Detrás de la Noticia
Ricardo Rocha
El caso Lucero, que comentamos aquí la semana anterior, ha alcanzado una dimensión nacional. Y ya no podrá detenerlo el gobierno de Miguel Márquez Márquez, cuyos voceros —mediante coacción, cooptación o amenazas— intentaron por todos los medios borrarlo aun del ámbito de Guanajuato. Un estado en donde, al margen de guanajuatenses progresistas, operan en la sombra y también a plena luz del día grupos ultraconservadores de derecha como el icónico Yunque, que tuvo su auge con los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón. Es ahí donde se encarcela a las mujeres que abortan y en donde según ONG muy diversas se han perpetrado 59 feminicidios en lo que va del año; aunque el gobierno insista en que sólo 12 de estos crímenes pueden clasificarse así, porque “no todos los asesinatos de mujeres pueden ser catalogados como feminicidios”, me dijo el abogado del gobierno.
Y esa es precisamente la diferencia con el caso Lucero. Que ella se atrevió a denunciar con todas sus letras a su agresor, Miguel Ángel Jasso, quien por cierto anda libre: “su intención era violarme y matarme; si no hubiera sido por factores externos (el ruido de un coche y voces) que hicieron que él se detuviera, yo estoy segura de que me hubiera matado”. Por eso Lucero podría haber sido, de haber muerto estrangulada, una víctima cómoda. Pero como sobrevivió y denunció se ha convertido en una víctima incómoda a la que había que callar a toda costa. Porque la misoginia prevaleciente en ese estado considera que cualquier jovencita de minifalda es candidata “natural” a ser violada o asesinada por provocadora. Además, las buenas conciencias han culpabilizado a Lucero de manchar el buen nombre de Guanajuato por el escándalo de su golpiza de “sólo 19 lesiones, de las que tardan en sanar 15 días”.
Una actitud proveniente no sólo de los hombres, sino sobre todo de las mujeres —ministerios públicos, jueza y funcionarias— que han intervenido en su caso. “Y es que, en Guanajuato, las mujeres son el brazo perfecto ejecutor del machismo y de la misoginia de sus jefes. Ellas no toman las decisiones, no son solitas; es decir, lo menos que esperaríamos de las mujeres es la sensibilidad porque todas las mujeres hemos sido víctimas de violencia en el mundo, en este país, en este estado. Entonces lo mínimo que esperamos es la sensibilidad social de otras mujeres, pero ellas son sólo el brazo ejecutor de quien gobierna, de quien está a la cabeza”, me dice Verónica Cruz de Las Libres. “A mí me parece que Lucero ha sido revictimizada, institucionalmente violentada y víctima de omisión y responsabilidad del gobierno de Guanajuato, que tendría que respetar, proteger y garantizar sus derechos, y no lo ha hecho”, agrega la diputada federal guanajuatense y perredista Malú Mícher. “El caso de Lucero nos tiene muy indignados. Pero no es la única, hay muchas Luceros en Guanajuato; hasta ahora llevamos 59 mujeres muertas. Lucero, por su valentía y su fortaleza, logró zafarse, si no hubiera sido la 60. Ella ha sido violentada triplemente por las autoridades, por el Ministerio Público, por el Poder Judicial; como si Guanajuato fuera una república aislada dentro de México”, puntualiza Erika Arroyo, diputada local priísta y presidenta de la Comisión de Igualdad.
Pero más allá de estas voces muy respetables hay dos gestiones que deben inquietar al gobierno panista de Miguel Márquez Márquez: la Comisión Nacional de los Derechos Humanos a cargo de Raúl Plascencia ya atrajo el caso porque “no se tomaron las medidas adecuadas para proteger a esta joven que fue agredida sexualmente”; en paralelo, Lorena Cruz, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, dirigió un exhorto formal al gobernador para que “se investigue si los servidores públicos a su cargo actuaron con la debida diligencia y respetaron los derechos de la víctima desde una perspectiva de género, como manda la ley”.
Por lo pronto, yo me quedo con mi diálogo con Lucero: ¿Todavía te duelen los golpes? Sí, física y emocionalmente. ¿Y también te duele el alma? Sí, no es fácil, pero alguien lo tenía que hacer. ¿Hacer qué? Dar la cara.
@RicardoRocha_MX
Periodista
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