Por
Jorge Carrasco Araizaga
,
Todavía un mes antes de que renunciara a la dirección general de
Pemex, Emilio Lozoya Austin recibió la protección de la Presidencia de
la República para ocultar los conflictos de interés por sus relaciones
con la constructora española OHL.
Comenzaba el 2016 y desde la residencia oficial de Los Pinos se
pretendía darle una nueva imagen a la empresa estatal, ante los
desastrosos resultados financieros de la gestión de Lozoya Austin.
Las cifras en la Oficina de la Presidencia de la República eran
alarmantes sobre las pérdidas en Pemex, como se conoció poco después. En
2015, sus ventas totales cayeron en un 21 por ciento y sus pérdidas
casi se duplicaron al pasar de 265 mil millones de pesos a 521 mil
millones.
En enero del año pasado, la Oficina de la Presidencia de la República
trabajó para crear en la opinión pública una imagen favorable a la
empresa que Lozoya tenía a su cargo, según pudo conocer este espacio.
Pero más que los resultados de Pemex, lo que preocupaba a la
Presidencia era que el nombre de Lozoya siguiera vinculado al de OHL, la
constructora favorecida con contratos millonarios desde que Peña Nieto
era gobernador del Estado de México y que durante 2015 había sido objeto
de nuevos escándalos de corrupción.
El entonces coordinador de Asuntos Corporativos de Pemex, José
Ignacio Casar Pérez, mandó una comunicación a la Unidad de Control
Interno Institucional para advertirle que a Los Pinos les preocupaba que
en esa estrategia de imagen de Pemex se insistiera en el pasado de
Lozoya como miembro del Consejo de Administración de OHL en México y los
posibles conflictos de interés por las obras adjudicadas a la española
desde Pemex.
De la preocupación también fue advertido el propio secretario
particular de Lozoya en Pemex, Rodrigo Arteaga Santoyo. Es decir, Lozoya
supo lo que se estaba haciendo en Los Pinos a su favor.
El problema central para la Presidencia de la República era la
transparencia en el otorgamiento de los contratos, sobre todo después de
que la Auditoría Superior de la Federación hiciera señalamientos sobre
irregularidades que han existido por años en la empresa estatal.
El encargado de Asuntos Corporativos buscaba una propuesta de esos
dos colaboradores cercanos a Lozoya para que su pasado por OHL no
afectara los negocios de Pemex con esa empresa.
Casar Pérez les requirió conocer las medidas que se estaban tomando
para evitar un conflicto de interés, debido a que Emilio fue empleado de
la compañía.
Según información pública, en el primer año de Lozoya al frente de
Pemex, OHL obtuvo contratos por dos mil 398 millones de pesos, aunque la
empresa española insiste en que no hubo tales contratos.
El nombre de Lozoya en relación con OHL, así como con Odebrecht, no
se puede separar, aun cuando el propio exfuncionario lo omitió
convenientemente cuando le pidió por escrito a la PGR que lo citara a
declarar por el caso de corrupción transnacional de la empresa
brasileña.
De la buena relación que Lozoya mantuvo con OHL mientras fue director
general de Pemex da muestra la invitación que sus expatrones le
hicieron en octubre de 2015 para que asistiera a la novena edición del
PGA Tour de golf y a la tercera del OHL Classic en Mayakoba, en Playa
del Carmen, el mismo a donde la empresa española le pagó al actual
secretario de Desarrollo Social en 2007, en momentos en que el gobierno
de Peña en el Estado de México la concesión del Viaducto Bicentenario.
Información sobre la gestión de Lozoya como funcionario público y sus
posibles conflictos de interés se va acumulando, aunque para la PGR sea
insuficiente o de plano no exista.
@jorgecarrascoa.
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