la política educativa del país, la perspectiva de mejorar la educación en caso de que resulte electo se diluye. La educación seguiría en manos de Gordillo, fortalecida por el aval de los creadores del corporativismo mexicano.

¿Qué tanto disminuirá el apoyo de un electorado que no lee hacia el verdadero Peña? Al votante le tocará distinguir entre los dos Peñas y optar por él o por sus adversarios, que tampoco parecen haber leído más libros de los que han escrito. El analfabetismo funcional campea.

fuente:
http://edomex.milenio.com/cdb/doc/impreso/9075001

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