Por: Emma Martínez
(15 de julio, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Joselyn
Juárez tiene 23 años, está por terminar sus estudios en la Normal
Superior de Maestros y realiza prácticas en la zona alta del
Soconusco, Chiapas, a cuatro horas de distancia de la ciudad.
Ella comenta que trabaja en un
plantel donde colabora con el único maestro que da clases a los seis
grupos de primaria, en el patio de la cárcel. Se trasladaron ahí porque
poco a poco los techos comenzaron a caerse y no había posibilidad de
componerlos, hacía falta construir la escuela nuevamente, han pedido
ayuda al gobierno y no han sido escuchados.
En meses pasados un niño casi sufre
un accidente de gravedad, debido a las precarias instalaciones y fue el
motivo por el cual decidieron salir de ahí, dado a que no tenían a
dónde ir y el presidente municipal no cooperó con ellos, la cárcel les
prestó el patio, pero la principal preocupación es que los niños
convivan y escuchen las expresiones de las personas ahí presas.
La Comisión de Presupuesto y Cuenta
Pública de la Cámara de Diputados, ha dado a conocer que una de cada
dos escuelas en México carece de agua, drenaje o luz eléctrica, por lo
que 49% de los planteles cuenta con la infraestructura mínima
necesaria, y en algunas ocasiones ni siquiera se aproxima.
Según estudios de la Secretaría de
Educación Pública (SEP) en relación a infraestructura y equipamiento
físico de las escuelas públicas en México, existe un problema severo de
deterioro e insuficiencia, propiciados principalmente en contextos de
mayor vulnerabilidad y rezago social.
Como cada temporada de lluvia en la
escuela primaria Leona Vicario en Ciudad Valles, San Luis Potosí, los
salones sufren inundaciones que alcanzan hasta los 20 centímetros o
más, esto debido a las goteras que cubren los techos y la antigüedad de
las ventanas que ha derivado en su mal estado, lo que ha provocado que
en muchas ocasiones se tenga que suspender las clases, debido a las
afectaciones que podría padecer los alumnos.
A esto se le suma el ‘síndrome del
edificio enfermo’, que miles de escuelas en el país lo padecen, al
tener instalaciones deterioradas, producto de problemas de temperatura,
iluminación, calidad del aire y otros factores ambientales, aún cuando
podrían contar con instalaciones físicas formalmente adecuadas,
principalmente por la ubicación que podría permitir mayores facilidades
de construcción y remodelación.
“Es difícil aceptar que posiblemente
pasen décadas antes que la gente pobre en México tenga acceso a mejores
infraestructuras en las escuelas, o siquiera tenga un cuarto de cemento
al que le pueda llamar ‘escuela’. Aunque es urgente que tengan mayor
acceso a transportes, suministro de electricidad, abastecimiento de
agua y telecomunicaciones, hay demasiadas dudas de que se pueda
alcanzar la meta, ya que en primer lugar se debe combatir la pobreza
extrema, mejorar las condiciones de vida, antes de asegurar la
educación primaria, se debe crear la cultura de la ‘necesidad’ por
cumplir con los estudios básicos, de enseñar a que es un derecho y no
un lujo, como los gobernantes lo han planteado e incluso arraigado,
aumentar el número de niños matriculados en la escuela, reducir la
mortalidad infantil, promover un aumento al doble en la asistencia
oficial para el desarrollo, junto con mayores inversiones en las
infraestructuras escolares, no se trata de enseñar a querer leer, sino
de atraer al niño y demostrarle que le gusta hacerlo, siempre y cuando
encuentre un tema que lo cautive, pero para ello se necesita que los
gobernantes tengan amor y pasión por la educación y la cultura, sino
solamente seguirán inyectando la miseria de ignorancia a un pueblo”,
afirma a Revolución TRESPUNTOCERO, el académico de la Universidad de Barcelona, Roberto Úcar.
“El caso de México es complejo porque
la falta de servicios de infraestructura escolar se sigue
incrementando, a la par del aumento de la población. Hoy una gran
mayoría vive en tugurios hacinados y desprovistos de servicios, ellos
no están pensando en la educación de los menores, están pensando en qué
van a comer mañana o si podrán sobrevivir a la tormenta que se viene,
qué se puede hacer un ser humano que permite e incluso contribuye a que
su organismo enferme de forma acelerada, finalmente es su vida, pero
algo similar y aún más grave se le hace a México, a ese paso pocos
serán los que lleguen si quiera a pisar una escuela, porque éstas
podrían desaparecer para los menores que viven en pobreza”, puntualiza.
La pedagoga Marcela Maldonado, colaboradora del Centro de Estudios Educativos Latinoamericanos, comenta a Revolución TRESPUNTOCERO
que, “existen una serie de programas de ayuda a escuelas de nivel
básico y medio superior, una labor loable que realizan órganos
desapegados al gobierno, y que es agradecida por muchos planteles en el
país, pero este tipo de acciones no mantienen, aunque se quiera, una
cobertura igualitaria, y la realidad es que si existen es porque el
Estado desatiende su responsabilidad para con las instituciones
educativas; el actual presidente se tomó fotografías en pupitres viejos
que hoy ya ni existen, vio la situación precaria y se comprometió a
restaurarlas, pero no pasó, lamentablemente en este país se espera a
que las fundaciones, ONG’s, y sociedad civil con carácter filantrópico
saquen adelante lo que el gobierno no hace, porque no son situaciones
redituables, pero sí lo es y por millones la privatización escolar, que
brinde en pocas palabras la educación a quien sí se la ‘merece’ al
rico, porque desde la perspectiva del gobierno el de escasos recursos
de obrero no debe de pasar”.
“La situación vergonzosa en la que se
encuentran las escuelas es motivo suficiente para que el gobierno no
exija a la ciudadanía, lo que él no retribuye, existen escuelas donde
el aula está bajo un árbol, los niños caminan kilómetros para llegar y
todavía llevan cargando la silla donde van a escribir, estos planteles
también carecen de baños, lo cual es un severo problema para los niños,
ya que necesitan instalaciones donde puedan estar cómodos y no
preocupados por querer que se acaben las clases pronto, para usar el
servicio sanitario de su casa, dicha distracción deviene en nulo
aprendizaje”, asegura Estrada
De la escuela Francisco Villa en
Ciudad Valles, Tampico, han salido muchos alumnos premiados en
concursos de conocimientos, generalmente con los primeros lugares de
aprovechamiento.
Las aulas de dicha institución se
caracterizan por tener goteras, en algunas partes donde hay techo de
lámina, éstas parece que se desploman (algunas veces sucede), cuando
hay temblores o vendavales, hay pocas sillas e incompletas, carecen de
instalaciones eléctricas y el drenaje es inservible, derivado de esto
los baños no funcionan, por lo que los niños no pueden usar el servicio.
El último censo de INEGI da a conocer
que dentro de las carencias, Baja California es la entidad que más
escuelas con techo de madera en mal estado, tejamanil o palma tiene en
todo el país, contando con alguno de estos materiales 555 de los 2 mil
713 planteles; Chihuahua, con 154 de sus 2 mil 585 colegios, y
Zacatecas, pues 148 de sus 975 centros de aprendizaje tienen techos de
este tipo para los menores de edad.
En el caso de los techos de lámina,
asbesto, malla metálica o de cartón, Veracruz mantiene el primer lugar
con el 23% de sus unidades académicas, es decir 4 mil 322; en Chiapas,
una de cada dos escuelas, es decir 3 mil 741 de las 6 mil 623, usa
estos materiales y mil 159 son de madera que ya presenta severos
problemas, en tanto Jalisco 3 mil 389 de los 10 mil 328 colegios están
en la misma situación.
“Uno de los principales casos graves a
resaltar son las nulas instalaciones para niños con discapacidad, si
este país no se ocupa de la niñez que se puede valer por si sola, a los
discapacitados los dejan en el abandonado, hay madres solteras o padres
que viven en zonas donde los caminos están deshechos (no solamente
rurales, sino urbanos), que les es imposible cargar a sus hijos para
llevarlos a las escuelas a dos horas de distancia o que los dejan sin
estudiar porque no tienen acceso a escuelas especiales, si los menores
mantiene otro tipo de discapacidad, ya que ese tipo de centros no son
construidos ni pensados, lo que se realizan son ‘adaptaciones’ que se
califican como ‘áreas especiales’, pero en realidad no lo son”, asegura
Maldonado.
En el caso de las escuelas
acondicionadas para menores con discapacidad, Veracruz es la entidad
que más carece de esta disposición, con un 89% de sus centros de
enseñanza, es decir 14 mil 472 de las 16 mil 242 escuelas, siguiéndole
el Estado de México, con 10 mil 635 de 15 mil 236; Puebla, con 7 mil
473 de 9 mil 485; Guerrero, con 6 mil 686 de sus 7 mil 565, y
Guanajuato, con 5 mil 575 de sus 8 mil 255 escuelas.
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