Enrique Calderon Alzati
El triunfo
abrumador de Andrés Manuel López Obrador ha sido motivo generalizado de
alegría para la mayor parte de la sociedad mexicana, 53 por ciento de
los votos emitidos en su favor y el haber alcanzado la mayoría de
diputados y de senadores que habrán de constituir el próximo Congreso,
constituyen un triunfo inédito luego de 30 años de batallas infructuosas
contra los gobiernos que han llevado al país a la debacle actual. Esta
victoria es sin duda el producto de un esfuerzo constante realizado por
el mismo AMLO y por un puñado de hombres y mujeres que bajo su liderazgo
lucharon por más de 20 años para hacer posible el momento que ahora
vivimos, (aquí me permito mencionar a Martha Pérez Bejarano, que ya no
está entre nosotros, y que dedicó su vida a luchar para hacer realidad
este triunfo).
Pero lo que es difícil entender es cómo el PRI y el PAN, con toda su
capacidad conocida para engañar, para realizar fraudes electorales y
para comprar votos y autoridades electorales en esta ocasión no hayan
hecho ni tratado de realizar nuevas acciones de este tipo; más aún,
¿Cómo explicarnos la civilizada conducta del Presidente, del candidato
del PRI y de la mayor parte de los funcionarios y ex funcionarios del
gobierno, aceptando la derrota y deseando éxito al próximo presidente de
México?, ¿Cómo explicarnos también la conducta de los personajes más
ricos del país, que días antes habían manifestado su encono y
contrariedad, ante el posible triunfo de López Obrador? ¿Podemos pensar
acaso que lo que ha privado finalmente es el espíritu democrático de
todos estos personajes, incluidos quienes presiden ahora el INE?
Las experiencias de los recientes 30 años nos dicen que no es el
caso, por lo que no está por demás pensar en otras posibilidades, como
la de que la impresionante ventaja de AMLO señalada en las encuestas los
llevase a pensar que ante un intento de fraude, éste sería rechazado
con furia por toda la población del país, dejando suelto al tigre
mencionado por el ahora presidente electo; tampoco podemos descartar la
aceptación tácita de que el descrédito del gobierno actual, a partir de
la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa y de los
escándalos de corrupción en los que se han visto envueltos tanto el
Presidente como algunos colaboradores suyos, les llevase a pensar que no
había nada que hacer por ahora, y que era mejor pensar en el futuro
para diseñar y preparar posibles maniobras de desestabilización del
nuevo gobierno, actuando desde la sombra.
Por ahora el flanco más débil del próximo gobierno, estará de manera
paradójica en la misma fuerza que le dio el triunfo a López Obrador: La
esperanza de cambio respecto a la realidad en la que hemos vivido.
¿Cuánto tiempo se requerirá para que los cambios empiecen a ser visibles
a quienes votaron por AMLO, simplemente como un castigo dirigido contra
PRI y PAN? Y ¿Cuánto tiempo esperará la población con menos recursos
para que ello suceda? Aun sin injerencias externas, éste será el
principal reto para el nuevo gobierno, sin embargo no resulta remoto
pensar que en los próximos meses se desate una campaña orientada a
mostrarque el gobierno presidido por López Obrador es igual al de sus predecesores en su incapacidad para cumplir sus promesas de campaña. En su tiempo esto fue los que le sucedió al presidente Madero, y no sería difícil para quienes ahora serán la oposición, comenzar a actuar con esos objetivos orientados a recuperar el poder, por lo que debiera ser prioritaria la atención continua a vigilar este riesgo y otros similares.
Seguramente el lector recordará que al inicio de esta campaña
las noticias hablaron de un convenio del Instituto Nacional Electoral
con la gigantesca empresa Facebook cuyo objetivo nunca quedó claro, pero
que desde luego algo tenía que ver con la base de datos de los millones
de usuarios mexicanos que quedaba a la disposición del INE. Unas
semanas después se desató el escándalo de la firma británica Cambridge
Analytica, acusada de haber utilizado las bases de datos de Facebook,
con objeto de incidir en la campaña electoral de Estados Unidos que
llevo a la presidencia al nefasto candidato Donald Trump, haciendo uso
de la inteligencia artificial, (la cual es utilizada exitosamente hoy en
día por bancos y empresas financieras y de seguros para maximizar sus
utilidades). Casualmente Cambridge Analytica había establecido oficinas
en Ciudad de México, las cuales fueron cerradas sin mayor explicación
después de que el principal accionista y directivo de Facebook fuera
interrogado por los miembros del Congreso estadunidense, ¿No sería
conveniente por ello que el presidente del INE fuese citado por el
próximo Congreso de la República para que explicara en qué consistió el
convenio mencionado entre el instituto electoral y Facebook?
Mucho me gustaría que los temores aquí expresados estuviesen
equivocados, pero pienso que más valdría estar seguros de la
inexistencia de intereses agazapados esperando la oportunidad de causar
daño.
Me permito utilizar algunas líneas más para retomar el tema de mi
artículo previo, en el cual manifesté mi alegría por la reunión de
Andrés Manuel con Cuauhtémoc Cárdenas, por lo cual recibí algunas
críticas y comentarios un tanto negativos sobre ese acercamiento,
celebrado por el mismo AMLO. Por ello hago referencia al pensamiento del
filósofo alemán George Hegel:
La realidad es siempre producto de un proceso históricoplanteando la pregunta: ¿Se podría explicar el triunfo de López Obrador sin las luchas previas del ingeniero Cárdenas y aun de su maestro y amigo Heberto Castillo?
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