Sería ocioso abundar sobre la semejanza entre el estado onírico y el relato cinematográfico. Si por algo el cine es entretenimiento de masas, es porque nos permite soñar despiertos. Incontables, pues, son los realizadores que han explorado esa similitud, la mayoría de las veces como trampa narrativa. Al final, resulta que todo fue un sueño.
En su más reciente película, El origen, el británico Christo-pher Nolan abre su juego con una confusa secuencia que pronto se revela como sueño… dentro de otro y, a su vez, dentro de otro. Todo es sueño, en efecto, pero de una manera mucho más rebuscada. Sucede que Cobb (Leonardo DiCaprio) encabeza a un grupo de expertos especializados en extraer información secreta, al manipular la mente inconsciente de una persona. Pero un magnate japonés (Ken Watanabe) los contrata para algo más arriesgado: introducirse en la mente de (Cillian Murphy), heredero de una poderosa compañía, y plantarle la idea de diversificar sus metas y evitar que se convierta en la mayor potencia mundial
.
Si no fuera una ficción de Nolan, la misión podría conseguirse tal vez con el recurso más económico de invitarle una cena y unos tragos. El cineasta ejerce aquí nuevamente su gusto por hacer camote las nociones espacio-temporales del espectador. Así como en Amnesia (2000) logró la hazaña de contar su relato al revés y ser más o menos congruente, en El origen intenta el triple salto mortal narrativo de alternar entre realidad y diferentes estados oníricos sin decir agua va. Bien lo anunciaba en El gran truco (2006): puede que Nolan sea, sobre todo, un hábil prestidigitador.
No se trata de una recreación sobre el ritmo, la atmósfera y el contenido de un verdadero sueño. Para eso están los surrealistas como Buñuel o Lynch, por ejemplo. La ingeniosa estrategia de Nolan es inventar un pretexto para desarrollar tres situaciones diferentes, en las que los héroes tratan de controlar el estado onírico, desde los paisajes hasta las acciones, para lograr su propósito. Cada una se mueve en el terreno del thriller (la tercera es tan prosaica como una aventura de James Bond), cosa que traiciona la naturaleza incierta y permutante del auténtico discurso onírico.
En cambio, el cineasta se apoya en un sofisticado artificio digital para proveer a El origen de varias secuencias alucinantes. Imágenes de París que se doblan como mapa tridimensional, una pelea en un hotel que parece situarse en una ingrávida estación espacial, o ciudades fantasmales que reflejan la atormentada conciencia del protagonista, son tan atractivas al ojo como laberíntico es el relato. Sin duda, dicho barroquismo visual y su aparente complejidad la harán –como lo fue 2001: odisea del espacio en su momento– una película irresistible para la revisión (con la opción de estar bajo los efectos de algún tipo de estimulante).
Sin embargo, El origen confunde pero no profundiza. El elaborado malabarismo de Nolan no puede disfrazar el esencial esquematismo de su historia, aunque se quiera añadir un pasado trágico a Cobb, por el cual sufre las apariciones culpígenas de su esposa fallecida, simbólicamente llamada Mal (Marion Cotillard). De hecho, DiCaprio ensaya una variante de su personaje en Shutter Island (2010), al alternar ambiguamente entre lo alucinado y lo real hasta el mero final, sin las connotaciones políticas y morales sugeridas por Scorsese.
Muchos elementos quedan sin explicación o se antojan arbitrarios, desde el eterno desplome de una camioneta al agua hasta el detalle de que todos los parajes empiecen a destruirse de manera espectacular cuando el sueño se interrumpe (la única explicación posible es que así se ve más chido). Sin duda, El origen es una experiencia llamativa e intrigante, tanto que a uno no le pesan los 148 minutos de duración. Pero no tiene la sinceridad emotiva de… Toy Story 3, digamos. Sin una gravedad dramática que los aterrice, los sueños vuelan y se disipan.
El origen
(The Inception)
D y G: Christopher Nolan/ F. en C: Wally Pfister/ M: Hans Zimmer/ Ed: Lee Smith/ Con: Leonardo DiCaprio, Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page, Tom Hardy, Ken Watanabe, Cillian Murphy/ P: Legendary Pictures, Syncopy para Warner Bros. EU, 2010.
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