Si
la bien llamada Reforma Fiascal –porque resultó ser un verdadero
fiasco– fue aprobada por el PRI con el apoyo del PRD y el rechazo del
PAN, ya tendremos tiempo de medir sus consecuencias
Martes 22 de octubre de 2013
¿Qué
no se aprobó el IVA ni a las colegiaturas, ni a las rentas, ni a las
hipotecas? ¡No importa! Le subimos en el papel cuatro dólares a la
proyección del precio del petróleo.
¿Qué le dieron otra rasurada a algunas de las nuevas propuestas recaudatorias? ¡No importa! Les autorizamos subir el techo de la deuda para que puedan pedir 10 mil millones de dólares más.
No sabemos si el resultado final es una burla, si todo fue un plan con maña o si acabó siendo la fórmula más sencilla de enmendar el parche fiscal.
Lo cierto es que el resultado final dista mucho de la propuesta original. Lo que indica que quienes la gestaron o eran insensibles y nada cabildearon, o sabían de antemano que no se las aprobarían y lo que buscaban desde un principio era el “Plan B”.
Sea como fuere, la entelequia a la que se le denomina hoy Reforma Fiscal solo mantiene vivas dos líneas de su propuesta original.
Una, que el gobierno federal vuelve a la ruta del sobre endeudamiento y dispara aún más el déficit del gasto público, es decir, programa que va a entrar mucho menos de lo que tiene programado gastar.
Dos, que el gobierno federal no pone nada sobre la mesa para demostrar que está comprometido con los recortes presupuestales, el gasto responsable o la austeridad.
Y es que al final del día, haiga sido como haiga sido, Hacienda cumplió con lo que urgía. Permiso para pedir prestado y autorización para gastar más.
En los momentos en que la economía mexicana está en la antesala del estancamiento por la irresponsabilidad de los planes anticíclicos que le dieron el frenón de más, el gobierno federal no pone sobre la mesa su cuota de sacrificio.
Si la bien llamada Reforma Fiascal –porque resultó ser un verdadero fiasco– fue aprobada por el PRI con el apoyo del PRD y el rechazo del PAN, ya tendremos tiempo de medir sus consecuencias.
Por ahora baste saber que entre otras cosas, los gasolinazos van a continuar a la alza cada mes, cuando en el extranjero el combustible suba o se mantenga igual. Si baja, aquí no habrá reducciones de precio.
Que sabrosa probadita de lo que nos espera con la Reforma Energética, esa que nos dice que “el petróleo es de todos los mexicanos”. Les faltó decir que menos cuando va a la baja.
Lo cierto es que esas medidas unilaterales que sí afectan a las masas fueron sujetas a escasa discusión, porque todos estábamos distraídos con las colegiaturas, las rentas y las hipotecas. Saquen cuentas, y verán.
¿Qué le dieron otra rasurada a algunas de las nuevas propuestas recaudatorias? ¡No importa! Les autorizamos subir el techo de la deuda para que puedan pedir 10 mil millones de dólares más.
No sabemos si el resultado final es una burla, si todo fue un plan con maña o si acabó siendo la fórmula más sencilla de enmendar el parche fiscal.
Lo cierto es que el resultado final dista mucho de la propuesta original. Lo que indica que quienes la gestaron o eran insensibles y nada cabildearon, o sabían de antemano que no se las aprobarían y lo que buscaban desde un principio era el “Plan B”.
Sea como fuere, la entelequia a la que se le denomina hoy Reforma Fiscal solo mantiene vivas dos líneas de su propuesta original.
Una, que el gobierno federal vuelve a la ruta del sobre endeudamiento y dispara aún más el déficit del gasto público, es decir, programa que va a entrar mucho menos de lo que tiene programado gastar.
Dos, que el gobierno federal no pone nada sobre la mesa para demostrar que está comprometido con los recortes presupuestales, el gasto responsable o la austeridad.
Y es que al final del día, haiga sido como haiga sido, Hacienda cumplió con lo que urgía. Permiso para pedir prestado y autorización para gastar más.
En los momentos en que la economía mexicana está en la antesala del estancamiento por la irresponsabilidad de los planes anticíclicos que le dieron el frenón de más, el gobierno federal no pone sobre la mesa su cuota de sacrificio.
Si la bien llamada Reforma Fiascal –porque resultó ser un verdadero fiasco– fue aprobada por el PRI con el apoyo del PRD y el rechazo del PAN, ya tendremos tiempo de medir sus consecuencias.
Por ahora baste saber que entre otras cosas, los gasolinazos van a continuar a la alza cada mes, cuando en el extranjero el combustible suba o se mantenga igual. Si baja, aquí no habrá reducciones de precio.
Que sabrosa probadita de lo que nos espera con la Reforma Energética, esa que nos dice que “el petróleo es de todos los mexicanos”. Les faltó decir que menos cuando va a la baja.
Lo cierto es que esas medidas unilaterales que sí afectan a las masas fueron sujetas a escasa discusión, porque todos estábamos distraídos con las colegiaturas, las rentas y las hipotecas. Saquen cuentas, y verán.
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