El periodo de mayor crecimiento en México fue, contando sexenios, el de 1940 a 1962. Poco más de 6 por ciento anual. Después, con una nueva política económica reaccionaria, el promedio de 1963 hasta la fecha, a lo que va de 2018, fue de 1.3 por ciento.
Consideran ahora la gran gloria los momentos de 2 por ciento. Evidentemente, el aumento de producción por habitante sería todavía menos, pero el censo de habitantes prefieren hacerlo cada 10 años.
El evidente causante principal del cambio positivo desde 1940 fue la expropiación petrolera, que fue la cabeza de un aumento de inversiones en otras empresas públicas. Un ejemplo importante fue la industria eléctrica pública, que empezó a crecer desde el cardenismo mismo, con servicio eléctrico en poblaciones donde no lo había, principalmente.
La industria petrolera va mucho más allá de la gasolina. La refinación y la petroquímica fabrican una cantidad enorme de productos. Y México avanzó mucho en esa producción. Es famoso el hecho de que los ingenieros petroleros de Brasil, y no fue el único caso, vinieron a México a aprender de nuestro desarrollo y nuestra producción del petróleo y sus derivados.
Que un multimillonario diga que lo que determina la producción de la nación es la construcción de un nuevo aeropuerto, es lógico desde el punto de vista de un inversionista en una instalación así, pero no desde la perspectiva del país. Además, ya hemos hablado de la lentitud de las obras con la actual corrupción e ignorancia en el gobierno federal.
En este periódico se informó el pasado jueves, 19 de abril, que desde el inicio de su construcción, en 2015, el Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM) fue objeto de observaciones por diversas anomalías e irregularidades, entre ellas la contratación de personal sin revisar que cumpliera con el perfil adecuado y la entrega de pagos sin verificar la realización de las obras, de acuerdo con análisis de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
En momentos posteriores, la citada ASF ha seguido señalando manejos no regulares del citado nuevo aeropuerto que, si se hubiera empezado bien y a tiempo, no tardarían tanto en terminarlo.
También, se documentó que el respectivo Grupo Aeroportuario autorizó grandes pagos, incluso por trabajos no verificados.
En cambio, una institución tan positiva para el país como lo fue el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), fundado en 1965, sería eliminada. Antes ya se desarrollaba la tecnología, pero con esta institución se sistematizaba su crecimiento.
Éste que contribuyó durante décadas al avance de la industria petrolera, con la refinación, otras ramas y la petroquímica, fue siendo ahorcado de manera gradual, hasta ser liquidado en 2016.
Entre las ramas del IMP estaban las de diseño de maquinaria petrolífera y la de diseño de electrónica petrolífera.
Este instituto no sólo dotó de muchos proyectos y tecnología a la industria, sino también a la agricultura, por ejemplo, la fabricación de fertilizantes muy eficientes.
Todos los productos de manufactura nacional contribuyeron a que la producción de la nación aumentara más de 6 por ciento cada año, en promedio, de 1940 a 1962.
No sólo debe echarse a la basura la llamada reforma energética, que en realidad fue contrarreforma, deberá haber un aumento en el índice de la producción nacional, como hemos dicho, empezando por las ramas estratégicas mencionadas.
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