Claudia Sheinbaum
Modificar
la Constitución con el fin de que empresas privadas nacionales y
extranjeras inviertan en la cadena productiva del petróleo es, en los
hechos, privatizarlo. De acuerdo con las declaraciones de connotados
priístas, la propuesta que enviará Peña Nieto al Congreso de la Unión
mantendrá los hidrocarburos en manos de la nación y no privatizará
Pemex, pero permitirá que los privados compitan con Pemex en la
exploración, explotación, transporte y transformación de petróleo. Así
que aun cuando el petróleo y el gas natural contenidos en el subsuelo
del territorio nacional declarativamente le pertenezcan a la nación, el
permitir que la ganancia derivada de la cadena productiva de este bien
público sea apropiada por privados es de facto privatizar el recurso.
Los argumentos para la modificación constitucional con objeto de
privatizar el petróleo no son nuevos: México produce cada vez menos
petróleo, Pemex no tiene dinero, Pemex requiere de nuevas tecnologías
para explotar nuevos yacimientos que no tiene. Veamos cada uno de ellos.En cuanto al primer argumento la pregunta más obvia es: ¿necesita México producir más petróleo? La respuesta es no. Veamos por qué: a) El petróleo es un recurso no renovable. Por ese solo hecho, la explotación de este recurso debería hacerse de forma racional y limitada. b) El petróleo es una fuente de energía fósil que produce gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático global. Por este motivo a escala internacional el debate central es cómo disminuir el consumo de estos combustibles y no cómo aumentarlo. c) México no requiere más petróleo para su consumo nacional. Actualmente México produce cerca de 2.5 millones de barriles diarios de petróleo, 900 mil barriles menos que en 2004, el año de mayor producción histórica de petróleo en México. Pero hoy por hoy, México necesita, para cubrir la demanda nacional de petrolíferos (producidos nacionalmente e importados), entre 1.9 y 2.0 millones de barriles diarios de crudo (considerando incluso pérdidas).
Es decir, producimos 2.5 millones de barriles diarios y necesitamos 2 millones para el consumo nacional. Hacia el futuro, si contenemos el crecimiento de la demanda de petrolíferos a través de una verdadera estrategia de eficiencia energética y uso de otras fuentes de energía (como lo propone la propia Estrategia Nacional de Cambio Climático), la producción de petróleo podría inclusive disminuir. d) A pesar de que México exporta menos crudo recibe más dinero. En 2004 se exportaron casi 1.9 millones de barriles diarios, frente a 1.1 de 2013. En particular, la exportación de crudo a Estados Unidos pasó de 1.5 millones de barriles diarios a 950 mil barriles diarios. Sin embargo, a pesar de esta disminución, por concepto de exportación de crudo México recibió 21 mil 258 millones de dólares en 2004 y 46 mil 788 millones de dólares en 2012, ¡más del doble y récord en su historia!, debido al incremento internacional del precio del barril de petróleo. ¿Entonces, para qué necesitamos producir más? La respuesta resulta obvia frente a estos datos. No es una necesidad nacional, es una necesidad de Estados Unidos.
El segundo
argumento es que Pemex no tiene recursos. Veamos los datos. Además de
los 46 mil millones por exportaciones, Pemex recibió por ventas
internas de petrolíferos cerca de 60 mil millones de dólares. Si
descontamos 30 mil millones de dólares que eroga por importaciones, el
ingreso neto en 2012 es de cerca de 80 mil millones de dólares. Por
supuesto, parte de este recurso se va a los gastos de operación y
mantenimiento y alrededor de 52 por ciento en impuestos y derechos. Sin
embargo, para 2013 Pemex recibió un presupuesto de cerca de 39 mil
millones de dólares, de los cuales alrededor de 70 por ciento tiene
programado para inversión (como 30 mil millones de dólares). En
comparación y de acuerdo con la información en Internet de la petrolera
Shell, ésta tiene programados para este mismo año cerca de 49 mil
millones de dólares de inversión en todo el mundo. Considerando las
necesidades nacionales, el monto de Pemex es sumamente considerable.
Por supuesto podría ser más, si las grandes empresas privadas
nacionales pagaran impuestos, y podría usarse más eficientemente si
disminuyera la corrupción. En realidad, el dinero de las empresas
petroleras multinacionales proviene de una sola fuente y es la misma de
Pemex: las ventas de crudo y de petrolíferos.
Finalmente el argumento de que Pemex no tiene tecnología no sólo es patético sino es una falta de respeto a instituciones públicas como la UNAM, el IPN y el IMP, que por años han formado algunos de los mejores ingenieros civiles, petroleros y químicos del mundo. Por si fuera poco, el desarrollo, transferencia y compra de tecnología se ha hecho en Pemex por décadas.
Las razones de fondo de la privatización del petróleo podrían ubicarse más bien de la siguiente manera: a) un dogmatismo religioso de la clase gobernante hacia el neoliberalismo. Aun cuando el modelo ha demostrado su fracaso, los hijos pródigos mexicanos de la escuela de Chicago no pueden reconocerlo; b) la presión del gobierno de Estados Unidos (copado por las trasnacionales petroleras) para recibir más petróleo de México y la ideología de los gobernantes mexicanos de que mientras más cercanos estemos a Estados Unidos, mejor; y c) la avaricia y corrupción de la clase política mexicana, aliada con la gran oligarquía, para quedarse con parte del negocio.
Por ello, la defensa del artículo 27 constitucional es hoy por hoy la defensa de la soberanía nacional y la oportunidad de un proyecto nacional diferente. En 2008 las llamadas Adelitas en defensa del petróleo gritaban una consigna: “No, no me da la gana ser una colonia norteamericana. Sí, sí me da la gana ser una nación libre y soberana”.
Finalmente el argumento de que Pemex no tiene tecnología no sólo es patético sino es una falta de respeto a instituciones públicas como la UNAM, el IPN y el IMP, que por años han formado algunos de los mejores ingenieros civiles, petroleros y químicos del mundo. Por si fuera poco, el desarrollo, transferencia y compra de tecnología se ha hecho en Pemex por décadas.
Las razones de fondo de la privatización del petróleo podrían ubicarse más bien de la siguiente manera: a) un dogmatismo religioso de la clase gobernante hacia el neoliberalismo. Aun cuando el modelo ha demostrado su fracaso, los hijos pródigos mexicanos de la escuela de Chicago no pueden reconocerlo; b) la presión del gobierno de Estados Unidos (copado por las trasnacionales petroleras) para recibir más petróleo de México y la ideología de los gobernantes mexicanos de que mientras más cercanos estemos a Estados Unidos, mejor; y c) la avaricia y corrupción de la clase política mexicana, aliada con la gran oligarquía, para quedarse con parte del negocio.
Por ello, la defensa del artículo 27 constitucional es hoy por hoy la defensa de la soberanía nacional y la oportunidad de un proyecto nacional diferente. En 2008 las llamadas Adelitas en defensa del petróleo gritaban una consigna: “No, no me da la gana ser una colonia norteamericana. Sí, sí me da la gana ser una nación libre y soberana”.
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