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El 83% de la población activa femenina europea está empleada en el sector servicios y ocupan los puestos de mayor precariedad
En la actualidad 9 de cada 10 puestos de trabajo se generan en este sector
Redacción AmecoPress
Madrid,
22 oct. 12. Redacción AmecoPress.- Una prolija resolución del
Parlamento Europeo sobre las condiciones de trabajo de la mujer en el
sector de los servicios se remitirá a la Comisión de Igualdad y a los
Gobiernos de los Estados miembros. En esta resolución se ponen de
manifiesto múltiples consideraciones, entre las que se encuentran las
siguientes.
Muchos
países han experimentado un proceso de terciarización de su economía,
es decir, que el sector de los servicios acapara la mayor parte del
empleo y es el mayor contribuyente al PIB de los países afectados, lo
que representa más del 70 % de la actividad económica en la Unión
Europea y un porcentaje similar y creciente del empleo total, y
considerando que en 2010 en la UE el empleo en el sector de los
servicios representó, en promedio, casi el 70 % del empleo total,
mientras que el empleo en la industria representó el 25,4 % y el empleo
en la agricultura el 5,2 %.
En estos
momentos 9 de cada 10 puestos de trabajo se generan en el sector de los
servicios y que los estudios demuestran que una mayor profundización en
el mercado único de los servicios puede ayudar a desbloquear el
importante potencial de empleo/puestos de trabajo que la UE necesita
urgentemente en estos momentos de crisis.
El porcentaje
de ocupación femenina es de 62,1 % en comparación con el 75,1 % de
empleo masculino, lo que significa que el objetivo principal de la
estrategia Europa 2020 de alcanzar un porcentaje de ocupación del 75 %
antes de 2020 solo se podrá alcanzar si más mujeres tienen acceso al
mercado laboral.
La mayor parte
de la población activa femenina está empleada en el sector de los
servicios y que en la UE en 2010 esta proporción registró una media del
83,1 % frente al 58,1 % de la población activa masculina.
Las mujeres
están desproporcionadamente representadas en el mercado del empleo
flexible y a tiempo parcial, en parte a causa de los estereotipos de
género aún vigentes en nuestra sociedad que reflejan una imagen de las
mujeres en la que su responsabilidad primera es ocuparse de la familia
y, por tanto, se las considera más aptas que los hombres para los
trabajos temporales, intermitentes o con horarios reducidos o para
trabajar desde el hogar; considerando que las medidas de flexibilidad
horaria, incluidos el teletrabajo, el trabajo a tiempo parcial o el
trabajo desde el hogar, siguen considerándose en gran medida como un
estilo «femenino» de organizar el horario de trabajo.
El sector
servicios ofrece muchas oportunidades para los contratos de trabajo
flexible: horario flexible, tiempo parcial y contratos de duración
limitada, que, si se escogen libremente, pueden ayudar a los cuidadores
de ambos sexos a conciliar el trabajo y los cuidados; considerando que
las mujeres recurren en mayor medida al empleo flexible o a tiempo
parcial con el fin de conciliar sus obligaciones profesionales y
familiares, a pesar de la diferencia de remuneración por hora entre los
trabajadores a tiempo parcial y los trabajadores a tiempo completo; y
considerando que las mujeres interrumpen con mayor frecuencia su
carrera y trabajan menos horas que los hombres, lo que puede alterar la
evolución de su carrera y sus perspectivas de promoción social, lo que
se traduce también en un historial profesional con menos ingresos.
El trabajo
precario es una característica persistente del mercado laboral de la
Unión Europea, y que las mujeres se ven más afectadas por la
precariedad, son discriminadas en términos de remuneración y están más
involucradas en los trabajos a tiempo parcial, y, por tanto, están peor
remuneradas que los hombres, se benefician menos de la protección
social, están más limitadas en cuanto al desarrollo de su carrera
profesional y tienen menos oportunidades de independizarse
económicamente, lo que las anima a volver al sector privado, con el
consiguiente retroceso en el reparto de responsabilidades; considerando
que las mujeres representan una gran proporción del colectivo laboral
en el empleo no declarado que se ocupan principalmente del trabajo
doméstico y el cuidado de personas. En todos los niveles de formación,
el porcentaje de hombres que tienen trabajo es mayor que el de mujeres,
aunque éstas pueden estar igual o mejor cualificadas que los hombres,
considerando sin embargo que sus competencias son a menudo menos
valoradas y su avance profesional más lento.
Las mujeres
representan cerca del 60 % de los licenciados universitarios, y, sin
embargo, su representación entre los altos funcionarios y en los cargos
decisorios en el sector de los servicios es desproporcionadamente baja.
Las mujeres
ocupan a menudo los niveles más bajos de empleo en el sector de los
servicios en cuanto a cualificación, remuneración y prestigio y por
tanto la precariedad laboral de las mujeres es mucho mayor y se les
paga menos que a los hombres. Ofrecer a las mujeres mejores
oportunidades en su vida profesional debe considerarse un recurso y una
inversión para el conjunto de la sociedad, especialmente en el contexto
de los actuales cambios demográficos y retos en Europa.
Las mujeres
encuentran mayores dificultades para conciliar la vida laboral y
familiar, ya que las responsabilidades asociadas con la vida familiar
no siempre son compartidas equitativamente y el cuidado de familiares
dependientes recae principalmente en las mujeres, y considerando que
lograr un equilibrio entre la vida laboral y familiar ayudaría a
desbloquear un importante potencial de empleo para las mujeres y
facilitaría una mejor adecuación de las mujeres a los puestos de
trabajo disponibles en el sector de los servicios y otros sectores
profesionales, lo que aumentaría el crecimiento económico, el empleo y
la innovación; considerando, a este respecto, que las políticas
gubernamentales que proveen servicios de cuidado de menores y otras
personas dependientes constituyen un factor importante para la
capacidad de hombres y mujeres a la hora de gestionar las diferentes
demandas entre el lugar de trabajo y las actividades de prestación de
cuidados.
Los roles de
género tradicionales y los estereotipos siguen teniendo una gran
influencia en la división de roles entre mujeres y hombres en el hogar,
en el lugar de trabajo y en la sociedad en general, y tienden a
perpetuar el statu quo de los obstáculos heredados a la hora de
alcanzar la igualdad de género y limitar las opciones de empleo y el
desarrollo personal de las mujeres en el sector de los servicios,
impidiéndoles realizar su pleno potencial como personas y como agentes
económicos.
La violencia
doméstica, conyugal, económica y sexual contra las mujeres es una
violación de los derechos humanos que afecta a todos los estratos
sociales, culturales y económicos. La independencia económica de las
mujeres es una condición sine qua non para que puedan controlar su
trayectoria personal y profesional y plantear opciones reales.
Persisten las desigualdades entre hombres y mujeres para el acceso y
uso de las nuevas tecnologías e Internet, lo que a menudo provoca una
brecha en las capacidades e incluso un «analfabetismo digital», un
fenómeno generalmente conocido como «brecha digital de género».
La diferencia
de remuneración entre hombres y mujeres por el mismo trabajo o por
trabajos de igual valor alcanza uno de los niveles más altos en el
sector de los servicios.
Foto: Archivo AmecoPress.
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