Lydia Cacho
Plan b*
Sorprende que a casi ninguna persona en México le asombró la fuga del capo “di tutti capi” Joaquín, “El Chapo”, Guzmán Loera.
Yo he estado en el penal del Altiplano, me vi forzada a testificar
frente al pederasta Jean Succar Kuri durante ocho horas en la zona de
careos. Simplemente entrar me llevó una hora debido a los
procedimientos de seguridad exhaustivos. Cámaras por todas partes,
guardias con armas, pasillos blindados, vidrios blindados, más cámaras
en los pasillos, en los baños.
Los detenidos, para circular de una zona a otra, van esposados y
escoltados por guardias. El guardia casi le respiraba a Succar en el
cuello.
Así es esto –me dijo el juez de Toluca– en este penal, hasta las moscas
están inventariadas. En ese momento entró un grupo de policías de las
fuerzas especiales, encapuchados y armados, escoltando a una decena de
detenidos, supuestos zetas híper peligrosos.
Nos tensamos, el ambiente lo ameritaba. El responsable de seguridad del
área en que estábamos nos dijo que en absolutamente cada rincón había
cámaras y sensores de movimiento; de esta fortaleza sólo se sale por la
puerta principal; somos una de las prisiones más seguras del
continente, afirmó ufano el encargado de asegurarse de que mis abogados
y yo, que testificábamos contra un detenido, no nos moviésemos de
nuestro lugar durante ocho horas.
Entramos sin absolutamente ningún aparato, bolsa, cartera, vaya ni una
pluma. Sólo puedo imaginar el operativo para crear el túnel de un
kilómetro por el que salió “El Chapo” luego de lo que se intuye como
una buena negociación política.
A mí, la multimillonaria fortuna de “El Chapo” Guzmán no me enoja tanto
como la de Carlos Romero Deschamps, el líder petrolero, dijo una amiga
actriz.
Sin duda la industria criminal organizada hace un daño terrible a la
sociedad, pero la industria criminal politizada es peor, porque
imposibilita la existencia de un gobierno estable y creíble que le siga
el paso a una sociedad civil que trabaja afanosamente por la
construcción del Estado de Derecho y del bienestar social.
Porque mientras los políticos ponen en riesgo la estabilidad social y
económica, la sociedad civil arriesga la vida, la seguridad personal y
la integridad.
El periodismo ético es parte de esa sociedad que documenta con cifras,
nombres, evidencias, testimonios y verdades, quién es quién en el país.
En los últimos años hemos creado un mapa de las realidades mexicanas,
tal vez gracias a él entendemos que los túneles son cosa de todos los
días en México.
Enrique Peña Nieto se salió por el túnel subterráneo de la Casa Blanca,
y su esposa dio la cara para justificar la existencia del dulce hogar.
Ambos salieron ilesos, los únicos castigados fueron Carmen Aristegui y
el equipo que reveló la noticia.
Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, el “Rey de la basura”, líder del PRI
del Distrito Federal, cavó su propio y pequeño túnel que llegaba a las
oficinas de la Procuraduría capitalina, donde se desestimaron los
testimonios, evidencias y denuncias penales por el delito de trata de
personas interpuesto por cinco mujeres valientes que aún ahora viven
bajo amenaza.
Tal vez a pocas personas les sorprendió la noticia de la fuga de “El
Chapo” porque hace tiempo que comprendimos que el territorio nacional
es una especie de ratonera de rancho. En el campo las casitas
pintorescas están rodeadas de un huerto que da frutos al lado de la
hortaliza que da vegetales, allí la milpa, por acá el pozo de agua, más
allá la pileta de riego.
Todo parece funcionar, pero cada noche los ratones de campo, las tuzas,
los topos, circulan alegres por sus túneles, entran en la casa, anidan
en un rincón, se comen las raíces de los frutos más jugosos y vuelven a
casa. A diferencia de los políticos, los animales de campo cumplen una
función estabilizadora del medio ambiente, excepto cuando se convierten
en plaga.
Los políticos y los más poderosos criminales, en más de una ocasión
unidos en intereses y negociaciones inconfesables, planean y diseñan
sus túneles desde antes de ser detenidos o evidenciados por la prensa.
Contrario a lo que algunos opinan, no creo que la ausencia de sorpresa
por la fuga de “El Chapo” se deba a nuestro cinismo, más bien es porque
tenemos memoria y hemos comprendido cómo opera el Sistema.
Conocemos de sobra el guión, el teatro ha fracasado, las tramas son
predecibles hasta la nausea. Justamente lo que la sociedad civil ha
dicho en los últimos años es que habrá que cambiar el guión, a las y
los actores públicos y con ello la narrativa de la violencia y la
criminalización.
Si queremos resultados diferentes la aproximación debe cambiar. Ya se
gesta en México la articulación de nuevas narrativas y acciones, el
túnel y la fuga son una distracción, comprenderlo nos ayudará a seguir
adelante con la verdadera tarea de rescatar al país de la plaga que nos
monta el circo de la violencia como panacea de la estabilidad, del
Estado Policiaco como respuesta de silenciamiento ante las quejas
justificadas.
Aunque el reflector le pertenezca a los gobernantes, la brújula la
tienen la sociedad civil y la prensa libre. Lo que parece la nota
urgente no debe distraernos de la que es importante. ¿No cree usted?
Twitter: @lydiacachosi
*Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que
siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy
probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
CIMACFoto: César Martínez López, Cimacnoticias | México, DF.-
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