El supuesto secuestro de Diego Fernández de Cevallos es tan poco creíble como el infarto al que recurrió Onésimo Cepeda para escapar de la acción judicial.
En el caso de Cevallos, es evidente el uso propagandístico y político que se ha dado a su pretendido cautiverio: victimizar al prominente panista para fortalecer sus expectativas con miras a los comicios de 2012 y, por otra parte, apoyar las consignas oficialistas y empresariales de la “lucha contra la delincuencia organizada”, que se traducen simplemente en la militarización del país.
Luego de la “liberación” de Cevallos, quien supuestamente estuvo siete meses en cautiverio, en círculos políticos se mencionó la posibilidad de que el panista sea, por segunda vez, como en 1994, el candidato presidencial del partido derechista.
Mucho se comentó en algunos medios y en la vox populi el carácter teatral y poco creíble de la reaparición de Cevallos, cuya primicia dio Televisa, que ha sido uno de los pilares del gobierno calderonista. Se mencionaron incongruencias, como su aspecto fresco y bien cuidado luego de haber permanecido supuestamente siete meses secuestrado, y lo rápidamente que apareció en la televisión después de haber sido liberado, sin haber tenido un periodo de recuperación.
La mentira era evidente y la derecha tuvo que aceptarlo, por lo que el 22 de diciembre, apenas tres días después de su fingida liberación, ya se daba a conocer que Cevallos, si es que en verdad estuvo secuestrado, fue puesto en libertad desde el 11 de diciembre, y según otras versiones, desde el 20 de noviembre; se alegó, ahora, que el político estuvo en recuperación todos esos días (La Jornada, 23 de diciembre de 2010), además de preparar las entrevistas que concedería a los medios. Esa nueva versión explica que se haya presentado en buen estado luego de su “secuestro”, pero implica también que su “liberación”, tal como fue difundida, fue una pantomima, orquestada por el mentiroso panista y por sus aliados del gobierno y de los medios.
Por otra parte, la actitud triunfalista del Cevallos liberado, presentándose como el salvador de México, contrasta con el dramatismo con que él y sus pretendidos captores se expresaban hace unos meses, pues el 26 de julio de 2010 se difundió la foto de Cevallos semidesnudo, así como una carta a su hijo, donde le decía: “No puedo describirte el infierno en que vivo. No sé cuánto aguante más”, mientras que el 13 de septiembre, los “plagiarios” afirmaban que al panista ya lo habían abandonado su familia y sus amigos.
Al parecer, nada de eso era cierto, al grado de que, luego de ser liberado, Cevallos agradeció a “quienes contribuyeron al pago de su rescate” (La Jornada, 21 de diciembre de 2010), cifra que, de acuerdo con versiones posteriores, ascendió a 30 millones de pesos, que pagó uno de sus hijos y el exprocurador Antonio Lozano Gracia (gente a la que le sobra el dinero).
Dentro del “infierno” en que según él estaba viviendo, Cevallos se dio el lujo de negociar con sus captores hasta rebajar el monto a la tercera parte de lo exigido originalmente. Los secuestradores, quienes en comunicados han exhibido poco creíbles motivaciones ideológicas (en sus escritos, prácticamente omiten toda crítica a Calderón y al Partido Acción Nacional, y centran sus cuestionamientos en el Partido Revolucionario Institucional y en la época de la década de 1980), han reconocido que lo que le quitaron al panista es sólo una mínima parte de lo que ha robado. ¿Por qué? Si realmente los captores hubieran sido luchadores sociales, ¿por qué fueron tan comprensivos con un enemigo del pueblo como es Cevallos?
En su reaparición mediática, Cevallos –a quien sus partidarios le pusieron, en la época de Salinas, el Jefe– fue pródigo en actitudes melodramáticas, como la de declarar que “ya perdonó” a sus plagiarios (¿qué significa eso? ¿Qué implica? ¿Qué, ahora le tiene simpatía a sus captores? ¿Reconoce que el rapto habría estado justificado, dada su turbia historia? ¿Se ha preguntado él qué tendría que hacer para que el pueblo de México le perdonara sus atropellos?). También exhibió su mochería, con invocaciones a dios y a la virgen, como si la divinidad tuviera algo que ver con su negra historia política.
Cevallos siempre ha sido un defensor de la jerarquía católica y enemigo del Estado laico, pero mucho mayor es su hipocresía, su doble moral. Es sabido que no se casó por las leyes civiles para no aceptar la instituciones juaristas, ni la posibilidad del divorcio, pero muchos años después abandonó a su compañera de toda la vida para entablar una relación con una mujer mucho más joven (Liliana León Maldonado) a la que, dentro del guión telenovelero con que se difundió su reaparición, el panista se apresuró a llevarle un ramo de rosas. Así, Cevallos compite en los medios con Enrique Peña Nieto, el galán de moda de la política.
El secuestro y liberación de Cevallos no ha sido asunto de interés para los sectores populares, tan golpeados por el gobierno de Calderón, sino sólo para la clase política; quienes han expresado su júbilo por su liberación han sido, sobre todo, políticos panistas y jerarcas católicos, como Norberto Rivera, quien consideró muy significativo el “perdón” (una mera palabra) que Cevallos otorgó a sus pretendidos plagiarios.
Los círculos derechistas fueron demasiado optimistas al creer que la gente se tragaría las mentiras con que se maneja el supuesto secuestro de Cevallos, pues ya no engaña a nadie con ese tipo de trampas, que el gobierno ha usado hasta el cansancio, con episodios como la supuesta epidemia de influenza en 2009.
Pero la estrategia mediática sigue su curso, de tal suerte que el actor y productor Sergio Reynoso, hijo de David Reynoso y quien ha dirigido varias telenovelas, tiene planeado, “desde hace algunos meses”, filmar una película sobre el secuestro de Cevallos, con la versión de éste y al estilo de Televisa.
* Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
No hay comentarios.:
Publicar un comentario