por José Luis Montenegro
20
de octubre-Con fecha de hoy, el Sindicato Nacional de Trabajadores de
la Educación se considera el gremio más grande y fuerte de América
Latina. Tan solo en lo que respecta a cifras oficiales, se dice que la
agrupación en 2008 por concepto de cuotas recibió más de 102 millones
de pesos. Hoy con 23 años que han causado controversia, la líder
magisterial la maestra Elba Esther Gordillo, ha hecho de este sindicato
un imperio, que en aras de establecer una Alianza por la Calidad de la
Educación, ha preferido arrinconar contra la pared a millones de niños,
mismos que hoy sufren de una educación que dista de promover
competencia, de sembrar meritocracia y de generar mexicanos de
excelencia.
El costo de la enseñanza
Cobijados bajo el corporativismo,
maniatados por las prebendas políticas y afiliados al partido único de
la oligarquía, hoy la dirigencia sindical de este gremio ha creado un
panorama educativo que le preocupa a los mexicanos. Lo que sorprende
más, es que las autoridades no hagan nada, ni el mínimo esfuerzo por
realizar una reforma educativa que corte de tajo las relaciones de
poder que se han ido incubando dentro del sistema escolar durante los
últimos años de su gestión.
Con un séquito que se calcula en 1.4
millones de maestros sindicalizados, el SNTE ha recibido
aproximadamente en 18 años unos 104 mil 200 millones de pesos, el
informe no es preciso aún, ya que el manejo de estos fondos proviene de
recursos públicos otorgados por el presidente en turno. Esta cifra
equivale al doble de presupuesto que se destina al sector salud, misma
que ha ido generando capital de forma ascendente en las arcas del
sindicato desde 1989, año en que Elba Esther Gordillo adquirió la
presidencia vitalicia del gremio sustituyendo a otro líder sindical,
Carlos Jonguitud Barrios.
Fundador y líder vitalicio de un grupo interno del SNTE denominado Vanguardia Revolucionaria del Magisterio, Carlos
Jonguitud Barrios fue consiguiendo espacios dentro de la estructura del
gremio, desplazando así a Manuel Sánchez Vite. Catalogado por muchos
como un ser poderoso e igualmente corrupto, millonario y
antidemocrático, se hizo a un lado para permitir que el entonces
presidente Carlos Salinas de Gortari colocara a una persona allegada a
su ideología y forma de gobernar, “la maestra”.
Poco a poco el poder de Jonguitud se
iba esfumando, primero lo debilitaron los efectos de la crisis, la cual
dejó a los profesores con un salario casi mínimo, motivo por el cual
surgió el levantamiento y la rebelión del CNTE, pero sin duda el tiro
de gracia que acabó con su influencia, se lo dio su propio desprecio al
proyecto neoliberal de Salinas de Gortari, que en esencia consistía en
la descentralización de los servicios educativos y la creación de
consejos de participación que hicieran posible un control de la
sociedad sobre un sistema que no rendía cuentas a los ciudadanos y que
se mantenía aislado de ella. Posteriormente, la descentralización y la
participación social quedaron reducidas a parcialidades irrelevantes.
Por otro lado Barrios, el exgobernador de San Luis Potosí, era
desplazado fácilmente, dejando a un lado el puesto de líder sindical de
maestros.
El estilo violento que caracterizó al
SNTE bajo la administración de Barrios en más de una ocasión, dejaba
ver la maquinaria con la que en ese entonces, en 1972, Jonguitud y un
grupo de hombres armados operaban, con metralletas tomaban
constantemente por asalto las instalaciones del sindicato, uno de sus
ambiciosos objetivos el cual cumplieron, era acabar con la corruptela
–igual o más violenta- de 21 años de Robles Martínez, el cacicazgo más
largo en la historia del sindicato.
La administración de Robles Martínez
fue la más prolongada. Durante ese tiempo hubo siete secretarios
generales que estuvieron bajo su sombra, entre ellos Manuel Sánchez
Vite, Enrique W. Sánchez, Alfonso Lozano Bernal, Alberto Larios Gaytán,
Edgar Robledo Santiago, Félix Vallejo Martínez y Carlos Olmos Sánchez.
Cabe destacar que en su gestión escaló diversos puestos en la política.
Fue diputado federal, líder de la Federación de Sindicatos de
Trabajadores al Servicio del Estado y director del Banco Nacional de
Obras Públicas.
En 1949 a su llegada, lo primero que
hizo Robles Martínez fue poner orden en un sindicalismo demasiado
convulso, tan sólo en 1948 hubo 17 huelgas de maestros, y la primera
medida consistió en acabar con el libre juego de tendencias. Hasta ese
momento el gremio se había distinguido por dar espacio a comunistas e
integrantes de la Unión Nacional Lombardista, pero con Robles Martínez
eso se acabó.
El SNTE ha sido un obstáculo a lo largo
de los años para concretar una reforma educativa, asegura en su libro
“La tierra prometida” Jaime Torres Bodet, quien fuera secretario de
Educación Pública de 1943 a 1946, existe un dilema que prevalece hasta
hoy y tiene que ver con la relación entre patriotismo y salario, él
explica en su obra: “La unificación sindical no parecía favorecer de
manera muy positiva a la calidad del trabajo docente de los maestros.
Habíamos perdido contacto con la realidad de millares de escuelas
sostenidas por el gobierno, desde Sonora a Yucatán. Nuestros
informantes directos eran inspectores que, como socios activos del
sindicato, encubrían a tiempo las faltas y las ausencias de los
maestros, pues no ignoraban que la gratitud de sus subalternos les
sería, a la larga, más provechosa que la estimación de sus
superiores” (p.199).
Hoy el sindicato es el responsable de
producir un país donde 43 por ciento de la población de quince años o
más no cuenta con educación básica completa, donde 56 por ciento de los
mexicanos que fueron evaluados por la prueba PISA se encuentran entre
los niveles 0 y 1, es decir, sin las habilidades mínimas para
enfrentarse al mundo cada vez más competitivo y globalizado.
El caso de la educación en México es
devastador, el SNTE se ha convertido en un gremio que promueve el voto
a cambio de un beneficio, los niveles educativos no encabezan la lista
de intereses ni de prioridades, mientras se ocupan los últimos lugares
de la OCDE y los maestros se niegan a ser evaluados, el país ya no
cruza por el laberinto de la soledad, aquél que describió Octavio Paz
en su libro, hoy el país se encuentra rezagado y a la vez cómodo en el
laberinto de la conformidad.
La educación que nos deben
Gerardo Peláez Ramos, investigador de
la historia del SNTE afirmaba en ese entonces: “el arribo de Gordillo
no es institucional, no de acuerdo con las fuerzas políticas que se
mueven alrededor del sindicato. Es una imposición del Presidente de la
República”.
Mismo poder ejecutivo destina de manera
arbitraria un gasto inútil, porque de cada 100 pesos que el Gobierno
Federal otorga a la Secretaría de Educación Pública, 84.5 son para
pagar salarios de los profesores, 10.6 para otros sueldos y únicamente
el 5 para gasto corriente. Además, el 1 por ciento del salario de los
profesores se descuenta para cuotas sindicales, de ello se encarga la
SEP, la cual juega el papel de “administrador”, ya que los estados
descuentan el monto acumulado para enviarlo a la dependencia federal y
esta se lo entrega al sindicato.
De acuerdo con la SEP en 2006, se
destinaron aproximadamente 92 millones 644 mil 242 pesos, para el 2007
ya sumaban 98 millones 23 mil 496 pesos, para el siguiente año la cifra
ascendió a los 102 millones 214 mil 782 pesos y fue hasta mayo de 2009
que se registraron 42 millones 826 mil 84 pesos.
Pese a los distintos acuerdos firmados
por Gordillo como el Acuerdo Nacional para la Modernización de la
Educación Básica y Normal (1992); el Compromiso Social por la Calidad
de la Educación (2002), y la Alianza por la Calidad de la Educación, en
mayo de 2008, bajo la presidencia de Felipe Calderón Hinojosa no se han
concretado acciones en beneficio de esta urgente necesidad. Muchos
pensaron que el rapaz sindicato con la llegada del Partido Acción
Nacional en 2000 lograría terminar con la pesadilla de la deplorable
educación que vive México actualmente, y no fue así.
Es deprimente, al pasar de los años hay
países que han logrado mucho con una buena estructura que impulsa
reformas educativas en beneficio de la población, nosotros con más 16
mil 433 docentes que no tienen la capacidad para desempeñarse, con el
8.5 por ciento de una ciudadanía incipiente y poco participativa que
cuenta con una licenciatura, se ha pasmado y ha logrado muy poco en
beneficio de México. Ellos nos deben una educación que promueva la
curiosidad, la ambición, la creatividad y el mérito en todas las ramas,
en todos los campos.
Este diagnostico parece pesimista y
sinrazón, y no es para menos, el desempeño del sindicato más grande y
fuerte de América Latina no se ha desvivido por el interés ciudadano
sino por el beneficio compartido entre pocos, por todo esto la idea
persiste y no cansa, las frases como: “así son las cosas en México” o
“aquí nos tocó vivir” cada vez se escuchan más, y tristemente en la
contraparte de la desidia, nadie hace nada.
Ahí están todos o la mayoría de los
mexicanos con orejas de burro mirando ese rincón, el de los olvidados,
evadiendo la causa, tratando de no ser parte del problema pero tampoco
de la solución.
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