La Jornada
Crecimiento = bienestar
Asignatura pendiente
El crecimiento económico y sus benéficos efectos sobre el bie-nestar de la población se mantienen como una costosísima asignatura pendiente desde hace 36 años. Seis gobiernos al hilo, todos de corte neoliberal y con cientos de reformas para modernizare impulsar al país, resultaron ser un rotundo fiasco para la nación (no para el selecto grupo político-empresarial que se instaló en Los Pinos).
A lo largo del periodo citado el promedio anual de crecimiento –por llamarlo así– a duras penas alcanzó 2 por ciento, proporción que, en los hechos, no es útil para nada. De ahí la urgencia de dar un giro en la política económica y buscar nuevas rutas de avance.
Ante este raquítico panorama es evidente quela ausencia de una política industrial sigue cobrando una elevada factura a México y, con ello, al crecimiento. Para modificar este comportamiento se debe aplicar un programa contingente que tenga la inversión productiva como elemento central, pues de no aplicarse una política industrial se corre el riesgo de que las cifras que se observan de bajo crecimiento en el sector se mantengan durante el primer año de la actual administración y le lleven a contabilizar uno de los menores desempeños para un inicio de sexenio.
La advertencia proviene del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, de cuyo análisis más reciente se toman los siguientes pasajes. Va, pues.
El presidente López Obrador advierte quesi no hay crecimiento económico no hay empleos, y si no hay empleos no hay bienestar, y si no hay bienestar no puede haber paz y tranquilidad. Con ello remató su reflexión sobre la consecuencia del bajo crecimiento promedio registrado durante las últimas décadas: 2 por ciento. La pregunta que subyace es: ¿quién se encargará en la presente administración de garantizar que se cumpla la directriz presidencial? ¿Lo puede hacer sin mayor inversión privada nacional?
Sin lugar a duda que el primer mandatario tiene razón, el crecimiento económico debe ser el objetivo central para el gobierno mexicano, de otra manera no se podrá revertir la precarización social, laboral y productiva que se ha observado desde 1982, cuando la crisis y el estancamiento se volvió parte estructural de la historia económica del país. Coincidiendo en la relevancia que tiene el crecimiento para alcanzar bienestar, paz y tranquilidad, es momento de considerar cómo revertir la tendencia que sigue la economía en estos momentos.
El resultado publicado por el Inegi respecto de la actividad industrial fue contundente: el cuarto mes de caída consecutiva. Si este comportamiento se mantiene por dos meses, se podrá hablar de una recesión en la industria mexicana, algo que nadie desea y que se debe evitar. En febrero la industria cayó 0.9 por ciento en comparación con el mismo mes de 2018. Con ello el promedio de los primeros tres meses de la actual administración es de -1.5 por ciento, el segundo más bajo desde 1995.
El producto interno bruto del sector industrial ha comenzado a disminuir, lo cual implica que hay una contracción significativa en inversión relacionada con maquinaria, equipo y construcción. Ello puede redundar en una pérdida de competitividad y productividad.
Tres de los cuatro componentes del sector industrial registraron números negativos: minería (-6.5 por ciento), con lo cual se mantiene en una recesión que se ha prolongado por más de cuatro años; construcción (-1.6), en la que se contabilizan tres datos negativos en los pasados cuatro meses, y generación y distribución de electricidad, gas y agua (-1.2); manufactura se mantiene como el único componente en la parte positiva (1.2), aunque en desaceleración.
Las rebanadas del pastel
Trece larguísimos años se tomó la justicia mexicana para librar orden de aprehensión en contra de quienes torturaron a la colega Lydia Cacho: Mario Marín, ex gobernador poblano; Kamel Nacif (a la cárcel, papá), y Adolfo Karam Beltrán, ex jefe de la policía estatal. Con una justicia así, los mexicanos para qué requieren enemigos.
Twitter: @cafevega
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