Sin embargo, la meta de José Antonio Meade, Ricardo Anaya, Margarita
Zavala y de Jaime Rodríguez era claramente bajar a toda costa de las
encuestas a López Obrador a quien todos tienen como principal
adversario, de ahí que la mayor parte del encuentro fuera atacar al
tabasqueño y hacerlo ver débil, trastabillante y contradictorio.
Para lograr esa meta aprovecharon la debilidad de López Obrador en
los debates. El candidato de Morena es pésimo en ello porque tarda mucho
en explicar sus argumentos, se enoja muy rápido, se impacienta, no
cuida el lenguaje del cuerpo y peca de soberbio.
Más que un debate o la exposición de propuestas, lo que vimos el
domingo en la noche fue la manifestación clara de una estrategia de
todos los aspirantes, con los poderes facticos que representan, para
detener el ascenso del candidato presidencial de Morena en el ánimo
electoral que lo ha puesto muy por encima de todos y cada uno de ellos.
La estrategia les dio resultado porque pusieron de espaldas sobre las
cuerdas a López Obrador, pero les faltó mucho para quitarle la ventaja
que aún tiene y que le permite seguir su campaña aprovechando el enojo
social que hay contra el PRI, PAN y PRD por la aprobación de medidas
económicas que atentan contra las familias, como el gasolinazo, así como
por la impunidad y los múltiples casos de corrupción en los más altos
niveles del gobierno y de los partidos.
Ninguno de los cuatro candidatos que están alineados para bajar a
López Obrador tienen la calidad moral para hablar sin cortapisas de
corrupción, tráfico de influencias, desvío de recursos e impunidad. “El
Bronco” obtuvo la candidatura falseando firmas de apoyo, lo mismo que
Margarita Zavala, mientras que Anaya tiene pendiente una investigación
por lavado de dinero y Meade trae consigo el pesado historial del PRI y
de Peña Nieto.
A partir del primer debate es claro que las estrategias de cada uno
de los aspirantes presidenciales, así como de Margarita Zavala, tendrán
algunas variaciones bajo la idea de seguir debilitando a López Obrador,
quien por su parte habrá que ver si resiente de manera considerable su
débil participación en el debate.
Pero, así como los adversarios del tabasqueño afinarán las armas para
seguir minando su camino, los empresarios asociados en distintas
agrupaciones hacen lo propio con el miedo de que López Obrador llegue a
la presidencia y cancelen sus contratos leoninos de obras públicas que
les concedió el gobierno de Peña Nieto.
Protagonistas detrás de bambalinas, los empresarios que más han
ganado con los gobiernos del PRI y PAN son los primeros en estar contra
quien atenta contra sus intereses particulares. Para ellos López Obrador
es un peligro y lo quieren vender con una enorme propaganda como un
peligro para todo el país.
Por cierto… La estrategia del PRI, PAN, PRD,
empresarios y gobierno de acabar con las aspiraciones de López Obrador
nos hace recordar la del 2006. Sólo que ahora, a diferencia de esa
elección, el enojo social será un factor determinante el día de la
votación y contra éste ninguna campaña propagandística puede funcionar
porque es una reacción contra decisiones que los mismos partidos,
empresarios y gobierno han tomado y de las cuales son responsables.
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