7/14/2015

En la segunda etapa del gobierno de EPN, el recrudecimiento del autoritarismo priista: Arturo Rodríguez


    
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PRIIIIIII (2)(14 de julio, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- A partir del 2012, con el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a Los Pinos, se reconfiguraron una serie de elementos y esquemas del poder que la sociedad mexicana creyó superados luego de la alternancia y la llegada del Partido Acción Nacional (PAN) a la presidencia en el 2000, pero que al final de cuentas fueron replanteados  y provocaron un contexto social, político y económico idéntico al que vivió el país antes del nuevo siglo.
Así lo manifiesta el periodista Arturo Rodríguez, autor del libro “El regreso autoritario del PRI”, en el cual plantea esta idea que el “viejo” PRI sigue presente sólo que con sus vicios y viejas prácticas reeditas.
Entrevistado por Revolución TRESPUNTOCERO, Rodríguez apunta que si bien durante el periodo panista se siguieron presentando vicios y lastres del PRI del siglo XX, con el retorno de los tricolores, luego de dos sexenios fuera de la presidencia, estos se potenciaron.
En este sentido, explica que uno de estos elementos reconfigurados es la hegemonía en el poder. En lo referente dice: “si en el pasado hablábamos de un partido único, del partido de Estado, con un poder omnímodo, que se caracterizaba por reunir dentro de su militancia a diferentes corrientes ideológicas, a partir de 2012 a esto le decíamos la hegemonía política. Lo que planteo es que a partir de 2012 acudimos a una reedición del modelo hegemónico, con diversidad de siglas, es decir el PRI reedita la hegemonía con una expresión muy contundente que es el Pacto por México”, detalla.
En este sentido, expone que gracias a esta reedición del modelo hegemónico, es posible detonar una serie de conductas del poder, que han caminado al replanteamiento del autoritarismo.
“O sea, existe el mismo arreglo hegemónico con el que todos están de acuerdo, están en la misma lógica, pero con diferentes siglas partidistas. A partir de esa construcción de un modelo hegemónico reeditado se detonan una serie de conductas del poder que han derivado en el replanteamiento del autoritarismo. El autoritarismo conforme la conceptualización que da Mario Stoppino en el Diccionario de la Ciencia Política es la situación en la que las decisiones se toman en lo alto, en las cúpulas, sin tomar en cuenta la opinión o consentimiento de los ciudadanos, reclamando un derecho de mandar que exige obediencia incondicional y cuando esa obediencia no se da se recurre a los medios coercitivos, que en México históricamente lo hemos designado como represión”, dijo.
En tal sentido, el autor explica que en su obra plantea tres tipos de represión emprendías desde el poder priísta. El primero, lo referente a la represión física, que utiliza como herramienta el aparato policiaco-miliatar, mismo que “es del que se vale el poder para imponer sus decisiones o intentar hacerlo”. De igual forma la represión económica que “tiene que ver con el condicionamiento de los satisfactores que (el gobierno) está obligado a dar a los ciudadanos y la psicológica, “que corresponde al linchamiento mediático y la manipulación de la información a fin de dañar o reprimir las expresiones que se oponen. Lo podemos ver desde el caso de los maestros de la CNTE, hasta el de los jóvenes que salen a protestar y son acusados de vándalos, hasta de terroristas”.
“A través del libro voy distinguiendo diferentes formas de represión (…) En esta distinción de las tres formas de represión, como una manifestación de este nuevo aparato hegemónico, creo que se configuran los diferentes elementos de un autoritarismo que se consolida con el regreso del PRI a la presidencia, porque si bien estas prácticas subsistieron a través de los doce años del PAN, los cierto es que no consiguieron los objetivos que se planteaban como si lo han hecho en esta administración”, expuso.
Para Arturo Rodríguez el autoritarismo se ha convertido en un rasgo distintivo de los gobiernos priístas. Sin embargo, dijo, esta característica se ha extendido a toda la clase política.
De acuerdo con el periodista hoy en día esta particularidad no se restringe sólo para aquellos gobernantes que llegaron al poder como abanderados de los rojiblancos, sino también de aquellos que hoy ocupan alguna gubernatura y fueron en algún momento militantes del PRI. En este sentido citó los casos de Guerrero, con Ángel Aguirre, y de Puebla, con Rafael Moreno Valle.
“Más allá de decir que es un rasgo distintivo del PRI, que creo que si lo es, creo también que en esta reedición de las formas de ejercer el poder tendríamos que decir que el autoritarismo en México es ya una característica de la clase política mexicana de todos los partidos, porque quién gobernaba Guerrero cuando fue Ayotzinapa, quién gobierna el DF, o Sonora o Puebla. Esto ya no es sólo de los priístas, sino también de los expriístas que se han reubicado en otros partidos, o que aquellos que sin haber sido priístas han estructurado su gobierno con gente que sí lo es. Mancera no es de origen priísta pero quién es su secretario de gobierno. Es decir no necesariamente vienen de ahí, pero aquellos que construyen su gobierno sí. Y es donde encontramos el talante autoritario que se va reeditando, actualizando y adaptando a las diferentes ocasiones”, dijo.
Por otro lado, habló sobre el concepto del “nuevo PRI”. Al respecto manifestó que esta idea no tiene cabida, puesto que en el partido se mantienen personajes que han estado en actividades por lo menos dese hace tres décadas. Además que se presenta el fenómeno de los relevos generacionales, es decir, los sobrinos, hijos o nietos de viejos militantes que traen la misma concepción de la política.
“La característica de este gobierno, o de este llamado nuevo PRI, es que han regresado al poder con los relevos generacionales y con la reactivación de los antiguos priístas que desde los años 60 o 70 iniciaron su participación política. Es el caso del secretario de Educación Emilio Chuayffet, o de los que iniciaron en los 70 u 80 como el secretario de Agricultura. Y luego viene el bloque de jóvenes, formados entre la década de los 90 y la primera de este siglo, que en realidad son relevos generacionales, emparentados entre sí, y las líneas genealógicas y de parentesco son claras. Entonces hablar de un nuevo PRI, pues no en realidad es la reactivación de los viejos perfiles con los relevos generacionales: sobrinos, hijos, nietos de expresidentes, de exsecretarios, de exgobernadores, que son la clase política, que son la organización oligárquica y además heredera de una forma de hacer el poder”, explicó.
De cara a la segunda etapa del gobierno de Enrique Peña Nieto, las posibilidades de un recrudecimiento en el autoritarismo priísta se mantienen latentes, así lo considera Arturo Rodríguez.
El periodista manifiesta que uno de los detonantes de este aumentó en la práctica autoritaria del PRI será el intento de desarrollar megaproyectos, mismos que derivarán en luchas por la defensa de la tierra de las comunidades.
“Sí habrá un recrudecimiento y creo que uno de los detonantes va a ser los megaproyectos .De hecho ya lo son, ya hay movilización, ya hay gente en las calles, ya hay gente tratando de evitar obras, recorriendo los cauces Constitucionales. Es previsible que en muchos casos les va a resultar adverso y hay toda una red de negocios al amparo del poder político que hemos empezado a ver con el Grupo Higa y empresas españolas, y me parece que esto va mucho más allá (…) En cualquier caso la radicalización de algunas posturas, tanto del  poder, como de los grupos que se oponen, va a llevar a confrontaciones en las que como siempre va a salir perdiendo la gente”, sentenció.
En este sentido, dijo que en el contexto autoritario que vive el país, casos como Tlatlaya y Ayotzinapa se seguirán presentando.
“Esa va a ser una cuestión permanente en el país, en distintas zonas. Sostengo que corrupción e impunidad forman un binomio cuadrado perfecto de la clase política de todos los partidos. A qué me refiero, a que la corrupción e impunidad que prevalece en casos como esos, o en casos como la fuga del Chapo, son alicientes”, dijo.
Asimismo dijo que la posibilidad que se dé esta clase de hechos se mantiene ante los intentos de impulsar proyectos energéticos en diversos estados con potencial en la materia.
“Ha sido también un planteamiento persistente de Mastrogivani, y es que las zonas de la guerra del narco ha sido más violenta y más cruenta en las zonas con potencial energético.Yo lo sostengo porque fui corresponsal en el norte del país, cubrí Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas que son estados donde el fracking es el objetivo .En Veracruz o Tabasco que son zonas devastadas por la violencia están los campos petroleros. La minería en Chihuahua, en Sonora y así podemos seguir. Entonces como los viejos reporteros policiacos tendríamos que preguntar ¿A quién benéfica cada una de estas acciones? (…) creo que siempre vamos a encontrar eso los grandes proyectos de infraestructura mineros o energéticos, y por otro lado, la eliminación que resultan incomodos al poder”, expuso.

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