Samuel Schmidt
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Los priistas están muy molestos porque Felipe Calderón declaró que su candidata se acerca en las encuestas a Peña Nieto, dicen que la declaración demuestra que hay involucramiento presidencial en la elección, de lo que no parece haber duda.
El tema presenta varias aristas interesantes:
1) El presidente, que en este caso no actúa como jefe de Estado porque ese papel le queda muy grande, tiene la prerrogativa y el derecho de hacer política a favor de su partido y esto incluye trabajar para su candidata, solamente que es un servidor público, al cual los ciudadanos le pagan su salario, luego entonces, debe guardar cierta neutralidad determinada por la ley, especialmente, porque la elección es una suerte de evaluación de su administración. Cargar los dados desde el poder violando flagrantemente la ley, deteriora al estado de derecho y con esto su juramento de cumplir y hacer cumplir las leyes. Hay pero es que la memoria es tan bil y seguro ya se le olvido.
2) ¿Qué hace la oficina presidencial ordenando encuestas electorales? Nuestros impuestos no son para que un partido cuente con estudios que apoyen su posición en la competencia electoral. Si estas encuestas se hacen con fondos públicos entonces deben hacerse públicas para que todos los partidos políticos las puedan usar. Ahora ya empezó la explicación de que la encuesta la hizo el PAN y no la presidencia. ¿Quién miente?
3) En plena veda electoral, el presidente declara sabiendo que los candidatos afectados no pueden hacer uso de los micrófonos con el riesgo de violar la ley. La veda es una aberración, pero es culpa de los diputados que ponen piedra en el camino a riesgo de luego tropezarse con ellas. Pero aún siendo aberrante también le aplica al presidente, porque suponemos que no puede ponerse por arriba de la ley y las instituciones, aunque en México, esta es solamente una premisa más que no necesariamente tiene que cumplirse.
Algunos perredistas están molestos por la posible nominación de Manuel Bartlett a senador por Puebla. Este político fue el artífice del fraude electoral que evitó que Cuauhtémoc Cárdenas llegara a la presidencia, hecho que marcó el devenir del país, porque facilito la llegada a la presidencia de uno de los neoliberales más recalcitrantes, cuyas políticas empobrecieron a un elevado número de mexicanos; bajo su manto creció el narcotráfico, según dicen con el involucramiento de su hermano, el que terminó encarcelado y el tuvo que salir huyendo del país para evitar la furia de su sucesor. Todo esto lleva marcado Bartlett.
Pocos políticos en México llevan consigo una marca de intolerancia, poca probidad, y suciedad política como Bartlett. Lo más importante es, que mientras su partido, el PRI, se lo quita de encima, lo rescata el PRD, partido agraviado directamente por las acciones del poblano y sin duda, la nominación creara tensiones internas, sin que haya garantía de que el político produzca una buena cantidad de votos. Solamente estando las cosas de cabeza, se puede ver un acto de esta naturaleza.
Una madre declara que se debe evitar que su hijo sea trasladado a otro penal, porque de ser así será hombre muerto. Lo más estremecedor del caso es que según ella, su hijo es de los que mandan en el penal donde está recluido. Ya sabíamos que los reclusos manejan los penales del país, pero faltaba que nos lo dijera una testigo de calidad y con información de primera mano.
El penal en cuestión sufrió una fuga de decenas de reos y luego un motín con muertos. Las autoridades por supuesto que se tratan de lavar las manos, se echan mutuamente la bolita y en lugar de reconocer sus faltas para corregir las anomalías, buscan cargarles la mano a sus adversarios.
México está de cabeza, la política no funciona para arreglarle la vida a los ciudadanos y más bien, parece suceder todo lo contrario, nuestros politicos le dan la razon a Ayn Rand, quien hace más de medio siglo escribió un libro que toca a México (Atlas shrugged) y en el que hace una referencia al país, la dureza del comentario no hay que dejarla de lado, porque como están las cosas, parece darle la razón a la autora cuando un personaje le pregunta a otro:
“Y tú crees que es un error involucrarse en desarrollar a un país sub privilegiado que nunca tuvo la menor oportunidad”.
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