OPINIÓN
Quinto Poder
Por: Argentina Casanova*
A
esas personas que de pronto se erigieron en jueces de las víctimas de
violencia, hombres y mujeres que, luego del #Metoo exigían que las
denunciantes no lo hicieran en forma anónima, a esas personas les quiero
recordar que cuando las mujeres lo han hecho, el resultado no fue
diferente al que ahora ellas y ellos mismos dan, condena, crítica,
indiferencia, abandono y cuestionamiento. A las víctimas de la violencia
y el acoso se les ha dejado solas con la indiferencia institucional y
de la sociedad.
Si se pone en el buscador de Google, y les facilitamos el trabajo
dándoles la pauta de búsqueda, “acoso CFE”, el resultado es una lista de
notas que se publicaron en diversos medios por una campaña de denuncia
en la que las víctimas dieron el testimonio de propia voz y a los medios
de comunicación solo se les pedía la discreción para evitar la
exposición de sus datos personales.
Ellas, llamadas “Celia y Lupita” para su protección fueron las
valientes mujeres que se atrevieron a denunciar el acoso, pero eso no
fue todo, se entrevistaron con servidoras públicas del Instituto
Nacional de las Mujeres, solicitaron y tuvieron la presencia durante sus
entrevistas de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, intervino y las
escuchó el Consejo Social de Inmujeres que las conoció personalmente,
además de que la queja se presentó ante diversos órganos por la
organización social que las acompañaba, la Red de Mujeres por una
Opinión Pública con Perspectiva de Género.
Tras meses y años de lucha en la que las dos valientes mujeres
resistieron el embate de los opositores y por supuesto, de sus propias
compañeras que se erigieron en juez y las cuestionaron por tomar el
“galanteo” como una forma de abuso, cuando lo lógico dentro del sistema
patriarcal era que debían sentirse “honradas” de que su jefe se fijara
en ellas o les diera un trato diferente.
Si algo recuerdo y vale la pena mencionar aquí es que ambas
denunciantes fueron en extremo valientes, fuertes, acudieron a reuniones
a las que se presentó un representante del sindicato, se pidió y exigió
que estuviera presente siempre una compañera de la organización que las
apoyaba, se logró que se las escuchara en el órgano interno de control,
que estuviera presente gente de la Secretaría de la Función Pública, y
en todas esas audiencias ellas pusieron el cuerpo.
Ahora que escucho cuestionar tanto las denuncias pienso en ellas,
valientes y decididas resistieron todo tipo de señalamientos por la
convicción de que lo que hacían serviría para evitar que otras mujeres
lo vivieran.
La institucionalidad alcanzó para que se emitiera el Protocolo del
Gobierno Federal para la prevención, atención y sanción del
hostigamiento sexual y acoso sexual, se dio a conocer que el mismo se
publicaba por acatamiento a recomendaciones internacionales de la CEDAW
pero nunca se mencionó que no lo hicieron por voluntad sino como
resultado de la denuncia de este caso.
Y claro, no hacía falta, y poco beneficio representó para las dos
compañeras que resistieron como no lo pudieron hacer otras mujeres que
laboraban para la CFE y que habían tenido que renunciar obligadas por
las circunstancias, sin el apoyo de su sindicato y sin ninguna persona
que les creyera terminaron dejando todos sus derechos laborales por una
vida en paz, como señaló una de las víctimas.
Recordando a Celia y a Lupita, nombres ficticios de dos mujeres
valientes que denunciaron este hecho y aunque poco avance, se logró que
el Gobierno Federal emitiera el Protocolo, una medida que debió servir
para que otras mujeres que laboraban en instituciones denunciaran y
tuvieran un procedimiento a seguir y el apoyo de áreas específicas que
debían tener una ruta de atención.
A partir de esa denuncia se crearon los comités y grupos de atención
en el gobierno federal a las denuncias, aunque son pocas las denuncias y
pocas las sanciones efectivas, antes del #MeToo, sí ha habido denuncias
de mujeres valientes que decidieron poner el cuerpo a pesar de la
indiferencia de la sociedad y el olvido, el apoyo siempre ha venido del
mismo lado. Por eso sin ningún problema podemos decir, “hermana, yo sí
te creo”.
*Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Campeche, Cam.
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