Editorial La Jornada
Por
medio del Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE), el
gobierno federal impugnó ayer el amparo definitivo otorgado por el
segundo tribunal colegiado en materia de trabajo al Sindicato Mexicano
de Electricistas (SME), en el que se ordena que la Comisión Federal de
Electricidad (CFE) asuma la figura de patrón sustituto de los
electricistas despedidos en forma injustificada tras la intervención
policial y el desmantelamiento de Luz y Fuerza del Centro decretada por
Felipe Calderón.
Por su parte, la Secretaría de Gobernación anunció que el gobierno
federal presentó un recurso de revisión de aquel fallo ante la Suprema
Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y porfió en el argumento de que
la destrucción de LFC se realizó por causal de caso fortuito–eso dijo ayer el subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos, Max Diener– y que, en consecuencia, resulta improcedente la figura de patrón sustituto.
Se inicia de esta forma un nuevo episodio jurídico –que habrá de ser el definitivo– en el ya largo empeño de la administración saliente por acabar con el SME. Por otro lado, el amparo a esa organización sindical pone en cuestión, así sea en forma implícita, las persistentes afirmaciones del gobierno federal sobre las supuestas
causas de fuerza mayorque habrían llevado a la decisión de liquidar a la empresa paraestatal que distribuía energía eléctrica en el centro de la República.
Cabe recordar que la pretendida
inviabilidad financiera y operativaesgrimida por el Ejecutivo federal para justificar el decreto de extinción y el asalto policial a las instalaciones de la paraestatal el 11 de octubre de 2009 resultó insostenible ante la enorme cantidad de recursos del erario destinados a concretar esa operación –más de 22 mil millones de pesos–, ante el precio desmesurado que la CFE ha debido pagar a cientos de contratistas por servicios y obras que antes desempeñaban los trabajadores del SME, y ante la opacidad con que se ha manejado el remate de los bienes de la entidad destruida.
En
suma, a más de 36 meses del asalto policial a las instalaciones de LFC,
es claro que la desaparición de ese organismo y la campaña contra su
sindicato fueron dos componentes del mismo designio: generar
oportunidades de ganancia a operadores privados, incluso en condiciones
de dudoso apego a la legalidad y asestar un golpe mortal a una
organización sindical independiente con una historia de décadas de
lucha. Cobra especial sentido, así, la decisión de la Secretaría de
Energía de reservar el contenido del informe sobre la extinción de LFC,
con el argumento de que su difusión
podría suscitar actos de violencia y conflicto social.
En la circunstancia presente, y ante la renuencia del gobierno
federal a acatar el fallo que le ordena la designación de la CFE como
patrón sustituto de los electricistas despedidos, la SCJN tiene la
oportunidad de corregir una injusticia cometida durante todo este
tiempo contra esos trabajadores y ordenar su recontratación.
Es necesario, por último, que la sociedad demande el esclarecimiento
pleno de una medida que significó un severo golpe a la propiedad
pública, a la economía del país y al decoro institucional.
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