Alberto Híjar.
Desde antes de ocupar la presidencia de Colombia, Juan Manuel Santos cumple con su trabajo contra la soberanía de los gobiernos del ALBA Alternativa Bolivariana para los pueblos de América, con su aliado Calderón.
La apresurada y clandestina visita a México del militar disfrazado de civil exministro de comercio que firmó el tratado de libre comercio con México y luego pasó al Ministerio de Defensa, sólo fue visible para la prensa en Los Pinos aunque los familiares de las víctimas de Sucumbíos se plantaron frente a la Embajada de Colombia en México para demandar el castigo de quien proclama su orgullo por haber coordinado la violación armada e impune del territorio ecuatoriano y la masacre del 1º de marzo de 2008 de 22 combatientes de las FARC junto con cuatro estudiantes mexicanos invitados por el Comandante Raúl Reyes, responsable de las relaciones exteriores de las FARC-EP. La sobreviviente y testigo del ataque Lucía Andrea Morett, además de padecer las secuelas físicas del ataque con bombardeo desde la base militar yanqui de Manta en Colombia, sufre la persecución de la INTERPOL solicitada por jueces de Colombia y sorprendentemente por un juez de Sucumbíos pese a la indignación del presidente de Ecuador Rafael Correa sobre la violación de la soberanía de su país.
Casualmente, andaba por aquí Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial y Santos encontró tiempo entre las zalamerías de Calderón para entrevistarse con él. No hay comunicado público de esto ni de lo tratado con Calderón a cambio de una declaración de Santos en la explanada de Los Pinos habilitada para la prensa. Todo esto cumple con la proclama lanzada por el presidente de Colombia hasta el 7 de agosto, Álvaro Uribe y Calderón a raíz de que éste acudió a Bogotá a la inauguración de una feria del libro orientada con el lema Más Colombia en México y más México en Colombia. Sorprende el interés de la lectura de los presidentes zafios e ignorantes. Escritores sicarios fieles a los estados que los premian con jugosas medallas, trofeos y diplomas, avalaron el encuentro. Siempre les resulta bien decirse de la República de las Letras para aparentar neutralidad. Así como Gabriel García Márquez que recibió en su casa del suntuoso Pedregal de San Ángel a Juan Manuel Santos quien posó sonriente abrazado del Premio Nobel colombiano.
Gilberto López y Rivas ha denunciado un día después de la infamante visita, la injerencia del embajador de Colombia Luis Camilo Osorio Isaza al confesar sus indagaciones clandestinas violatorias de la soberanía de México y amenazar de muerte a quienes se han manifestado frente a la sede de su Embajada. El señor embajador parece que ya olvidó el proyecto de un centro cultural colombiano en los rumbos más costosos de México cercanos a la inepta Secretaría de Relaciones Exteriores, con el obvio propósito de valerse de artistas e ideólogos para limpiarle la imagen al gobierno de Uribe inculpado con funcionarios y diputados de proteger paramilitares hasta llegar a la infamia de la invención de los falsos positivos, cadáveres de campesinos masacrados por el ejército para ser presentados como narcoguerrilleros. El Congreso colombiano se ha visto diezmado por las pruebas de narcotráfico de los diputados cómplices de Uribe quien debiera responder, de existir el derecho internacional justo, por las acusaciones internas y las de los gobiernos de Ecuador y Venezuela concretadas también contra Juan Manuel Santos.
La acusación del gobierno de Uribe contra el de Hugo Chávez con filmaciones tan ilegales como las extraídas de la supuesta computadora del comandante Raúl Reyes que todo el tiempo ha estado en garras de las fuerzas armadas colombianas, encontraron el lugar y la institución exacta: Washington, Organización de Estados Americanos, esa maquinara burocrática proimperialista que Fidel llamara “oficina de colonias del Imperio” en los sesenta. Entre las zalamerías calderónicas prometiendo ir a la toma de posesión de Santos sin que la licencia haya pasado el trámite de la Cámara de Diputados, está de por medio la mención a la seguridad democrática incluida en la primera declaración pública del Secretario de Gobiernos José Francisco Blake.
Así llama Uribe a la confusión deliberada del combate al narcotráfico sin tocar los enjuagues económico-políticos oligárquicos, con el combate al terrorismo que no incluye al del Estado. Santos acentuó su disposición para trabajar con Calderón al respecto y una legión de periodistas sicarios se ocupan de atacar a Hugo Chávez y de elogiar a Uribe y Santos. Un botón de muestra es el libro de Fernández Meléndez beneficiado con tribunas en la prensa y la televisión. Es consecuente al cumplir el encargo uribista con el prólogo ce Joaquín Villalobos, el jefe de los asesinos de Roque Dalton, hoy asesor de seguridad de gobiernos sátrapas quien casualmente voló de México a El Salvador el martes 20, un día antes de la visita de Santos.
Ante la ruptura de relaciones diplomáticas en Colombia, Venezuela recibe el apoyo inmediato de los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Brasil y Argentina. Por lo pronto ya consiguieron Uribe y Santos un conflicto con orientación político-militar: la mejor defensa es el ataque para así desviar las denuncias contra ellos y el repudio de las siete bases yanquis en Colombia como ominosa herencia del gobierno de Uribe. La impunidad de los criminales está a salvo, lo menos que podrían hacer los diputados en Babia es negar la licencia para que Calderón asista a Bogotá el 7 de agosto, a la toma de posesión de una amenaza para Nuestra América soberana.
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