Alberto Sebastián Barragán*
Como cada seis años nuestro país se convierte en tierra de nadie. En este periodo, donde se prepara el cambio de gobierno, la administración saliente tiene que escribir el libro blanco de la entrega-recepción, y no echar a andar nuevas reformas, para dejarlas huérfanas con la entrada del próximo sexenio.
Por lo menos en el terreno educativo, dejarán trabajando el tractor, sin operador. La puesta en marcha de la reforma educativa, para educación básica y normal, ha sido anunciada como la panacea de los grandes problemas educativos de México, pero en realidad representará altos costos que se repartirán entre los diferentes actores educativos, como veremos a continuación.
El nuevo modelo educativo para la educación básica lleva dos años de haber sido presentado, y se ha preparado su aplicación. Esta tarea monumental de preparación de materiales educativos ha significado el ejercicio del presupuesto educativo, hasta donde les ha alcanzado. La aplicación será gradual. Participarán los primeros grados del nivel prescolar, primaria, secundaria y bachillerato. Los siguientes grados están comprometidos para cubrirse con el presupuesto educativo de la siguiente administración. Así de fácil.
La actualización de profesores de prescolar, primaria y secundaria, para atender la nueva lógica curricular de Aprendizajes clave, se ha delegado a un curso en línea, caracterizado por el anonimato y la individualidad. Se trata de un curso masivo y virtual que no ha logrado la cobertura ni los indicadores suficientes para validar su aprovechamiento. El nuevo modelo educativo nacerá con la ceguera de andar a tientas, con el lento reconocimiento de los nuevos planteamientos curriculares.
Por su parte, la transformación de las escuelas normales ha avanzado en forma intermitente con tropiezos y omisiones. El nuevo plan de estudios para la formación de docentes apenas ha sido presentado en lo general, pero ha mostrado muy poco sobre los programas de los cursos que empezarán el próximo mes de agosto. A pesar de señalamientos y críticas, propuestas de diálogo y solicitudes de postergación, las autoridades se empeñaron en aplicar la ruta que fueron construyendo en el camino.
La actualización de los profesores de las escuelas normales tendrá la flamante estrategia de actualización en cascada, o en línea. La Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación ahora opera un Centro Virtual de Innovación Educativa, que probablemente se aprovechará para difundir el material de la reforma curricular de la formación docente.
Como se puede apreciar, es un momento delicado para la educación. Si los operadores de la función pública no tuvieron reparo, ni ética, ni vergüenza en las graves afectaciones para México, menos darán tregua para la transición educativa. El próximo mes de agosto dará inicio el ciclo escolar 2018-2019, en donde se pondrá en juego la reforma educativa que, en el mejor de los casos, durará dos meses y medio bajo la supervisión de la administración que la propuso, y pasará a manos del siguiente sexenio. El virtual secretario de Educación siguiente, Esteban Moctezuma Barragán, ya emitió declaraciones que ponen en entredicho a la reforma educativa, y se compromete el tiempo que tarden en diseñar y echar a andar la reforma educativa de López Obrador.
Entre los afectados, no sólo están los docentes y su capacitación, sino los alumnos de los grados iniciales de cada nivel involucrado. Si se diseña e implementa una nueva reforma curricular, el siguiente ciclo escolar se convertirá en un año perdido, porque se trabajará con otro diseño curricular y tal vez distinto enfoque pedagógico, que tendrá que revalidarse y ajustarse a la dinámica educativa en turno.
A diferencia de las profesiones libres, la docencia tiene una configuración que la limita. Está subordinada a las prescripciones laborales de cada espacio, y difícilmente un docente puede desempeñar otras funciones por su cuenta. El cambio de un ciclo escolar a otro abre posibilidades de retos y renovación. Pero pasar de un plan de estudios a otro, requiere de amplias estrategias de capacitación, que no pueden reducirse a la preparación individual de docentes frente a una computadora.
La práctica educativa es rica por su interacción. La SEP ya ha intentado otras estrategias de actualización de mayor calado, como el diplomado destinado a los profesores de primaria, para actualizarlos en torno a la reforma educativa de 2009, que se convirtió en el Plan de estudios 2011 para educación básica. Pero ni aun con tales esfuerzos, se logró aterrizar una reforma curricular en un solo nivel educativo. Los profesores tienen una gran diversidad de necesidades e intereses, así como diferentes hábitos y distintos grados de habilitación docente, que se ponen en juego en los procesos de actualización.
En este escenario, ya se emitió la sentencia de que las recientes transformaciones educativas no tendrán continuidad. Los profesores que tienen que aplicar la reforma educativa en los primeros grados estarán sujetos a las disposiciones que se pongan en juego en las primeras semanas de agosto. Los demás, estarán a la expectativa de la nueva reforma educativa. En las manos de todos estará la vida del modelo educativo de Aprendizajes clave, que sí nacerá, pero ya anunciaron que tendrá poca esperanza de vida.
El foco rojo que atenderán será el de las consecuencias de la evaluación de profesores. Lo que está en juego es la transición docente y, como consecuencia lógica, la calidad educativa de niñas y niños. Nada menos.
*Coordinador de Voces Normalistas.
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