La Otra Ruta Migratoria
Michoacán carece de programas específicos de atención
Reportaje
Por: Olga Rosario Avendaño, corresponsal
Cimacnoticias | Morelia.- Cinco municipios michoacanos concentran altos índices de VIH en mujeres que contrajeron el virus por contacto sexual con sus esposos migrantes, según una investigación de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán (UIIM) realizada por el catedrático Carlos Erandi Rodríguez.
Los municipios con un alto índice de mujeres portadoras de VIH son La Piedad, Pátzcuaro, Uruapan, Lázaro Cárdenas y Morelia, además de la región del Bajío (norte del estado).
Una de las razones fundamentales de la transmisión del virus de inmunodeficiencia humana en las comunidades con población migrante es “la confianza ciega de fidelidad” de las mujeres hacia sus parejas migrantes, y es ahí “donde está el riesgo”, afirmó Axela Romero, de Salud Integral para la Mujer (Sipam).
La experta en derechos sexuales y reproductivos, VIH y migración explicó que en esas comunidades “no existe la negociación” para la protección, pero aclaró que no sólo las mujeres que se quedan en su lugar de origen se enfrentan a las infecciones de transmisión sexual (ITS), sino también aquellas que emigran y tampoco pueden “manejar el riesgo de contraer VIH”.
Agregó que además de la vía sexual, los hombres migrantes contraen VIH al tatuarse o inyectarse sustancias adictivas, vitaminas o antibióticos, y por la situación de pobreza en la que viven “comparten las agujas” con otras personas.
En Michoacán hay cinco municipios que concentran altos índices de mujeres portadoras de VIH por contacto sexual con sus esposos migrantes, se desprende de la investigación de la UIIM realizada para elaborar el guión de la radionovela “La razón de Eloísa”.
“La razón de Eloísa” consta de 10 capítulos con duración de 30 minutos cada uno. El trabajo de campo del estudio lo realizó Carlos Erandi Rodríguez bajo la coordinación de Axela Romero.
La radionovela aborda el tema del VIH y lo que pasan las mujeres con sus parejas en el terreno de la sexualidad cuando emigran. Eloísa, la protagonista cuyo esposo se fue a trabajar a Estados Unidos, se cuestiona sobre su salud sexual y se plantea hacerse la prueba del VIH.
Según datos oficiales de 2010, en Michoacán la principal vía de transmisión del VIH/Sida es la sexual (87.9 por ciento); cerca de uno de cada 10 casos fue por vía sanguínea (9.7 por ciento), y 1.4 por ciento fue por vía perinatal (de la madre al hijo durante el parto o al momento de amamantar).
El Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/Sida documenta que de los casos notificados de 1983 a septiembre de 2012, en el estado hay un total de 7 mil 404 casos, de los cuales 3 mil 627 corresponden a hombres y 777 a mujeres.
MACHISMO, FACTOR DE TRANSMISIÓN
La investigación realizada en 2011 arrojó que cuando los varones migrantes regresan a sus comunidades y tienen relaciones sexuales con sus parejas, se oponen al uso del condón pese a la petición de las mujeres, quienes difícilmente pueden negociar su protección.
La coordinadora del Comité de la Mujer de la Red Mexicana de Líderes y Organizaciones Migrantes, Yolanda Ávila Toledo, explicó que en la comunidades michoacanas si la mujer en algún momento menciona el uso del condón es recriminada, y se le dice “si quieres que use el preservativo es porque estuviste con alguien”.
Cuando vuelve a su comunidad, el varón migrante –que ya tuvo otras experiencias– “exige otro tipo de relaciones a las que la mujer no está acostumbrada, y ella se siente con la obligación de cumplir porque es la esposa”, abundó.
Rosa Vargas Calderón, coordinadora de Mujeres de la organización civil Convihve, con sede en Morelia, manifestó que del total de hombres que vuelven con sus parejas un 50 por ciento tienen VIH y lo transmiten a sus esposas.
Agregó que muchos de los varones “ni siquiera saben que son portadores del VIH, lo transmiten a la esposa y se vuelven a ir. O también saben que son portadores, pero temen decirle a la esposa”, lo que significa que ella puede ser portadora y no recibe la atención médica necesaria.
Vargas Calderón dijo que los patrones culturales de la sexualidad continúan a pesar de la migración, de hecho apuntó que a veces se refuerzan: “Ellos se sienten más hombres, y le dicen a sus parejas ‘yo te mantengo, por lo tanto haces lo que yo diga’”.
Explicó que las mujeres con VIH son víctimas de discriminación, y que incluso “la misma familia las rechaza; si van de visita les sirven en platos y vasos desechables”.
El investigador Carlos Erandi Rodríguez explicó que en las entrevistas realizadas a 30 mujeres portadoras del VIH se detectó que sus esposos o parejas migrantes –a pesar de saber que tenían el virus y sostener relaciones sexuales– “no se protegían, esto por el machismo”, además de no seguir un tratamiento médico.
Contrario al comportamiento de los hombres, “ellas tienen más conciencia para cuidarse y seguir su tratamiento; a pesar de todo, retoman su proyecto de vida y el de sus hijas e hijos”, agregó el académico.
El especialista de la UIIM relató el caso de una joven de 16 años que estudiaba la secundaria y contrajo el virus al tener relaciones sexuales con su novio, con quien se fue a vivir.
Él era dos años mayor que ella y era portador del VIH, trabajaba en los campos agrícolas del norte del país y luego en EU.
La relación duró tres años, pero en ese tiempo sólo se veían mes y medio al año, es decir, sólo se frecuentaron cinco meses en total. Los padres de la joven se enteraron de la infección cuando ella tuvo una crisis y fue internada tres días en el hospital.
Carlos Erandi criticó que de los programas que existen sobre migrantes en el estado, ninguno se enfoca a la salud sexual de las mujeres.
El estudio “Caleidoscopio migratorio”, que realizaron académicas de las universidades Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y Autónoma de Zacatecas en 2012, destaca que una de las situaciones que más preocupa a las esposas de migrantes que viven en EU es no poder hablar del VIH, sobre todo para acordar el uso del preservativo, “porque no es bien visto”.
Con entrevistas a 82 mujeres de siete comunidades, se indica que ellas tienen la creencia de que cuando una mujer contrae una ITS se debe a que tuvo relaciones con algún hombre que no es su esposo, asumen sentimientos de culpa, y disminuyen el peso de la responsabilidad de sus parejas migrantes.
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