Monedero
Por Carmen R. Ponce Meléndez*
México, DF, 5 jun 12 (CIMAC).- Hasta ahora, las campañas presidenciales muestran un bajo perfil en materia de propuestas de género; una de ellas y muy importante es la necesidad de plantear políticas públicas para armonizar trabajo y familia en beneficio no sólo de las mujeres sino de toda la sociedad en su conjunto y en aras de la democracia.
La incorporación de las mujeres al mercado de trabajo se ha acompañado con la crianza de los hijos, el cuidado de los enfermos, las personas de la tercera edad, y todas las tareas relacionadas con las labores domésticas.
Es el trabajo doméstico no remunerado de los hogares (TDNRH).
Durante 2010, por cada 100 horas de este trabajo las mujeres aportan 79.4 horas; corresponde a 76 de cada 100 pesos generados y representa 21.9 por ciento del PIB, mientras que la aportación de los hombres es de únicamente 5.3 por ciento (resultados de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México, serie 2006-2010, Inegi).
“Al dimensionar el esfuerzo de la sociedad para producir los bienes y servicios necesarios para su consumo, se observa que en 2010 los hombres realizaron la mayor parte del trabajo con mil 442 millones de horas trabajadas a la semana, mientras que las mujeres totalizaron 731 millones de horas.
“Sin embargo, al adicionar las horas de TNRH son las mujeres las que tienen la mayor carga de trabajo al generar 2 mil 344 millones de horas a la semana, frente a mil 859 millones de horas realizadas por los hombres”. Una desigualdad a costa del deterioro físico y mental de ellas y de su entorno.
TRABAJO Y FAMILIA
Por cada 10 personas ocupadas laboralmente, más de un tercio son mujeres, son 17.7 millones, de las cuales 72.7 por ciento –siete de cada 10– son madres de por lo menos un hijo nacido vivo; son 12.9 millones de madres trabajadoras en un rango de más de 15 años (datos al I trimestre 2012, Inegi).
La gran mayoría –96 por ciento– combina sus actividades extra domésticas con quehaceres domésticos, realizan trabajo doméstico no remunerado. Más de un tercio (34.2 por ciento) están en la informalidad, sin protección social, mientras que las mujeres sin hijos únicamente representan una proporción de 20.5 por ciento.
El grupo más representativo de estas madres-trabajadoras lo constituyen las madres solteras (72 de cada 100), seguido del de divorciadas y viudas.
Este contexto provoca que la mitad de ellas (50.8 por ciento) no obtenga la licencia médica cuando la requieran por parto o por complicaciones del embarazo y aborto. Datos de la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social (ENESS) 2009.
Sin duda uno de los problemas más importantes que enfrentan las madres trabajadoras es el cuidado de sus hijos pequeños, niños menores de siete años, en el horario laboral. Conforme a datos del Inegi de 2009, este cuidado está a cargo de la abuela (28.1 por ciento), la mamá los lleva al trabajo (26.4 por ciento); o están al cuidado de otro familiar (17 por ciento).
Únicamente 9 de cada 100 hijos de trabajadoras son atendidos en guarderías públicas o privadas, y es creciente el número de niñas y niños que se quedan solos mientras su madre trabaja, generando serios problemas de salud y cohesión social, no hay armonía entre trabajo y familia.
Conforme a la cuenta satélite para este tipo de
trabajo no remunerado del Inegi, el “proporcionar cuidados y apoyo a los
integrantes del hogar” aporta 6.9 por ciento del PIB.
Esta función de cuidado recae esencialmente en las mujeres, al igual que la de proporcionar alimentación, donde la proporción entre mujeres/hombres es de 8 a 1, siendo ésta la función con menor aportación masculina.
“Además, las mujeres que habitan en hogares nucleares con presencia de menores de seis años generaron en promedio una aportación de 56 mil 500 pesos, mientras que para aquellas mujeres que viven en hogares que no cuentan con niños menores de seis años el monto fue de 31 mil 400 pesos”. Es contundente la sobrecarga de trabajo que llevan a cuestas las trabajadoras con responsabilidades familiares.
Para resolver estas desigualdades se requieren políticas públicas del Estado: más y mejores guarderías; apoyos a las personas de la tercera edad; licencias de paternidad; campañas mediáticas de educación para lograr una mayor participación masculina en estos trabajos; comedores y lavanderías públicas; en síntesis, políticas públicas con perspectiva de género para 53 de cada 100 habitantes de este país y un padrón electoral que se está feminizando.
ramona_melendez@yahoo.com.mx
Esta función de cuidado recae esencialmente en las mujeres, al igual que la de proporcionar alimentación, donde la proporción entre mujeres/hombres es de 8 a 1, siendo ésta la función con menor aportación masculina.
“Además, las mujeres que habitan en hogares nucleares con presencia de menores de seis años generaron en promedio una aportación de 56 mil 500 pesos, mientras que para aquellas mujeres que viven en hogares que no cuentan con niños menores de seis años el monto fue de 31 mil 400 pesos”. Es contundente la sobrecarga de trabajo que llevan a cuestas las trabajadoras con responsabilidades familiares.
Para resolver estas desigualdades se requieren políticas públicas del Estado: más y mejores guarderías; apoyos a las personas de la tercera edad; licencias de paternidad; campañas mediáticas de educación para lograr una mayor participación masculina en estos trabajos; comedores y lavanderías públicas; en síntesis, políticas públicas con perspectiva de género para 53 de cada 100 habitantes de este país y un padrón electoral que se está feminizando.
ramona_melendez@yahoo.com.mx
Twitter: @ramonaponce
*Economista especializada en temas de género.
*Economista especializada en temas de género.
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