En
este contexto, es conveniente que el electorado reflexionara un poco
sobre las descalificaciones que se le hacen a López Obrador
Se esperaba que mientras más creciera el
apoyo popular a Andrés Manuel López Obrador, más iban a arreciar los
ataques contra el candidato del Movimiento Progresista. En este sentido,
son buena señal de que la campaña va en ascenso, contrariamente a lo
que indican encuestas amañadas, falaces, propagandísticas, sin ningún
valor real (María Marbán Laborde, consejera electoral, en “La Jornada”).
Sin embargo, no es prudente dejar que esos ataques se sigan produciendo
con total impunidad, pues la población poco informada pasaría a creer
que son ciertas las acusaciones. Sobre todo cuando no las sustentan
hechos concretos, sino simples suposiciones y dichos cargados de odio.
En este contexto, es conveniente que el electorado reflexionara un poco sobre las descalificaciones que se le hacen a López Obrador, a fin de tener mejores elementos de juicio para decidir su voto. Se entiende que miembros de la oligarquía y de la clase política lo ataquen, pues tienen pánico de que el tabasqueño llegue a la Presidencia de la República, porque saben que sus enormes privilegios, sus cuantiosos negocios hechos a la sombra del poder, estarían en riesgo. Están seguros de que no habría forma de tener componendas con Andrés Manuel, que les permitieran seguir disfrutando de canonjías indebidas, ilegítimas, incluso criminales como es el caso con la importación de granos u semillas, ya no se diga con la compra de gasolinas en el extranjero.
Lo que no tiene explicación lógica es que masas de desempleados, de trabajadores cuyo escaso salario no alcanza para llegar sin deudas al fin de la quincena, crean a pie juntillas los decires de los medios en contra del dirigente del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Lo que explica tal actitud es la falta de información política, la enajenación de que son víctimas por la misma pobreza en que sobreviven millones de asalariados, todo lo cual favorece que la propaganda negra tenga receptores, cuando es obvio el afán de destruir con la diatriba lo que no podrían lograr en las urnas, como es muy factible que suceda de acuerdo con las expectativas reales de las preferencias electorales el día de la votación.
¿Quiénes ven a López Obrador como “un peligro para México”? Precisamente quienes más se han dedicado a destruir al país y a las instituciones. Es un peligro para ellos, porque saben que se les acabarían las oportunidades para seguir medrando a la sombra del poder. ¿Por qué tanto empeño de Vicente Fox en que se vote a favor de Enrique Peña Nieto? Pues porque está consciente de que con el candidato del PRI su corrupción no sufriría mella, seguiría detentando sus riquezas mal habidas sin riesgo alguno de perderlas, ni siquiera de ser investigado. Sabe Fox que Josefina Vázquez Mota no tiene oportunidad de triunfar en los comicios de julio, por eso se arrima a quien sería su aliado natural, ya que Peña Nieto llegaría a Los Pinos únicamente a seguir depredando a la nación, garantizar que el grupo que lo patrocina cobre los favores hechos. Esto lo debería comprender el ciudadano común.
Es preciso que entienda “Juan Pueblo” que de continuar la derecha en el poder, con Peña Nieto en Los Pinos, el país estaría cancelando la vía pacífica para cambiar el régimen, porque se aferraría a conservarlo de la única manera factible: imponiendo el uso de la fuerza como principal argumento político, en un marco de represión agudizada por una más firme descomposición del tejido social, pues lo primero que haría el priísta al llegar a la casa presidencial, sería sacar adelante las famosas reformas estructurales que afectarían de manera criminal la economía de las clases mayoritarias. El cambio que promete sería éste, o sea profundizar aún más las injusticias que caracterizan al Estado mexicano de corte neoliberal.
Los más afectados serían los pequeños y medianos empresarios que han podido sobrevivir con miles de sacrificios, toda vez que se aceleraría el proceso de monopolización y privatización de los medios de producción, porque eso es parte fundamental de la estrategia neoliberal. Por tal razón, deberían ser los más firmes opositores a la continuidad de la derechización del sistema político, y los más entusiastas promotores de la democratización del país, pues avanzar en esa dirección les abriría amplias posibilidades de crecimiento sectorial, creándose así un formidable círculo virtuoso de alcances progresistas insospechados.
Quienes insisten en que López Obrador “es un peligro para México”, deben ser identificados como lo que son: gente sin escrúpulos, arribistas cínicos, corruptos irredentos, que únicamente están preocupados por sus mezquinos intereses, no por el futuro del país. López Obrador sí es un peligro, pero para quienes pretenden seguir mangoneando a la nación y a la sociedad nacional con una finalidad patrimonialista, sin importarles las consecuencias de sus ambiciones sin límites, de su corrupción sin freno y de su total falta de patriotismo y visión de futuro.
En este contexto, es conveniente que el electorado reflexionara un poco sobre las descalificaciones que se le hacen a López Obrador, a fin de tener mejores elementos de juicio para decidir su voto. Se entiende que miembros de la oligarquía y de la clase política lo ataquen, pues tienen pánico de que el tabasqueño llegue a la Presidencia de la República, porque saben que sus enormes privilegios, sus cuantiosos negocios hechos a la sombra del poder, estarían en riesgo. Están seguros de que no habría forma de tener componendas con Andrés Manuel, que les permitieran seguir disfrutando de canonjías indebidas, ilegítimas, incluso criminales como es el caso con la importación de granos u semillas, ya no se diga con la compra de gasolinas en el extranjero.
Lo que no tiene explicación lógica es que masas de desempleados, de trabajadores cuyo escaso salario no alcanza para llegar sin deudas al fin de la quincena, crean a pie juntillas los decires de los medios en contra del dirigente del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Lo que explica tal actitud es la falta de información política, la enajenación de que son víctimas por la misma pobreza en que sobreviven millones de asalariados, todo lo cual favorece que la propaganda negra tenga receptores, cuando es obvio el afán de destruir con la diatriba lo que no podrían lograr en las urnas, como es muy factible que suceda de acuerdo con las expectativas reales de las preferencias electorales el día de la votación.
¿Quiénes ven a López Obrador como “un peligro para México”? Precisamente quienes más se han dedicado a destruir al país y a las instituciones. Es un peligro para ellos, porque saben que se les acabarían las oportunidades para seguir medrando a la sombra del poder. ¿Por qué tanto empeño de Vicente Fox en que se vote a favor de Enrique Peña Nieto? Pues porque está consciente de que con el candidato del PRI su corrupción no sufriría mella, seguiría detentando sus riquezas mal habidas sin riesgo alguno de perderlas, ni siquiera de ser investigado. Sabe Fox que Josefina Vázquez Mota no tiene oportunidad de triunfar en los comicios de julio, por eso se arrima a quien sería su aliado natural, ya que Peña Nieto llegaría a Los Pinos únicamente a seguir depredando a la nación, garantizar que el grupo que lo patrocina cobre los favores hechos. Esto lo debería comprender el ciudadano común.
Es preciso que entienda “Juan Pueblo” que de continuar la derecha en el poder, con Peña Nieto en Los Pinos, el país estaría cancelando la vía pacífica para cambiar el régimen, porque se aferraría a conservarlo de la única manera factible: imponiendo el uso de la fuerza como principal argumento político, en un marco de represión agudizada por una más firme descomposición del tejido social, pues lo primero que haría el priísta al llegar a la casa presidencial, sería sacar adelante las famosas reformas estructurales que afectarían de manera criminal la economía de las clases mayoritarias. El cambio que promete sería éste, o sea profundizar aún más las injusticias que caracterizan al Estado mexicano de corte neoliberal.
Los más afectados serían los pequeños y medianos empresarios que han podido sobrevivir con miles de sacrificios, toda vez que se aceleraría el proceso de monopolización y privatización de los medios de producción, porque eso es parte fundamental de la estrategia neoliberal. Por tal razón, deberían ser los más firmes opositores a la continuidad de la derechización del sistema político, y los más entusiastas promotores de la democratización del país, pues avanzar en esa dirección les abriría amplias posibilidades de crecimiento sectorial, creándose así un formidable círculo virtuoso de alcances progresistas insospechados.
Quienes insisten en que López Obrador “es un peligro para México”, deben ser identificados como lo que son: gente sin escrúpulos, arribistas cínicos, corruptos irredentos, que únicamente están preocupados por sus mezquinos intereses, no por el futuro del país. López Obrador sí es un peligro, pero para quienes pretenden seguir mangoneando a la nación y a la sociedad nacional con una finalidad patrimonialista, sin importarles las consecuencias de sus ambiciones sin límites, de su corrupción sin freno y de su total falta de patriotismo y visión de futuro.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
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