1/19/2011

Ética y enfermedad



Arnoldo Kraus

Dentro del universo infinito de la ética, la enfermedad, el medio ambiente y la política son, entre muchos otros, temas socorridos y recurrentes. Por ser la enfermedad un asunto universal, que atañe a la persona y a sus seres queridos, y de la cual es casi imposible escapar, es muy frecuente, sobre todo, ante el vasto despliegue de la tecnología, discutir acerca de qué es lo mejor cuando uno enferma (escribí casi imposible escapar para referirme a quienes mueren en accidentes, como consecuencia de un infarto masivo, por la ruptura de un aneurisma u otras razones).

Cuando decisiones políticas se emplean para solventar (o complicar) problemas de salud la ética es actor indispensable, sobre todo, si se tiene en cuenta que muchos políticos denuestan la validez de esa disciplina y no pocos médicos la pisotean. La reciente decisión del gobernador de Misisipi, Haley Barbour, de liberar a las hermanas Scott mezcla enfermedad, política y ética. Si no fuese porque es cierto, la acción del gobernador podría ser un cuento de hadas y brujas, donde el hado Barbour obra de buena fe y exonera a las brujas Scott –hado significa fuerza desconocida que, según algunos, obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos–. El affaire Barbour es un buen caso de estudio para la ética.

Las Scott –Gladys, de 36 años, y Jamie, de 38– fueron condenadas a perpetuidad por tender una emboscada a dos jóvenes para que tres cómplices les asaltaran y les robaran. Por el robo, el grupo se embolsó entre 11 y 200 dólares.

El gobernador de Misisipi decidió excarcelar a las hermanas Scott no por cuestiones éticas, no por corregir la brutal condena, no por considerar la doble moral tan presente en la justicia estadunidense ni tampoco porque las presas Scott se comportaron adecuadamente durante los 16 años que duró el confinamiento. Agrego: las hermanas no fueron perdonadas, contarán con libertad condicional de por vida. Las Scott fueron liberadas por cuestiones de salud y de dinero. Jamie padece una enfermedad renal terminal no precisada, por lo que debe someterse a diálisis; el procedimiento le cuesta al estado 200 mil dólares al año.

Aunque las hermanas ya fueron liberadas, hasta ahora no se han practicado las pruebas necesarias para saber si existe compatibilidad inmunológica entre ambas; a pesar de no ser indispensable, es deseable, para el éxito del procedimiento, que exista compatibilidad hematológica e inmunológica entre receptor y donante. Se ignora qué sucederá en caso de que el trasplante no se pudiese concretar, ya sea por incompatibilidad inmunológica o por falta de recursos económicos; al abandonar la prisión las hermanas informaron que solicitarán donaciones altruistas.

Durante años se hizo caso omiso a los abogados civiles que sostenían, con razón, que el castigo impuesto a las hermanas Scott era excesivo. Ahora Barbour tuerce, a su modo, y acopla a su conveniencia las leyes para liberar a las hermanas. Exonerarlas por motivos económicos conlleva muchas dudas e igual número de preguntas.

Enumero y comparto mis preguntas y mis dudas: 1) ¿Conoce Gladys, la potencial donadora, el origen de la enfermedad de su hermana? 2) ¿Saben los médicos de la cárcel la etiología de la patología renal? 3) ¿Han estudiado los médicos, y se lo han comunicado a la potencial donadora, las posibilidades de que el riñón trasplantado y el riñón con el que tendrá que vivir el resto de su vida se afecten por la misma patología de la receptora? 4) ¿Fue altruista la acción de Gladys o tomó esa decisión bajo presión? 5) Las hermanas fueron encarceladas cuando niñas: ¿tuvieron la oportunidad de generar criterios en la prisión para poder decidir sobre temas tan complejos como la donación de órganos? 6) Después de 16 años de prisión, ¿es sana, física y mentalmente la donadora? 7) En caso de que el trasplante no se pudiese llevar a cabo, ¿qué sucederá con ambas?, ¿regresarán a la cárcel? 8) Los comités de ética médica encargados de analizar el caso de las hermanas Scott, ¿decidirán, motu proprio, o se inclinarán por favorecer al Estado y trasplantar en contra de lo que dicta la ética médica? 9) En caso de que no haya compatibilidad entre las hermanas, ¿los comités de ética propondrán a la enferma como candidata para recibir un riñón de otra persona o de un cadáver a pesar de que la oferta de órganos en Estados Unidos no es suficiente? 10) Si no se efectúa el trasplante y las hermanas no regresan a la cárcel, ¿quién, en un sistema de salud tan mediocre como el estadunidense, se encargará de dializar a Jamie?

Falta una pregunta: ¿qué tan amoral sería, en caso de que no existiese ningún tipo de apoyo, que las hermanas perpetrasen muchos asaltos, de preferencia sin lesionar a otras personas, para costear la diálisis y así evitar la muerte de Jamie?

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