Por
Pablo Gómez (apro).- Tres candidatos y una candidata están
empeñados en atacar a Andrés Manuel López Obrador, por lo cual no buscan
presentar un programa diferente y pretendidamente superior al que fija
el aspirante de Morena. Tampoco buscan la réplica sino sólo el ataque.
Hacen anticampañas.
Mas el problema no termina en esa peculiar situación, sino que se
proyecta en la falta de una competencia real. AMLO sigue poniendo los
temas: corrupción, seguridad pública y crisis de violencia, crecimiento
económico, salarios, política presupuestal, política social, educación.
Los otros candidatos y la candidata siempre están rechazando y atacando a
López Obrador.
En el debate ocurrió algo inédito. Dentro del apartado de sistema
político y democracia sólo hubo una propuesta concreta: la revocación de
mandato como sistema constitucional, enunciada desde hace años por
Andrés Manuel. Las réplicas se fueron hacia otra parte, pero lo más
grotesco fue que el candidato del PAN, Ricardo Anaya, rechazó
burlonamente la idea de AMLO, confundiéndolo con una votación a mano
alzada. Como se sabe, ese sistema de votación en asamblea existe en
México bajo métodos de usos y costumbres, pero no tendría
porqué ser motivo de desprecio por ser practicado en municipios indígenas.
Asignar a López Obrador la idea de perdonar a los delincuentes
organizados es una manera de eludir la discusión de un tema de inmensa
importancia nacional. AMLO nunca ha propuesto perdón alguno. Mas, debido
a que ha fracasado la política actual, la crisis de violencia reclama
otro análisis y una política integral con varias vertientes, una de las
cuales podría ser el sometimiento voluntario a la justicia, a cambio de
una mejor condición penitenciaria, pero Ricardo Anaya inventó que eso no
ha dado resultado en ninguna parte, lo cual es falso. No es ignorancia
del panista sino deseo de engañar.
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El candidato de uno de los partidos (PAN) que aprobaron el
Fobaproa acepta, sin la menor sinceridad, que ese mecanismo fue y sigue
siendo un gran fraude a la nación, según dijo, repitiendo palabras de
AMLO. Luego, como Morena ha postulado a una sola persona que en aquel
entonces votó a favor de la legalización del Fobaproa, López Obrador
–dijo Anaya– ha dejado de ser honorable. ¿Qué pasa con todos los
panistas que apoyaron y siguen apoyando el robo del Fobaproa-IPAB,
incluyendo al actual candidato?
En un marco como este es imposible discutir propuestas. La costumbre
de recurrir al ataque personal ha pervertido el debate, pero también
esconde los temas verdaderamente trascendentes. ¿Para qué decidió Meade
sacar lo del departamento familiar de AMLO, que ha sido aclarado hasta
el cansancio, incluso, con la retractación que al respecto se vio
obligado a hacer un diario estadunidense?
En el colmo, Anaya afirma con cartelito en mano que durante la
gubernatura de López Obrador en la Ciudad de México aumentaron los
índices delictivos, cosa que inmediatamente fue desmentida con las
cifras de entonces. Y, otra vez, no se trata de desinformación personal
del panista sino del uso de la mentira como arma de ataque.
En la carrera entre Anaya y Meade para lograr la mayor y mejor
arremetida contra al candidato de Morena, el priista tenía preparado un
espot donde aparece López Obrador, se reproducen escenas violentas sin
ser identificadas y, al final, se lanza el reto: “ELIGE: MIEDO… O
MEADE”. El mensaje está tan mal hecho que no podría promover la
candidatura del priista. En realidad, lo relevante es la actitud mendaz,
el ataque sucio contra el adversario.
Todos contra AMLO no puede ser un debate, sino expresión de
ansiedades de obtener votos a partir de desacreditar al candidato más
favorecido en las encuestas. El resultado es que otra vez tenemos la
guerra sucia, pero ahora como caricatura de la que hizo Calderón en
2006, aunque su contenido sea muy parecido.
México vive una situación en la que un candidato recoge la crítica,
el hartazgo y el enojo de millones de personas que cada seis años anidan
esperanzas, pero no perciben ningún cambio favorable. Es un hecho que
Fox-Calderón-Peña, para hablar sólo de los últimos tres, no trajeron
nada positivo. El Producto Interno Bruto por persona es prácticamente el
mismo. México es uno de los países más estancados del mundo desde el
punto de vista de su población y más próspero desde el punto de vista de
sus magnates. No sólo es la pobreza sino también la falta de progreso y
el aumento de la desigualdad. Existe un inmenso resentimiento social.
Por el otro lado, los candidatos de los partidos responsables de esa
catástrofe están tratando de enlodar a López Obrador con mentiras
evidentes.
Si conjugamos estos dos factores presentes en la coyuntura, las
anticampañas de Meade, Anaya, Margarita y “El Bronco” confirman la
crítica al actual régimen político y, por tanto, van a favorecer el
cambio que ofrece Andrés Manuel. Pero, por lo pronto, llenan espacios de
suciedad.
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