Por: Emma Martínez
(17 de julio, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- “Es
mucha pendejada que una persona indígena quiera salir adelante en esta
universidad, cuando las únicas personas que deben de estar aquí son las
que tienen dinero y saben español ¿Acaso en los zapatos de tus
compañeros quiere salir adelante? ¿Quieres eso? Eres un indígena que
realmente no va a poder hacer nada, nunca en la vida”.
Ese fue uno
de los primeros actos de discriminación que padeció Floriberto Núñez,
un maestro se lo dijo en el segundo semestre de la carrera de
Odontología, durante la hora de la materia de Fisiología, frente a
todos sus compañeros y en medio de varias burlas. Él estudiaba en la
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH).
Floriberto es un joven indígena que
llegó a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, para poder cursar la educación
media superior y con firmes aspiraciones para continuar con una
carrera, llegó de la comunidad indígena Pueblo Nuevo Citalán,
perteneciente al municipio de Simojovel. Poco después de finalizar la
preparatoria, presentó un examen de admisión el cual le dio acceso a un
lugar en la UNICACH.
Él afirma para Revolución TRESPUNTOCERO
que, “la discriminación no es un hecho que haya iniciado ayer, es
verdad que cuando llegué a esta ciudad no tenía un español fluido pero
fue porque en mi comunidad pocas veces llegan maestros, y cuando
aparecen nos enseñan el idioma a medias, es muy poco y sales mal
preparado, pero lo aprendí y sé que no estaba tan mal, cuando ya
cursaba la carrera. Desde que empecé a estudiar en UNICACH, muchos
profesores me discriminaron, me regañaban porque llegaba tarde, pero no
entendían que yo hacía a pie todos los trayectos, por toda la ciudad,
principalmente porque buscaba trabajo el cual no me quisieron dar,
principalmente por mis horarios de escuela, los cuales eran muy
variados”.
“Al ver que no había lugar donde me
aceptaran, opté por vender cacahuates, habas, chocolates y ámbar, esa
fue la única manera que encontré para poder seguir adelante y no dejar
la escuela, es verdad que algunas veces me pasé algunos minutos de la
clase, principalmente fue por el recorrido de mi cuarto hacia la
universidad, el cual me lleva una hora y media, a veces sin comer,
algunas veces nada más con bote de agua, para apaciguar el calor”,
asegura el joven.
Floriberto pensó conveniente llevar sus
productos a la universidad y venderlos ahí, pero después de un tiempo
le prohibieron hacerlo, así que envió un oficio al rector para pedirle
que le diera la oportunidad de seguir con su actividad dentro de la
institución, no accedió, pero le propuso un nuevo trabajo, en la
cafetería para solventar sus gastos; en un primer momento fue el
cajero, “sin embargo, a la encargada de la cafetería, la licenciada
Verónica, no le agradó la idea de que yo estuviera laborando ahí”,
comenta.
“Ella me dijo que no quería que yo
estuviera ahí, que solamente me había aceptado porque no le quedó de
otra, a mí a quien constantemente regañaba, gritaba y reprendía,
incluso logró cambiarme de área, pasé a hacer producciones de comida,
me afirmaron que lo que yo hacía contaba como beca, pero la realidad es
que yo desquitaba el dinero que me daban, entraba a trabajar a las seis
de la mañana y no tenía permitido llegar cinco minutos tarde, ni salir
cinco minutos antes, porque la licenciada se encargaba de gritarme y
humillarme frente a todos los alumnos que ahí estuvieran; una vez me
aseguró que iba a escarbar en todos mis expedientes, me gritó,
‘yo te voy a sacar de la universidad, porque tú no mereces estar aquí,
yo no estoy dispuesta a apoyarte, no mereces ganar más que mis otros
trabajadores, no haces nada y no te quiero aquí’”, narra Floriberto.
“Yo era el único al que presionaba en
la cafetería y me pedía que dejara listo, incluso las cosas de la tarde
aun cuando eso le tocaba el siguiente turno por lo cual muchas veces yo
entre tiempo después de mi horario a clases; si yo no dejaba un
producto hecho la licenciada me llamaba para regañarme.
Durante ese tiempo al estudiante las
autoridades universitarias le insistieron en que se diera de baja, en
muchas ocasiones le afirmaron que su nivel de español ‘no era el que
requería un universitario’; “a mí me vieron la cara diciéndome que
iniciara un curso de español , pero primero me saliera de la escuela, y
que después me podría volver a inscribir y todo sería más fácil así me
lo pidieron y por eso acepté, esto fue año pasado, pero mintieron no me
dejaron volver”, asegura.
Cabe señalar que Floriberto buscó un
curso de español en la universidad, pero le dijeron que ‘ese tipo de
materia no se impartía porque todos los que estaban en esa escuela
sabían hablarlo’.
Agrega que “metí alrededor de 18
documentos a las principales organizaciones que defienden a indígenas
comentándoles mi caso y la manera que la universidad me estaba
discriminando tanto en lo académico, como en el trabajo de la cafetería
por parte de la licenciada Verónica, seguramente eso les dio más
coraje, porque un indígena los está presionando, pero esto no es nada
más por mí, sino también por muchos indígenas que quieren salir
adelante pero se encuentran con personas como éstas a las que les gusta
humillar”.
Poco después que las organizaciones se
comunicaran con el Secretario Académico, éste citó a Floriberto y “no
solamente me regañó, me dijo que no se me olvidara que soy un indio que
no merezco estar ahí en la universidad, que ya estoy dado de baja y no
se puede hacer más”.
Poco después de esto el caso de
Floriberto Nuñez se dio a conocer gracias a su maestro de Español,
Pedro Gerardo García Rementería, quien hoy también es un amigo con el
que convive a diario, su principal apoyo y quien decidió denunciar
dicha arbitrariedad en la página de Change.org, esperando que la
presión de la sociedad le devuelvan su espacio al joven en la UNICACH.
Según las autoridades de la universidad
a Floriberto lo dieron de baja para el ciclo anterior que empezó
febrero, no por discriminación, sino a consecuencia de haber reprobado
diez materias de veinte que había cursado en cuarto semestre, “lo cual
no es verdad porque aunque los cursos regulares los reprobó, debido a
diversas circunstancias que no estuvieron dentro de sus posibilidades
resolver, principalmente los horarios de trabajo y la presión que
ejercían sobre él para que se quedara más tiempo, pero sí las pasó en
exámenes extraordinarios…
Hoy nada más tiene adeudo de dos
materias, una que no tomó por falta de tiempo, porque entraba a
trabajar la cafetería las 6:30 de la mañana y salía a la una de la
tarde, entraba a la escuela a la 1:15 Y salí a las diez de la noche, y
a esa hora era totalmente difícil encontrar un cibercafé abierto para
sus tareas, por lo cual abandonó la clase”, asegura García Rementería.
Otro de los argumentos de las
autoridades escolares, es que aseguran le dieron una beca alimenticia,
“algo que no es verdad, también dicen que le dieron una beca escolar,
tampoco es cierto, y que además lo apoyaba con el trabajo de la
cafetería, pero al final de cuentas él realizaba una actividad por la
cual debían de pagarle, por ello no es un apoyo becario”, afirma García
Rementería.
Sin embargo a Floriberto le hicieron
firmar documentos para que apareciera como becario, sin embargo varios
de sus compañeros aseguran que nunca fue así, una estudiante, compañera
del joven, quien prefirió mantenerse en el anonimato debido a las
represalias, afirma a Revolución TRESPUNTOCERO, que
“mienten cuando dicen que lo mandaron a clases de inglés y computación
y que la institución las pagaba, se dedicaron a humillarlo a hacerlo
menos, hoy inventan todos los beneficios que jamás le dieron y nos
amenazan que si lo seguimos apoyando o nos darán de baja o no nos
entregarán nuestros documentos, todo esto se da porque el jueves la
CONAPRED tomó el caso en sus manos y dio paso a una demanda por
discriminación en contra de la UNICACH”.
Documentos en poder de Revolución TRESPUNTOCERO,
entregados por alumnos de la UNICACH, dan cuenta de la presión que en
la universidad ejerce sobre los compañeros de Floriberto, a quienes se
les asegura deben mantenerse al margen del caso, ya que ‘inmiscuirse en
una problemática de ese tipo podría afectar sus estudios y la entrega
de su documentación”, en otros casos también han llegado mensajes vía whatsapp donde se les comenta que de mantener su apoyo al estudiante podrían padecer la misma situación.
“Posiblemente fue la falta de apoyo la
soledad que he vivido en esta ciudad, que provocó que no supiera cómo
evitar reprobar las materias, yo siempre he tenido el anhelo de tener
una carrera porque yo soy el único de mi familia que está luchando por
una profesión, en mi pueblo nadie de los indígenas ha hecho lo que yo
estoy haciendo, principalmente por la discriminación que bloquea
nuestro avance”, asegura Floriberto.
“Hice todo lo que me pidieron, estuve
todo el día, todos los días dentro de la cafetería, no solamente hacia
producción de comida fría, también estaba cerca de la plancha donde se
cocinaba en calor, preparar las cosas del turno de la tarde, después
tenía que salir corriendo a la escuela, con todo ese tipo de
actividades me arruine físicamente, luego llegó el estrés donde dije
‘no puedo más, ¿qué hago?’, ahora todo esto que está pasando me duele
en extremo, porque es mucho el pisoteo y encima inventan que yo reprobé
materias y que no fui buen alumno, que me dieron becas cuando nunca fue
así…
Voy a seguir luchando porque esto es
una injusticia y sé que si gano, también será una batalla ganada para
los indígenas que vienen en busca de una oportunidad y son tratados
como basura; si de por sí no es fácil acusar a una persona con un
puesto importante, ahora que lo esté haciendo un indígena les duele,
por eso me siguen inventando cosas”, sentencia Floriberto.
“El director académico estaba esperando
que Floriberto se arrodillara, le pidiera perdón y le asegurara que no
iba volver hacerlo, esto con referencia a los oficios que metió
pidiendo ayuda a las organizaciones. La situación es muy complicada,
a nosotros también nos proporcionaron documentos donde la universidad
amenaza los alumnos”, dice Gerardo García Rementería.
En febrero de 2014, la UNICACH, anunció
que trabajaría en coordinación con la Comisión Nacional para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) en el desarrollo de proyectos
encaminados a posicionar el valor de la diversidad cultural.
El rector Roberto Domínguez Castellanos
aseguró que implementarían proyectos de reproducción, rescate,
redignificación y difusión del patrimonio cultural indígena a fin de
posicionar el valor de la diversidad cultural a través del apoyo a
proyectos del ámbito cultural, social, económico y productivo.
Además aseguró que “para la UNICACH es
motivo de orgullo que en sus aulas se estén formando estudiantes de
procedencia indígena, a quienes mediante el Programa de Atención a
Estudiantes Indígenas se brinda el acompañamiento necesario para que
su formación sea exitosa”.
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