Pedro Echeverría V.
1. Leí, quizá en la revista Letras Libres, de algún destacado
ideólogo de la derecha mexicana, que la izquierda de México ha hecho muy
mal al crear entre el pueblo, particularmente entre los trabajadores,
un sentimiento de odio contra los empresarios que tanto se sacrifican
por crear empleos y contra los gobernantes que no todos son tan malos.
Esos ideólogos de la derecha son extremadamente cínicos, desvergonzados,
al pretender esconder o tergiversar las causas de ese desprecio de los
trabajadores contra los ricos. Esos ideólogos no son imbéciles, no son
tontos, solo pretenden seguir engañando con mucho cinismo a la
población.
2. Al respecto un analista del diario español El País, Pablo Gentili,
dice que según estadísticas y sus investigaciones, “El 73% de los
latinoamericanos piensa que se gobierna para el beneficio de los
poderosos”. Explica que a pesar de la obvia diferencia que se registra
entre los 17 países, es muy clara la tendencia de la ciudadanía a pensar
de esa forma porque en América Latina la desigualdad se ha vuelto
estructural: el 71% de la riqueza se concentra en el 10% más rico de la
población. Solo 32 personas, en 2015, concentraban tanta riqueza como la
mitad más pobre de la región: 300 millones de personas. El odio contra
los explotadores no es transmitido, sino una realidad que nadie puede
borrar.
3. En México quizá el promedio del odio sea poco más bajo (un 68 por
ciento) porque la clase dominante a través de la historia ha demostrado
una enorme capacidad para engañar y manipular a la gente mediante
discursos, políticas demagógicas y manipulaciones. La explotación, la
pobreza y la miseria se extienden al 80 por ciento de la población, pero
a pesar de ello los medios de información y la iglesia trabajan mucho
entre los explotados para mantenerlos en la enajenación total. Los
trabajadores saben quiénes los explotan y oprimen, pero el dominio
ideológico de los poderosos –tan machacado en los medios, resulta de
mucha efectividad.
4. Es triste, pero mucho más indignante saber –como apunta Gentili-
que “Los niños pobres de Honduras, República Dominicana, Colombia y
otros país saqueados, tienen de 2 a 5 veces mayor probabilidad de morir
en el primer año de vida que los niños ricos”. Los sectores medios y
altos de la población de América –aun siendo una realidad de siglos- ni
se imaginan esa realidad porque sus intereses y preocupaciones son
otras. ¿Sabrán siquiera que en educación mientras casi todos los hijos
de ricos terminan su primaria y secundaria, los niños pobres apenas el
30 por ciento alcanza llegar a la secundaria por pobreza y miseria
económicas?
5. Se apunta con precisión que los multimillonarios en América
Latina, según las muy conocidas lista de Forbes en 2017, se concentran
en cuatro sectores: el financiero (25%), bebidas (22%),
telecomunicaciones (19%) y las industrias extractivas (15%). Juntos
comprenden el 82% de la riqueza de los multimillonarios de la región.
Por el contrario, los trabajadores de América Latina se concentran
también en las fábricas, en los campos, en los talleres, en las
oficinas, en el comercio informal, como migrantes. Son los creadores de
la riqueza que una minoría de la población disfruta y que a pesar de ser
productores sufren y se sienten despojados de ellas.
6. Sobra entonces, sería imbécil, está demás preguntar, porque la
parte más consciente de la población de Latinoamérica odia tanto a la
clase dominante, a los poderosos. Esto es importante porque “la lucha contra la desigualdad no es un problema técnico sino político”; no
es un asunto de errores o de incomprensión, es en la política donde hay
que confrontar a los que buscan que perduren las desigualdades de
clases que se manifiestan al frente. El secuestro de la democracia por
empresarios, altos políticos, por las élites es evidente; los estados y
sus leyes, regulaciones, recursos y políticas son muy a menudo
capturados por élites económicas y políticas. (20/VIII/17)
alterar26@gmail.com
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