Escrito por Jenaro Villamil
En
la mercadotecnia y en el amor todo se vale. Más si se trata de la
privatización parcial o total de Pemex, el proyecto estelar donde el
PRI y el PAN van de la mano –con diferencias de matices–, y pretenden
impulsarlo a partir del mes de septiembre.
La campaña mediática ha iniciado a todo
vapor. En las estaciones radiofónicas, en especial, en los noticiarios
matutinos, los comentaristas y analistas nadan sincronizadamente hacia
una misma dirección: la apertura de Pemex al capital privado porque es
lo moderno, lo productivo, lo necesario. Y nadie habla de
privatización. Eso sólo está en la mente enloquecida de los
“pejezombies”.
El secretario de Energía, Pedro Joaquín
Coldwell también le entró al guión. Le tocó el papel del temerario
exorcista. El ex gobernador de Quintana Roo ignoró el “tesorito” en
aguas profundas que anunció Felipe Calderón en el 2010, así como las
cifras alegres de la reserva petrolera, y advirtió que si no hay
reforma privatizadora, México pasará de exportador a importador de
crudo en el 2016. El Apocalipsis también “vende” percepciones.
Y hasta
los lectores de teleprompter de Televisa, Eduardo Salazar y Esteban
Arce ya argumentan a favor del desconocido proyecto de reforma
petrolera que la administración de Peña Nieto ha anunciado. Sólo faltan
Rocío Sánchez Azuara y Laura Bozo para que armen talks shows con niños de la calle que pueden ser “rescatados” si se les regala un poco de la renta petrolera.
En el “gran montaje” hay una pieza
central: la figura del general Lázaro Cárdenas, el referente
indispensable cuando se habla de la política petrolera, el fundador del
PRM (antecedente directo del PRI), el estadista más famoso y respetado
del siglo XX mexicano.
Para que el fantasma de Lázaro Cárdenas
no sea un estorbo, los asesores de “narrativas” de Enrique Peña Nieto
le aconsejaron una operación por demás polémica: convertir al general
que expropió el petróleo en 1938 en un “aliado” de la privatización de
Pemex en 2013.
En un análisis informativo sobre la reforma petrolera The Wall Street Journal adelantó
que Peña Nieto podría rendir un homenaje a la expropiación, “misma que
señalará como la decisión correcta en ese entonces”. “Sin embargo, se
espera que señale que Cárdenas nunca se opuso a esa unión de fuerzas
con el sector privado”, advierte el rotativo.
El mismo periódico cita al coordinador de los priistas en la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, quien pontificó:
Llegó el momento de romper con los
nacionalismos, tabúes de antaño que ni el presidente Cárdenas, a quien
todos admiramos, defendió. Sin perder la propiedad de los
hidrocarburos, debemos buscar buenos socios y compartir con ellos las
utilidades.
La expropiación de la figura de
Cárdenas trae jiribilla. César Camacho, el administrador en turno de la
franquicia llamada PRI, afirmó que Cárdenas, el “gran expropiador” del
petróleo, no lo hizo irracionalmente y permitió en la ley reglamentaria
de 1940 la participación de la iniciativa privada en Pemex.
Desde algún lugar de Los Pinos ya
repartieron tarjetitas entre importantes columnistas de varios
periódicos para argumentar su gran “hallazgo” histórico: en el artículo
7 de la Ley Reglamentaria del artículo 27 Constitucional, promulgada en
1940, sí se permitieron los contratos con particulares.
El texto que distribuyen reproduce esta frase de aquella ley reglamentaria:
“Artículo 7.-En el caso previsto por la
fracción I del artículo anterior, podrá celebrarse contratos con los
particulares, a fin de que estos lleven a cabo por cuenta del gobierno
federal, los trabajos de exploración y explotación, ya se mediante
compensaciones en efectivo o equivalentes a un porcentaje de los
productos que obtengan”.
¡Maravilloso! Los peñistas descubrieron
el oro negro. La pregunta es obvia: si se permitió la participación
privada en Pemex desde 1940, entonces ¿para qué y por qué la reforma
actual? Si Lázaro Cárdenas expropió el petróleo y garantizó que la
renta petrolera se quedara en manos de mexicanos, ¿qué pretenden hacer
los peñistas y panistas en esta etapa?
La utilización de la figura del general
Lázaro Cárdenas es tan burda como maniquea. Pretenden quitarle
“banderas” a las izquierdas mexicanas, en especial al movimiento social
encabezado por Andrés Manuel López Obrador, para confrontar al
presidente de la expropiación con el dirigente de la no privatización.
César Camacho también presumió que los
priistas están dispuestos a marchar para defender la reforma petrolera
peñista. Quizá lo hagan por el Eje Central Lázaro Cárdenas.
Entre tanta contrapropaganda, lo único
que no se atreven a mencionar son dos cosas centrales: ¿cómo van a
combatir la corrupción endémica de Pemex y qué negociaron con el señor
Carlos Romero Deschamps para que la aristocracia sindical petrolera
acepte las reformas? ¿Acaso la corrupción también forma parte de los
tabúes de la industria petrolera y sólo van a maquillar su combate con
nuevas dádivas a quienes más se han beneficiado de ella?
En este país kafkiano sólo falta que en
las próximas semanas veamos marchar mano a mano a los contingentes de
Romero Deschamps junto con los miembros del Consejo Coordinador
Empresarial, con los panistas Gustavo Madero y Ernesto Cordero y con no
pocos inversionistas extranjeros enarbolando pancartas con la figura
del general Lázaro Cárdenas.
En
la mercadotecnia y en el amor todo se vale. Más si se trata de la
privatización parcial o total de Pemex, el proyecto estelar donde el
PRI y el PAN van de la mano –con diferencias de matices–, y pretenden
impulsarlo a partir del mes de septiembre.
La campaña mediática ha iniciado a todo
vapor. En las estaciones radiofónicas, en especial, en los noticiarios
matutinos, los comentaristas y analistas nadan sincronizadamente hacia
una misma dirección: la apertura de Pemex al capital privado porque es
lo moderno, lo productivo, lo necesario. Y nadie habla de
privatización. Eso sólo está en la mente enloquecida de los
“pejezombies”.
El secretario de Energía, Pedro Joaquín
Coldwell también le entró al guión. Le tocó el papel del temerario
exorcista. El ex gobernador de Quintana Roo ignoró el “tesorito” en
aguas profundas que anunció Felipe Calderón en el 2010, así como las
cifras alegres de la reserva petrolera, y advirtió que si no hay
reforma privatizadora, México pasará de exportador a importador de
crudo en el 2016. El Apocalipsis también “vende” percepciones.
Y hasta
los lectores de teleprompter de Televisa, Eduardo Salazar y Esteban
Arce ya argumentan a favor del desconocido proyecto de reforma
petrolera que la administración de Peña Nieto ha anunciado. Sólo faltan
Rocío Sánchez Azuara y Laura Bozo para que armen talks shows con niños de la calle que pueden ser “rescatados” si se les regala un poco de la renta petrolera.
En el “gran montaje” hay una pieza
central: la figura del general Lázaro Cárdenas, el referente
indispensable cuando se habla de la política petrolera, el fundador del
PRM (antecedente directo del PRI), el estadista más famoso y respetado
del siglo XX mexicano.
Para que el fantasma de Lázaro Cárdenas
no sea un estorbo, los asesores de “narrativas” de Enrique Peña Nieto
le aconsejaron una operación por demás polémica: convertir al general
que expropió el petróleo en 1938 en un “aliado” de la privatización de
Pemex en 2013.
En un análisis informativo sobre la reforma petrolera The Wall Street Journal adelantó
que Peña Nieto podría rendir un homenaje a la expropiación, “misma que
señalará como la decisión correcta en ese entonces”. “Sin embargo, se
espera que señale que Cárdenas nunca se opuso a esa unión de fuerzas
con el sector privado”, advierte el rotativo.
El mismo periódico cita al coordinador de los priistas en la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, quien pontificó:
Llegó el momento de romper con los nacionalismos, tabúes de antaño que ni el presidente Cárdenas, a quien todos admiramos, defendió. Sin perder la propiedad de los hidrocarburos, debemos buscar buenos socios y compartir con ellos las utilidades.
La expropiación de la figura de
Cárdenas trae jiribilla. César Camacho, el administrador en turno de la
franquicia llamada PRI, afirmó que Cárdenas, el “gran expropiador” del
petróleo, no lo hizo irracionalmente y permitió en la ley reglamentaria
de 1940 la participación de la iniciativa privada en Pemex.
Desde algún lugar de Los Pinos ya
repartieron tarjetitas entre importantes columnistas de varios
periódicos para argumentar su gran “hallazgo” histórico: en el artículo
7 de la Ley Reglamentaria del artículo 27 Constitucional, promulgada en
1940, sí se permitieron los contratos con particulares.
El texto que distribuyen reproduce esta frase de aquella ley reglamentaria:
“Artículo 7.-En el caso previsto por la
fracción I del artículo anterior, podrá celebrarse contratos con los
particulares, a fin de que estos lleven a cabo por cuenta del gobierno
federal, los trabajos de exploración y explotación, ya se mediante
compensaciones en efectivo o equivalentes a un porcentaje de los
productos que obtengan”.
¡Maravilloso! Los peñistas descubrieron
el oro negro. La pregunta es obvia: si se permitió la participación
privada en Pemex desde 1940, entonces ¿para qué y por qué la reforma
actual? Si Lázaro Cárdenas expropió el petróleo y garantizó que la
renta petrolera se quedara en manos de mexicanos, ¿qué pretenden hacer
los peñistas y panistas en esta etapa?
La utilización de la figura del general
Lázaro Cárdenas es tan burda como maniquea. Pretenden quitarle
“banderas” a las izquierdas mexicanas, en especial al movimiento social
encabezado por Andrés Manuel López Obrador, para confrontar al
presidente de la expropiación con el dirigente de la no privatización.
César Camacho también presumió que los
priistas están dispuestos a marchar para defender la reforma petrolera
peñista. Quizá lo hagan por el Eje Central Lázaro Cárdenas.
Entre tanta contrapropaganda, lo único
que no se atreven a mencionar son dos cosas centrales: ¿cómo van a
combatir la corrupción endémica de Pemex y qué negociaron con el señor
Carlos Romero Deschamps para que la aristocracia sindical petrolera
acepte las reformas? ¿Acaso la corrupción también forma parte de los
tabúes de la industria petrolera y sólo van a maquillar su combate con
nuevas dádivas a quienes más se han beneficiado de ella?
En este país kafkiano sólo falta que en
las próximas semanas veamos marchar mano a mano a los contingentes de
Romero Deschamps junto con los miembros del Consejo Coordinador
Empresarial, con los panistas Gustavo Madero y Ernesto Cordero y con no
pocos inversionistas extranjeros enarbolando pancartas con la figura
del general Lázaro Cárdenas.
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