La Redacción
El hallazgo de una pareja asesinada el 11 de marzo de 2015 en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Foto: Ricardo Ruíz
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MÉXICO,
D.F., (apro).- Los crímenes de mujeres cometidos en Ciudad Juárez,
Chihuahua, de 1993 a la fecha registran un móvil de ‘pornografía
sádica’ porque una buena parte de las víctimas presentan Mutilaciones
de mama, ocular y vísceras; lesiones dentales, cortes en piel y cortes
irregulares del cabello.
A pesar de ese patrón y de las evidencias forenses, el gobierno de
Chihuahua sigue sin reconocer la existencia del feminicidio en la
entidad.
Según una investigación realizada por Patricia Ravelo Blancas, del
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
(CIESAS), “estos modos de violencia contra el sexo femenino se
incorporan al fenómeno de la trata de las personas, debido a que la
mayoría de las marcas dejadas en sus cuerpos corresponden a las que
provocan los actos de tortura sexual y sexo violento, usualmente
practicados por traficantes de mujeres”.
En su investigación Feminicidio y violencia de género, la académica
señala que la pornografía sádica encaja en lo que define como
“Industria criminal trasnacional”, una tendencia que, aunque surge en
los años 40 del siglo pasado en México, se ha modernizado gracias a la
tecnología y la informática.
A través de éstas, dice, se han creado consumos sexuales “exóticos”
que implican desapariciones y crímenes de mujeres y niñas, quienes en
su mayoría son levantadas con engaños y/o seduciéndolas.
Otro factor que impulsa ese fenómeno, afirma, es el capitalismo
trasnacional y nuestro mundo cada vez más globalizado, donde confluye
fácilmente el tráfico de personas, la explotación sexual y la violencia
feminicida.
Desde los orígenes del capitalismo, explica, las mujeres han tenido
características particulares respecto a las maneras en las que son
sexualmente explotadas y comercializadas.
“La prostitución forzada dentro del capitalismo ha sido una práctica
mercantil recurrente, alcanzando proporciones que aún desconocemos en
el mundo globalizado, donde se somete a estas mujeres y niñas a
condiciones específicas de una esclavitud moderna, de explotación
humana y de muerte violenta, propias del tráfico internacional en esta
etapa del capitalismo global”, señala.
A lo largo de su investigación, Ravelo Blancas detectó que las
mujeres “están permanentemente expuestas al peligro. Su cuerpo y su
sexualidad están inmersos en una violencia estructural, donde la
misoginia, la moral represiva y los prejuicios sociales, fortalecen un
sistema económico y político más amplio, como el de la globalización”,
fustiga.
Y estos elementos, apunta, hacen que la violencia sexual trascienda las fronteras de lo local y opere a escala transnacional.
En el caso de Ciudad Juárez, donde mil 24 mujeres han sido
brutalmente asesinadas desde 2008, la violencia contra ellas se
exacerba con el crimen organizado, pues “el comercio sexual aumenta,
los cuerpos femeninos se cotizan en el mercado sexual y representan
elevadas ganancias económicas y políticas para los traficantes de
mujeres”.
Las cifras de feminicidios presentados en el Plan Estratégico de
Juárez en su informe de 2015, son alarmantes y dan una idea del
problema: En 2008 se registraron 111 feminicidios; en 2009, 125; en
2010, 401; en 2011, 220; en 2012, 108, y en 2013, 59.
Si bien, sostiene la académica, la tendencia ha disminuido “en lo
absoluto significa un cambio radical en los motivos, los métodos y los
patrones de los crímenes contra el sexo femenino. Estamos hablando de
1024 mujeres asesinadas de manera violenta desde 2008”, alerta.
Para la investigadora del CIESAS la educación es una de las
soluciones para erradicar ese fenómeno. En su investigación propone
acciones transformadoras para revertir la tendencia de estos
feminicidios.
Por ejemplo, sugiere que desde el ámbito educativo se fomenten
prácticas que sirvan para cambiar los comportamientos de violencia, los
estereotipos donde el ser heterosexual es lo correcto, y forjar una
cultura de respeto en las relaciones de género.
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