Son muchas y muy
variadas las señales de que a partir del domingo 1 de julio pasado
México vive una nueva y promisoria época. Una primera señal relevante de
enorme valor simbólico fue la reunión el 3 de julio entre López Obrador
y Peña Nieto. Se juntaron en Palacio Nacional y no en Los Pinos. Señal
positiva porque la sede del Poder Ejecutivo Federal es Palacio, y Los
Pinos es simplemente la vivienda del titular de ese poder. Lo político
en lo político y lo privado en lo privado.
Una segunda señal
de cambio positivo fue la reunión entre López Obrador y el secretario de
Estado yanqui, Mike Pompeo. Éste vino a México y no dispuso que el
encuentro se realizara en Washington. Signo inequívoco, también de gran
valor simbólico, de que el presidente de México sabe darse su lugar. No
más sumisiones ante EU aunque sean protocolarias. Porque, como decía el
viejo zorro Jesús Reyes Heroles, en política la forma es fondo. Y si en
la forma manda EU, pues en el fondo también.
Como una tercera
muestra de que las cosas ya están cambiando para bien debe asumirse la
decisión de López Obrador de reducirse el salario que deberá percibir a
partir del 1 de diciembre. Sus emolumentos serán de 108 mil pesos
mensuales. Este hecho obligará a un ajuste a la baja de los escandalosos
salarios de la burocracia dorada. Y aunque ésta se niegue al principio,
acabará cediendo pues la presión social, jurídica y moral para ella
será insoportable.
De esta tercera señal se desprende una
cuarta. Es un gran cambio, una transformación verdaderamente
revolucionaria que la Presidencia de la República no esté a cargo de un
bandido, de un abusivo, de un gandalla, de un aprovechado, de un cínico.
Pero hay, a tres semanas de los comicios, otros signos
plausibles. Ya no existirá la figura de la primera dama, nombramiento
cortesano que históricamente, aunque no siempre, recayó en una mujer
frívola, abusiva, traficante de influencias, frecuentemente inmoral e
influyente de manera negativa y en demasía sobre decisiones de gobierno.
La mujer del césar, decían los romanos, no sólo debe ser casta y
honrada; debe además parecerlo.
También es un signo positivo
el anuncio de López Obrador de que a partir del próximo diciembre la
política exterior mexicana volverá a regirse por los principios
constitucionales de no intervención, libre autodeterminación de los
pueblos y solución pacífica de las controversias. Dicho en distintas
palabras, no más sumisión a los dictados de EU para agredir a otras
naciones.
Y no menos importante es el anuncio de que
prontamente habrá de despenalizarse el uso de la mariguana. Millones de
personas, sobre todo los jóvenes y sus familias, saldrán beneficiadas. Y
esto sin duda contribuirá a la pacificación del país, pues la
penalización de la mariguana es en buena medida responsable de la
bárbara ola de violencia y criminalidad que azota a la sociedad
mexicana.
De todos estos anuncios y señales puede colegirse
que se consolidará y se incrementará el apoyo popular, político, social y
moral a López Obrador. Y todo esto servirá de valladar para detener y
nulificar la oleada de ataques, presentes y futuros, de la derecha y el
imperialismo contra el nuevo gobierno.
Blog del autor: www.economiaypoliticahoy. wordpress.com
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