11/18/2009


México: Fervor revolucionario

Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)

“El sueño es la mitología privada del durmiente. Los mitos son los sueños despiertos de los pueblos.” Paul Ricoeur


En algún lugar remoto, entre las peripecias gloriosas del pasado, se inició la configuración de los mitos oficiales y la alegoría de los rituales nacionalistas; entonces, en la esencia revolucionaria del régimen surgió la identidad de un pueblo…
Dicen los que saben que la Revolución mexicana es una construcción simbólica, que se confeccionó para legitimar a los vencedores de los conflictos armados; afirman que el mito revolucionario es el cimiento en la edificación del imaginario colectivo, y que por eso, la mexicanidad se funde con los rituales de la historia oficial (1).

El próximo 20 de Noviembre, inicia la cuenta regresiva hacia el centenario de la Revolución mexicana, gesta social de la que emergió la ideología del Priato. El entorno político en el que se realizarán los festejos es evidentemente ajeno a los conceptos revolucionarios, el régimen calderonista se ubica en el extremo opuesto del imaginario colectivo y se dispone a celebrar un rito popular del pasado con la frivolidad de un espectáculo multimedia en la era del mercado.

Sí!... es inevitable. El tiempo siempre transforma las ruinas, y las proezas del pasado que ahí sucedieron, en un atractivo turístico. Sobre todo ahora, cuando el imperio de la ficción se expande a todas las esferas de la vida. El implacable efecto del tiempo atenúa la intensidad de los ideales, disuelve la sangre y el sufrimiento, y finalmente, extingue la llama que enardeció convicciones humanistas y patrióticas.

Hoy por hoy, casi a cien años de distancia, en la mexicanidad confluyen semejanzas y diferencias: el pasado se actualiza en la desesperanza y el hartazgo que merodean en el imaginario colectivo, la distancia entre la justicia social y la realidad cotidiana se expande; la diferencia reside en la posibilidad de una sublevación generalizada, que ahora deambula entre los rangos de lo improbable.

En perspectiva, los grandes triunfos de los postulados de la Revolución mexicana provocaron un desencanto descomunal. Pero aquella convicción de la intervención de las masas como el detonante que incidiría en un régimen equitativo y justo, y en el mejoramiento de las condiciones de vida, se desvanece inexorablemente.

Las voces que equiparan las circunstancias actuales con el clima en la víspera de la gesta revolucionaria y que alertan de un inminente estallido social, aquellas encuestas que han deslizado la posibilidad de la intervención de las boinas azules de la Organización de las Naciones Unidas en México, los argumentos que enfatizan la imperiosa necesidad de un estado militarizado para combatir al crimen organizado, no enarbolan convicción social alguna, porque obedecen a las estrategias elementales del control ideológico: esparcir un temor infundado para modificar las tendencias en la opinión pública.

La justicia social, ese reclamo ancestral en todas las coordenadas de la historia, yace en un rincón del imaginario colectivo, es un ideal surrealista que deambula en el sueño de los justos, que contempló impasible las expresiones monumentales del fervor revolucionario, que se confundirá en la inundación de luz y sonido en un espectacular despliegue de la tecnología del entretenimiento, que se desvanece en la ritualidad donde alguna vez surgió la identidad de un pueblo…

1) Macario Schettino. (2007). “Cien años de confusión. México en el siglo XX”. México; Editorial Taurus.

Laura M. López Murillo es Lic. en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm

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