Alberto Aziz Nassif
Hace
una semana me preguntaba en este espacio si era inevitable el triunfo
del PRI; ahora considero que no, que López Obrador se ha posicionado al
alza y cuando faltan 25 días para las elecciones tiene posibilidades de
ganar el próximo 1 de julio. Esa es la novedad de un clima electoral que
ya cambió.
Ante
el crecimiento de AMLO también empezó la guerra sucia; tanto del PAN
como del PRI llegaron los ataques. ¿Regresamos al 2006? La diferencia es
que hoy el movimiento #YoSoy132 ha generado un contexto diferente, la
exigencia de una agenda contra el viejo régimen, que representa el
regreso del PRI o la continuidad del panismo. El ambiente político se ha
movido de forma impresionante desde el viernes negro donde Peña fue
abucheado en la Ibero, hasta la asamblea del movimiento en la UNAM el 30
de mayo, en donde se pide juicio político contra Calderón, Peña y
Gordillo. Las mediciones electorales ya registraron este cambio: casi
todas las encuestas ubican a AMLO en segundo lugar, Buendía marca en 16%
la diferencia entre Peña y AMLO (El Universal, 4/VI/2012) y Parametría
la pone en 13%, pero "Reforma" (31/V/2012) estableció una distancia de
sólo cuatro puntos: Peña 38% y AMLO 34%, con Josefina en un lejano
tercer lugar con 23%. ¿Cuál medición se acerca más a la realidad?
El
contexto de exigencia para los candidatos ha crecido de forma
importante. Estamos asistiendo a la expresión de una sociedad
desencantada con la política, pero que en esta campaña recupera su
dignidad ciudadana y exige sus derechos. Este nuevo clima de exigencia
ha sido potenciado por los universitarios, pero tiene amplios apoyos en
otros sectores sociales. El eje dominante de la contienda presidencial
es: si vamos o no a regresar al viejo régimen en el que está soportada
la candidatura de Peña, porque como dijo uno de los universitarios: "no
es odio ni intolerancia contra su nombre, sino hartazgo e indignación
ante lo que éste representa".
La
maquinaria priísta se atascó, no estaba preparada para un movimiento
social que ha movido el escenario electoral. Parece que no hay spots,
compra de voto o maniobra que alcance para neutralizar esta movilización
que se dice heredera de las crisis económicas, los fraudes electorales,
la represión y los malos gobiernos de PRI y PAN. La candidata
blanquiazul es heredera de un gobierno que ha dejado, como le dijo
Javier Sicilia, el país como "un camposanto". Peña es el heredero de la
corrupción y los poderes fácticos, por eso se ha convertido en uno de
los objetivos del movimiento estudiantil. Las herencias se pueden tapar
con maquillaje y spots en tiempos normales, pero en momentos
extraordinarios no hay forma de cubrir el lastre con mercadotecnia.
Vamos
hacia el 1 de julio con ingredientes de las últimas dos sucesiones
presidenciales; del 2000 se puede recuperar el ánimo por un cambio, el
voto como un instrumento que puede cambiar el régimen de forma pacífica
en las urnas. ¿Qué tanto se va a activar el voto útil en favor de la
izquierda? Esta opción necesita una oportunidad de gobernar al país. No
es una apuesta en blanco, los resultados en el DF son positivos: ahí
está la obra pública y el reparto de oportunidades a los más débiles.
Sería lamentable regresar a la época del PRI, de los gobiernos de
corrupción estilo Marín, Ruiz, Moreira, Yarrington; sería un desastre
continuar con los arreglos que el panismo contribuyó a reproducir con
las viejas estructuras del corporativismo sindical y los poderes
fácticos. El regreso del PRI o la continuidad del PAN significan seguir
con la administración de la pobreza, más desigualdad y mayor inseguridad
y violencia.
Del
2006 ya empezó una competencia ruda contra AMLO porque en PRI y PAN se
han encendido las alarmas. Ya se metió hasta Fox, un político decadente,
a apoyar a Peña. La diferencia con lo que sucedió hace seis años es que
el clima social ha cambiado y se han agravado muchos indicadores de
seguridad y gobernabilidad. La película del 2006 ya la conocemos,
esperemos que la izquierda responda con una estrategia más eficaz.
Probablemente en las próximas semanas veremos a Gordillo maniobrar en
favor de Peña, a las televisoras darle la última manita a su candidato, a
la maquinaria priísta en el pleito y al panismo dar golpes de ahogado,
sobre todo ahora que ya se rezagó. 2012 será otra vez entre dos, como
las sucesiones de 1988, 2000 y 2006.
Vienen
días complicados para definir el resultado electoral. Por lo pronto, el
próximo domingo será el segundo debate presidencial, veremos qué
pasa...
debate@debate.com.mx
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