Javier Flores
Hoy es un día en el que
será muy gratificante mirar al cielo. Un espectáculo maravilloso podrá
ser visto teniendo como fondo la circunferencia solar. Venus, La dorada,
como la llamaban los dioses en las traducciones latinas de los poemas
homéricos, paseará coqueta frente a nuestros ojos. El planeta que lleva
el nombre de la diosa –sin duda la más bella del Olimpo– recorrerá por
varias horas un trayecto entre el Sol y nosotros, compartiendo
generosamente su hermosura.
Venus, el nombre asignado a este planeta, era para los antiguos romanos la diosa de los jardines y los huertos. Deidad reconocida por diversas culturas, para algunos es la misma Ishtar venerada en la antigua Mesopotamia y Astraré entre los fenicios. Los romanos fusionaron a Venus con la Afrodita de origen griego. Era la diosa de la belleza y madre del amor, pero al mismo tiempo de los amores ilegítimos, los placeres y los vicios.
Las primeros cálculos sobre el tránsito de Venus son atribuidos a Johannes Kepler, quien estimó que éste ocurriría en 1631, pero murió un año antes de que pudiera corroborarse su predicción. A su nombre se suman los de otros grandes observadores del siglo XVII, como el de Pierre Gassendi, Jeremiah Horrocks y Edmund Halley, quien se dio cuenta de que la sincronización cuidadosa de los tránsitos podría ser útil para determinar la distancia entre la Tierra y el Sol, lo que permitiría obtener la escala de distancia absoluta de todo el sistema solar. Se trataba de uno de los mayores desafíos científicos en ese tiempo y condujo, desde el siglo XVIII, a la realización de grandes expediciones para medir con exactitud el fenómeno desde distintos puntos de la Tierra. Para algunos astrónomos actuales como Owen Gingerich, el tránsito de Venus marca el inicio de la gran ciencia internacional.
De acuerdo con la mitología, la diosa estuvo casada con Vulcano, pero cometió numerosas infidelidades con dioses y mortales. Son bien conocidos sus amores con Marte, Adonis, Dionisos, Hermes, Poseidón y Anquises, entre otros. Además de ser adorada, Venus era también una deidad temida, pues sus venganzas podían ser terribles. Así obligó a las hijas del rey Ciniras a prostituirse y castigó a las mujeres de Lemmos infundiéndoles un olor horrible que llevó a sus maridos a rechazarlas. Pero su principal virtud era, sin duda, su belleza inmortal, que ha quedado plasmada en obras como la del pintor renacentista Sandro Botticelli, en leyendas sobre una montaña en Alemania habitada por la diosa, que luego quedó inmortalizada en la nomenclatura anatómica referida al Monte de Venus.
Aunque en la actualidad se considera escasa la trascendencia científica del fenómeno, pues los astrónomos ahora pueden medir las distancias del sistema solar con mucha más precisión que con la técnica del tránsito, las observaciones que realizarán hoy los expertos pueden ayudar a la mejor comprensión de los exoplanetas, es decir, aquellos que giran alrededor de estrellas lejanas.
Venus, el planeta más cercano a la Tierra que en ocasiones podemos ver brillar aun en el día (es nuestro Lucero del alba), aparecerá hoy con la belleza y desdén de la diosa, como un lunar moviéndose pausadamente en la superficie del Sol. Es muy importante advertir que como su desplazamiento es sobre el disco solar, la observación debe realizarse a través de lentes o filtros especiales, para evitar daños en la vista… Aunque, como un día escribió el poeta Javier Molina:
No quedaron ciegos por mirar al Sol, sino por mirarse a sí mismos.
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