Rachel Vogelstein, del Programa de Política Exterior y de Mujeres del no gubernamental Council on Foreign Relations, expuso en una investigación las necesidades éticas y estratégicas que existen para que Estados Unidos se involucre en la lucha contra este problema.
“Los matrimonios tempranos son una forma de violencia de género”, subrayó Vogelstein en un panel realizado en Washington. “Limita la educación de las niñas y dificulta sus posibilidades económicas”, añadió.
Según la Organización de las Naciones Unidas, casi 70 millones de mujeres de entre 20 y 24 años, una de cada tres, estaban casadas antes los 18 en 2011. En Asia meridional, 43 por ciento de las mujeres de esa edad estaban en esa situación y 18 por ciento lo habían hecho a los 15 años.
India concentra 40 por ciento de los matrimonios tempranos que se concretan en el mundo.
“En algunos países, simplemente es la norma. La vida es así”, dijo Lakshimi Sundaram, coordinadora global de la organización Girls Not Brides (niñas no novias), con sede en Londres, en entrevista con IPS.
La especialista atribuyó el fenómeno a cuestiones económicas. “En muchos países está vigente el sistema de dote y casar a las hijas significa una boca menos para alimentar”, explicó.
La mayoría de los 25 países con mayor proporción de matrimonios tempranos tienen gobiernos débiles y grandes riesgos de sufrir desastres ambientales, como Afganistán, Níger y Siria.
En los campamentos de refugiados de Siria, las niñas se casan a temprana edad.
“Casi que el matrimonio se ve como una forma de seguridad”, dijo Sundaram a IPS. “En lugares con gran inseguridad o conflictos, los padres realmente creen que lo mejor que pueden hacer por sus hijas es casarlas porque van a estar más seguras”, explicó.
Pero en realidad ocurre lo contrario. En India, las adolescentes casadas sufren tres veces más violaciones que las que contraen matrimonio de adultas. Noventa y cinco por ciento de ellas no conocían a quien luego sería su marido y 81 por ciento dijo que su primera experiencia sexual fue forzada, reveló Vogelstein en su presentación en el seminario realizado el 31 de julio.
El estudio también señala que las jóvenes de entre 15 y 19 años tienen el doble de probabilidades de morir durante el embarazo o el parto que las que se casan cuando tienen 20 o más.
Además, el bebé de una adolescente tiene 60 por ciento más de probabilidades de morir en su primer año de vida que el de una veinteañera.
“Los matrimonios suelen tener una dinámica muy poderosa, que controlan los maridos, mucho mayores”, explicó Sundaram. “Las niñas sufren una enorme presión de probar su fertilidad y quedan embarazadas enseguida y muy seguido”, añadió.
Trampas legales
Todos los países, salvo cuatro, tienen leyes que establecen la edad mínima para contraer matrimonio, entre los 15 y los 18 años. Muchos, además, cuentan con disposiciones que permiten el casamiento de niñas menores con el consentimiento de sus padres.
Suzanne Petroni, directora de género, población y desarrollo del Centro Internacional de Investigación sobre Mujeres, dijo que ese tipo de disposiciones dificultan los intentos de terminar con el matrimonio temprano.
“En la mayoría de esos países se puede conseguir el consentimiento de los padres. Son ellos quienes deciden casar a su hija”, observó. “En la mayoría de los casos no es ella quien toma la decisión”, remarcó Petroni.
La investigación señala que en muchos países, la implementación de las leyes contra el matrimonio temprano enfrenta una resistencia violenta. Por ello, muchas organizaciones de la sociedad civil apuntan a cambiar patrones culturales, más que a cambiar la legislación.
Como muchas naciones no tienen un registro de nacimientos ni de matrimonios, probar que una niña es demasiado pequeña para casarse o hasta que ya esté casada es todo un desafío.
Iniciativa estratégica
El estudio señala que la erradicación del matrimonio infantil ofrecería beneficios económicos y en términos de desarrollo para los países implicados, pero también para Estados Unidos.
“Washington gasta miles de millones de dólares en tratar de disminuir la mortalidad materna e infantil, evitar la transmisión del VIH (virus de inmunodeficiencia humana), mejorar el éxito escolar, estimular el crecimiento económico y promover el Estado de derecho, además de tener un interés vital en la estabilidad de muchos países donde el matrimonio temprano está generalizado”, señala el documento.
Estados Unidos siempre combatió el matrimonio temprano con iniciativas de desarrollo a pequeña escala.
En 2012, el Departamento de Estado (cancillería) pidió que se agregara información sobre este tema en sus informes anuales de derechos humanos por país.
En marzo, en el marco de la aprobación de la Ley de Violencia contra las Mujeres, el Congreso legislativo pidió al gobierno que desarrollara una estrategia para prevenir el matrimonio temprano a escala global.
El estudio pide al gobierno de Estados Unidos que reconozca que el matrimonio infantil atenta contra la seguridad y que aliente los esfuerzos de otros países por atender el problema.
“Washington reconoce que reducir la brecha existente entre hombres y mujeres y empoderar a estas últimas para ser liderezas son los elementos centrales de un desarrollo efectivo”, señaló Caren Grown, coordinadora de equidad de género y empoderamiento femenino de la gubernamental Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.
“No podemos cumplir nuestros otros objetivos económicos, ya sea seguridad alimentaria o lograr la paz, sin comprender las dañinas desigualdades que dejan en desventaja a las mujeres. El matrimonio infantil es una de ellas”, añadió.
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