Silvia Gómez Tagle
La posibilidad de que el PRD, el PT y el Movimiento Ciudadano sumen sus fuerzas para apoyar la misma candidatura, no garantiza el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, pero cuando menos ofrece la oportunidad de reconstruir la presencia electoral de esa amplia gama de posiciones que forman parte de la izquierda electoral mexicana. Sin embargo, por un lado habrá que remontar los saldos negativos que han dejado de 2006 a la fecha las posiciones de AMLO, y por el otro, habría que rectificar las estrategias de convocatoria de la izquierda partidaria.
¿Cómo hacer eficiente una agenda de izquierda en México? Es necesario ver más allá de los problemas que han surgido de la confrontación al interior del PRD entre corrientes, porque las dificultades de la izquierda van más allá de las diferencias entre las corrientes, los vicios políticos de los grupos mayoritarios o minoritarios, también los tienen y muy graves; o los excesos del dirigente carismático en turno, que se ha empeñado en polarizar las opiniones, con lo que ha logrado crear sus propios adversarios, incluso dentro de la izquierda.
La crisis de los partidos no es sólo de México, en todas partes del mundo se ha producido una profunda reestructuración social y política, que no es culpa ni de los partidos, ni de los ciudadanos, por lo que las formas tradicionales de relación entre unos y otros se han roto. Los actores sociales se transformaron, por lo que reclaman participar en la política de manera distinta a como lo que reclamaron en el siglo XX. Además, esta crisis de la política ha pegado en particular a la identidad de la izquierda.
En México, desde los años setenta en que se abrieron oportunidades para ingresar al terreno electoral, la idea de unidad de la izquierda se ha planteado reiteradamente, pero con cada fusión se ha ido aplazando la discusión sustantiva ¿qué identifica a la izquierda? Después del discurso clasista, se ha privilegiado el tema de la representación política, pero se ha abandonado la discusión del ámbito socioeconómico, donde se dirimen, tanto el interés privado individualista, como el público comunitario y colectivo. Los partidos de izquierda se fueron quedando vacíos de contenido porque han privilegiado la representación política, relegando a un segundo plano la reivindicación de las políticas socioeconómicas, siendo que éste es el tema que podría vincularlos a muy diversos sectores de la sociedad, sea por intereses privados o colectivos.
No se trata de ofrecer más dinero a más pobres, se trataría de transformar la calidad de la relación entre la sociedad civil y los partidos. Se debería plantear como una relación diferente, donde se dan intercambios horizontales, donde los partidos y los dirigentes políticos que están más allá de los partidos (como pretende ser AMLO), establezcan un diálogo con las organizaciones sociales, no sólo para sumar apoyos electorales, sino para redefinir agendas y estrategias. Los partidos los políticos deben comprometerse a abrir espacios para la participación de los ciudadanos que no están en la política, sin suspender sus actividades profesionales para convertirse en “políticos profesionales”.
Hay que recordar que ya en 2007, Jesús Ortega, con otros dirigentes de la izquierda, trataron de crear un Frente Amplio Progresista que incluyera a los tres partidos que ahora se presentan unidos en torno a AMLO. En esa ocasión, diversas organizaciones civiles, campesinas y sindicales firmaron con estos partidos, un pacto en torno de una agenda socioeconómica, que explícitamente excluía el ingrediente electoral. En ese pacto faltó incluir una estrategia para llevar a cabo las acciones que se proponían. Poco después quedó en evidencia que ni el Frente, ni el pacto tendrían éxito. Con las organizaciones fracasaron porque para entablar una nueva relación entre partidos y sociedad es indispensable lograr que esas demandas sociales se traduzcan en un discurso político y al mismo tiempo en estrategias de acción política. No es casual que el PRD haya perdido elecciones en muchos estados y municipios donde ya ha sido gobierno. Es aquí donde radican los límites fundamentales de las prácticas políticas actuales de la izquierda, ya sea como partidos o como movimientos porque ignora muchas de sus demandas y carece de estrategias para vincularse a la sociedad civil en sus múltiples identidades.
sgomez@colmex.mx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario