Marcadas para morir
Agência Pública
Adital
Fotos: Ney Marcondes / Diário do Pará
Ismael Machado, Diário do Pará/Agencia Pública*
María Regina preside el Sindicato de los Trabajadores y Trabajadoras Rurales de El Dorado dos Carajás, a 770 km de Belém, Vive bajo amenazas constantes y actualmente no se mueve sin la protección de al menos dos compañeros dirigentes sindicales, que se dispusieron a servir como agentes de seguridad informales, cuidando a Regina.
Las amenazas llegaron luego que el sindicato se puso a organiza a 4 mil familias esparcidas en 22 proyectos de asentamiento en el municipio, localizado en una región rica en minerales y con grandes haciendas ganaderas. Como los proyectos todavía no fueron titulados, aunque hayan sido regularizados por el Incra, las familias recibieron un contrato de concesión de uso – título provisional, que permite la obtención de financiamientos para la producción.
Mientras que los títulos definitivos no salen, hay terratenientes apropiándose de tierras, cercando los asentamientos, comprando lotes de posseiros* y presionando a los agricultores para que abandonen a la tierra que trabajan.
"Se ha dado concentración de tierras por los hacendados, yo misma estoy rodeada por tres lotes que están en sus manos. El mensaje que los agricultores escuchan es que si los hacendados no compran la tierra a los trabajadores, la comprarán a sus viudas”, dice María Regina, en el patio de la sede sindical, bajo la atenta mirada de dos guardias de seguridad.
No es una compra legal, puesto que no se puede adquirir lotes de los asentamientos destinados a la reforma agraria. Pero la ley no se cumple fielmente, no es obedecida en un municipio mundialmente conocido por la matanza de 19 trabajadores ‘Sin Tierra’ por la policía militar de Marabá y Parauapebas en 1996, en un lugar conocido como la curva de la S.
Con poco más de 2.900 kilómetros cuadrados – con 70% de zona rural - el municipio de Eldorado de Carajás ha crecido y desarrollado a partir de la minería artesanal (garimpeo) y la ganadería, viviendo constantes conflictos por la tenencia de la tierra. Entre 1982 y 1996 más de 50 trabajadores rurales fueron asesinados, explica Regina. "Siempre ha sido un 'dios nos acuda’ que culminó en la matanza de la curva S," dice.
La trayectoria de María Regina es una historia difícil de migración, como la de muchos que allí viven. Nació en Ceará, en un lugar seco y sin perspectivas, conocido como 'Cabeça da Onza'. Cuando el hambre rugió más fuerte, su familia se trasladó a un pueblo llamado Barra da Corda, (Estado de Maranhão), en marzo de 1973.
Pero el destino cambió muy poco: "Tenía diez años y ayudaba a mi padre en las tareas del campo. Era mucho sufrimiento, no teníamos agua, mi mamá lloraba cuando yo le pedía comida y no tenía que darnos. Yo no tenía la posibilidad y el sentido de entender”. Regina era, en ese tiempo, la mayor de ocho hermanos. Después nacerían cuatro más. "Vivíamos en la miseria en ese lugar. Mi padre quería liberarse de esa situación”.
La liberación de la pobreza vendría de la Amazonia, al menos eso es lo que un tío anunció en un tono novedoso. "Este tío tenía un radio de baterías. Nosotros, solo la vida. Y, él, trajo la radio para oír la Voz de Brasil. Nos reuníamos alrededor de la radio y escuchábamos propaganda sobre la Amazonia. Mi padre decidió ir en busca de tierra”.
La primera parada fue en un garimpo. El padre de Regina fue solo al Pará y en los dos primeros años de la década de los 80 se enlodó trabajando y fracasó en el barro de Serra Pelada en busca de oro. No tuvo mucha suerte. Lo poco que logró le fue robado. Oyó hablar de un proyecto de asentamiento en Pedra Furada, a 22 km de la ciudad, en un área que era parte de Curionópolis, que después fue incorporada por el municipio de Eldorado dos Carajás, fundado en 1987.
El padre consiguió un lote por el retiro de un posseiro, pero primero fue expulsado por la policía, luego por pistoleros. "Mi padre decía que salió sintiendo un bala en la espalda, porque las armas estaban montadas, prontas a disparar. El anduvo ocultándose de policía durante cinco años, porque desde el principio él se ponía al frente, peleaba ciertamente”, cuenta Regina.
Mientras su padre luchaba por conseguir un pedazo de tierra, Regina continuó en Maranhão. Después en el primer año, en 1982, ella se casó, y en un tierra alquilada, sembró sola una arroba de de maíz y arroz. Ese año no llovió y toda la producción se perdió. Golpeaba la desesperación.
En 1986, Regina visitó a su padre. Él había sufrido un desalojo más, con la presencia de pistoleros quemando todo, matando animales. "Cuando llegué y vi a mi familia, mi padre, mi madre, toda maltratada, torturada, me asusté y volví a Maranhão". Por un corto tiempo. Los campesinos desalojados ocuparon la sede del Incra en Marabá y lograron retornar a sus tierras en noviembre de 1986. En febrero de 1987, los terratenientes comenzaron a ocupar más lotes y la guerra entre pistoleros y posseiros, pasó a ser abierta.
A estas alturas, Regina ya se estaba mudando para el estado de Pará, siguiendo de cerca la lucha de su padre y otros compañeros por la posesión y regularización de parcelas de tierra, todavía hoy, en manos de la familia. En 1992, Arnaldo Delcídio Ferreira, respetado líder del Sindicato de Trabajadores Rurales de Eldorado, fue ejecutado por pistoleros. Siete años antes, en abril 1985, el había sido herido y sobrevivido a un ataque de pistoleros en la Terminal de autobuses interurbanos de Eldorado, una bala acabó alcanzando mortalmente la hermana Adelaide Molinari.
La muerte de Arnaldo dejó huellas profundas en Regina, quien se unió con todas sus fuerzas a la lucha por la tierra. "Me descubrí en el seno del colectivo cuando conocí el trabajo de Arnaldo, siempre solidario con la gente pobre. Empecé a sentir una fuerte rebeldía contra quienes mandan a matar. Pero la vida no se detiene con la muerte de aquellos que fueron asesinados. Nosotros continuamos”, expresa.
En 1996 asumió la presidencia del Sindicato, después de haber sido tesorera y secretaria de políticas sociales de la organización. "La primera ocupación, siendo presidenta sindical, fue la de una hacienda de un hombre llamado Geraldo Mendoça", recuerda. Sin abandonar su propio lote, Regina pasó a recibir amenazas reiteradamente. "Mi hija recibió una llamada diciendo que matarían a toda la familia. Vivo todo el tiempo como asustada por fantasmas”.
Llamadas telefónicas desconocidas se han vuelto comunes desde entonces - las amenazas veladas o explícitas – reiteradas. No la dejaron en paz”. "Todo persona que entra en el Sindicato es visto como sospechoso", dice.
El 27 de junio de 2012, nueve hacendados entraron en la sede del sindicato para presionar a Regina. El siguiente diálogo muestra el nivel de tensión:
"Sólo venimos a hablar con ella del riesgo que está corriendo”, dijo un hacendado.
"Esto esuna amenaza,", dijo Regina.
"La señora está movilizando a los sin tierra a invadir las tierras".
"Yo no estoy movilizando a nadie y ya le dije al señor que no me señale con el dedo”.
Después de este áspero diálogo, María Regina oyó rumores sobre la contratación de 60 pistoleros para cuidar de la seguridad en las haciendas que se encuentran en la carretera donde pasa a diario en moto."Tengo que pasar por los portones de estas dos haciendas. Y en las dos ya hubo asesinatos. En un caso, desaparecieron el cuerpo, en otro, el cuerpo fue encontrado dentro de un pozo”.
"No hay ninguna forma de que yo pueda andar en estas condiciones. No duermo tranquila, siempre tengo dos compañeros protegiéndome", relata, manifestando cansancio. No quiero oír hablar sobre ocupaciones de tierra. Siento miedo.
El sindicato dejó de incentivar las grandes movilizaciones. "Yo represento un peligro para ellos. Los terratenientes piensan que soy capaz de movilizar un mundo de la gente y no es así”.
Con cinco hijos y cuatro nietos, la dirigente sindical quiere vivir en paz. Sus hijos no permiten que ella ande con sus nietos a causa de los riesgos que ella vive. La madre, siempre que tiene que estar con su hija, permanece casi todo el tiempo rezando.
"Quiero paz para mí y para quien está conmigo. No es fácil caminar sólo con la fe. Conozco el poder de una bala. ¿Por qué tener que morir? Yo no quiero morir, quiero sentirme libre, estar tranquila”.
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·La serie Marcadas para morir es una colaboración entre la Agencia Pública y el Diário do Pará, con reportajes de Ismael Machado y fotos de Ney Marcondes. Adital las reproduce con la autorización de la Agencia Pública.
Traducción: ricazuga51@yahoo.com
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