El protagonismo político de “los de abajo”
El 1 de julio de 2018 fue un día muy especial. El
pueblo mexicano otorgó el 52% de los votos a Andrés Manuel López
Obrador y provocó una estrepitosa y afortunada carambola política.
Ejerció el poder-ciudadano. Mediante un movimiento de masas, electoral y
pacífico apabulló al PRI y puso en jaque el siniestro sistema político
vigente sin disparar un solo tiro y sin romper un solo vidrio. Clamó
justicia. Condenó la inmoralidad. Resolvió buscar a sus desaparecidos y
abrazar a las víctimas de la violencia. Además, reprobó en las urnas: la
abyección de Luis Videgaray ante Donald Trump, la sistemática
denostación a los maestros efectuada por Aurelio Nuño, la farsa de
Enrique Peña Nieto de nombrar a Virgilio Andrade como fiscal para
investigar la corrupción que rodea a la Casa Blanca, y condenó la estafa
maestra de José Antonio Mead. La votación fue gran acto colectivo de
ética-política que repudió la corrupción, el servilismo con EEUU y el
desmantelamiento del estado nacional. El pueblo mexicano puede decir con
Carlos Pellicer: “todo lo que yo toque se llenará de sol”. México
cambió su relación consigo mismo.
El 1 de julio el pueblo
mexicano también decidió cambiar el mapa del mundo: abandonó una actitud
colonizada y apostó por su propia historia. Podría decirse que
simbólicamente hablando a partir del domingo pasado, México se separó
psico-políticamente de América del Norte y se reintegró a América
Latina. La votación transformó la correlación de fuerzas en la región y
frenó la oleada electoral de derecha que desdibujaba la independencia y
la integración regional.
Claroscuros ético-políticos de la victoria electoral
Alrededor
de las 11 de la noche del primero de julio, Lorenzo Córdova, Presiente
del Instituto Nacional Electoral reconoció la victoria del candidato de
la coalición, “Juntos haremos historia”. Casi inmediatamente el
Presidente Enrique Peña Nieto felicitó al vencendor. Andrés Manuel López
Obrador (1953) político impulsado y formado en su juventud por Enrique
González Pedrero y la escritora cubana Julieta Campos, pronunció
-minutos después de conocer su victoria- importantes discursos en el
Hotel Hilton y en el Zócalo de la ciudad de México, en los cuales
realizó varios compromisos para refrendar la orientación popular de su
gobierno como: asumir la conciencia de que México es una civilización
milenaria, defender los derechos de los pueblos indígenas, impulsar el
mercado interno y a lograr que los mexicanos tengan trabajo y sean
felices en sus lugares de origen, para que migren sólo cuando así lo
decidan y no por necesidad. En sus intervenciones también se dirigió a
las élites económicas para tranquilizar los mercados para lo cual
ofreció: mantener la autonomía del Banco de México, respetar la reforma
energética (limitándose a revisar la pulcritud de los contratos),
renunciar a las potestad presidencial de realizar expropiaciones y no
adquirir nueva deuda pública. Enrique Peña Nieto incrementó la deuda de
5.8 a 10.3 billones de pesos. Por su parte, Olga Sánchez Cordero,
Ministra en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y quien
será la próxima Secretaria de Gobernación, interpretó el voto como un
clamor de justicia y anunció que su prioridad número 1 será: buscar a
los desaparecidos.
Peligros y tentaciones de dentro y fuera
Los
riesgos para el nuevo gobierno provendrán del interior y el exterior
del movimiento. En su discurso del Hotel Hilton Andrés Manuel López
Obrador, anunció su equipo de transición, y anunció que nombraría como
Jefe de la Oficina de la Presidencia, al empresario regiomontano,
Alfonso Romo, quien ha estado involucrado en juicios penales que ponen
en duda su integridad, ha sido un activo promotor de los transgénicos,
defensor de la reforma energética de Peña Nieto y quien se apresuró a
declarar que pronto se renovaría la concesión para el nuevo aeropuerto,
que Andrés Manuel habría dicho que se cancelaría por ser pernicioso para
el medio ambiente. De acuerdo al columnista de La Jornada, Luis
Hernández Navarro, Romo defendió en su momento a Augusto Pinochet y en
octubre del 2000 declaró que el mundo debería juzgar a Salvador Allende
por asesino. Por su parte, trás conocerse la victoria, Romo declaró a la
reportera Martha Anaya: “El país no está dando un mandato de centro”.
Los peligros también vendrán del exterior, por ejemplo, el conservador
Ricardo Anaya, candidato de la alianza “Por México al frente”, anunció
que su partido defenderá las reforma de Peña Nieto.
Una sociedad re-politizada
México
ha entrado en un periodo de efervescencia política. En las células de
la sociedad, familias, milpas, fábricas, escuelas, centros comerciales
etc. se discute con intensidad sobre los grandes problemas nacionales y
la manera de afrontarlos. La votación mostró el surgimiento de una nueva
voluntad política nacional. Seguramente vendrán retos, victorias,
contradicciones y decepciones, pero por lo pronto, el pueblo mexicano
cambió el mapa del mundo, condenó la inmoralidad y reconstituyó un país
con dignidad.
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