El fotógrafo Anton Kusters pasó varios años documentando la subcultura japonesa Yakuza para sus series “893-Yakuza”. Se trata de un recuento personal y visual de la vida dentro de una subcultura de difícil acceso, relacionada con la familia tradicional japonesa que controla la delincuencia en las calles de Kabukicho, en el corazón de Tokio, Japón.
No obstante que la Yakuza tiene una antigüedad que se remonta al siglo XVII, es una organización criminal mucho menos conocida que, por ejemplo, las mafias tradicionales de Nueva York.
Las imágenes de Anton Kusters son un recorrido por los hábitos, la apariencia y las marcas de quienes decidieron en algún momento de su vida sumarse a las filas de dicha la Yakuza, que si bien opera internacionalmente, tiene en Tokio su centro de operaciones.
Kusters consiguió sus tomas luego de varios contactos y la aprobación del jefe último de los Yakuza, Soichiro Kitamura, además de dos años de intenso trabajo.
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