Pedro Echeverría V.
1. Trato de conservarme como una persona honesta, modesta, honrada,
“sin cola que me pisen”, pero de pronto sin decir: “agua va”, te llega
un golpe. Así pienso que le ha pasado a la mayoría de los escritores de
La Jornada que, por el sólo hecho de gozar el privilegio de publicar en
ese órgano, pasan como periodistas de izquierda destacada, ahora frente
al sindicato. Ignoro como es la relación de La Jornada como el
periódico, casi único, de la izquierda mexicana, con su empresa Demos;
pero la relación con los trabajadores que se movilizaron hace unas
semanas y ahora reclaman la reinstalación de dos de sus dirigentes
despedido por movilizarse, me preocupa mucho.
2. Como debería ser por ideología, confío 100 por 100 en las luchas
de los trabajadores, sobre todo obreros del único diario de izquierda
del país. Sé que este tipo de trabajadores –que laboran en un organismo
de izquierda- como sindicato tienen una importante responsabilidad: a)
defender con honradez a sus agremiados y b) por la conciencia
desarrollada, cuidar a ese órgano de cualquier asalto de la burguesía.
Parecido a la CNTE, el de La Jornada no es cualquier sindicato burgués
que sólo debe defender a sus trabajadores, sino tiene que hacer
propuestas para mejorar la situación de La Jornada. Esto obliga al
diálogo igualitario y muy consciente.
3. Por encima de todo, en primer lugar, los dos compañeros
trabajadores deben ser reinstalados. En segundo lugar, aunque yo odie
las pinches leyes, recuerdo que la LFT tiene por ahí una frase que habla
de igualar, cuidar, conservar, “los factores de la producción” a fin de
que ninguno salga perjudicado. Y si acaso se dificultaran los acuerdos
sería muy importante que las dos partes publicaran con amplitud sus
argumentos para conocer bien el asunto. Esto me recuerda la lucha de los
sindicatos en Rusia en 1918/19, la rebelión de los Marinos de Kronstand
y las discusiones sobre Brevs Litovski, que significaron la rebelión de
los trabajadores contra su misma revolución. (20/VIII/17)
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