Manuel Bartlett
En 37 días Peña Nieto cumplirá un año ocupando la Presidencia de la República, y salvo sus representaciones en bien armados sets, con recitativos de teleprompter, transmitidos cancinamente diario en hora estelar, por las fieles televisoras, los resultados de sus acciones de gobierno distan mucho del espectáculo impecable, más bien generan rechazos, desde sectores populares hasta de sus otrora valedores, los señores del dinero.
Montado en el “Pacto” artificial y oportunista, que cruje ante las fracturas partidistas, ha impuesto reformas que lesionan a importantes grupos de población. La reforma laboral que cercenó derechos de los trabajadores, abaratando el despido y el salario, sin generar el empleo prometido y ahí están millones de obreros traicionados. La reforma “educativa” que provocó un movimiento magisterial de rechazo, que crece pese a reconocimientos de Gobernación, inútiles ante la exigencia de derogación; se fortalece la CNTE.
El paquete fiscal que exacciona a la población cautiva, sin desmontar privilegios, se acelera en el Senado, esperando el rescate con alianzas variopintas y que más allá de impuestos que reclama la IP, sus analistas afirman que el diseño mantendrá al país hundido, poniendo en riesgo la economía nacional. Reforma que exhibe a supuestos tecnócratas de excelencia, como inexpertos, debilitándose el gran diseño de la SHCP.
En este cuadro de agitación y desesperanza, culmina la preparación del PRIAN para imponer la reforma constitucional energética, sólo en espera de cumplir la condición del PAN para votarla, consistente en una reforma política, en el aire. Si las reformas mencionadas enajenan a millones, la energética tiene un rechazo mayoritario en la población abierta, que ya marcha por miles en calles y plazas, movilizada y dispuesta a impedir la desnacionalización energética por convicción nacionalista. Imponer esta reforma pone en riesgo la paz social ya amenazada. Peña Nieto debe recapacitar y aceptar una consulta popular que le daría una base democrática que la imagen no le da.
Muchas son las razones que demandan una consulta previa de la reforma energética: Peña Nieto llega al poder respaldado de un porcentaje inferior a 40% de los electores, más de 60% sufragaron por otras opciones y 16 millones votaron en contra de su modelo, tiene escaso respaldo democrático; en su plataforma electoral registrada ante el IFE, Peña, en contra de lo ordenado por el artículo 228 del Cofipe, escondió su propósito de impulsar una reforma para eliminar de los artículos 27 y 28 la exclusividad del Estado en materia energética, Peña carece de mandato al respecto; como Presidente debe preguntarle al pueblo si está de acuerdo con su propuesta, la representación política no es un cheque en blanco; reformar estos artículos implica reformar principios fundamentales de la Constitución; el Constituyente Permanente puede modificar la Constitución, pero no alterar sus artículos definitorios, implicaría usar los procedimientos de reforma para trastocar las bases del Pacto Nacional; ha impulsado su iniciativa con mentiras, apoyado en el contubernio con televisoras y parte de la prensa nacional, manipulando a la opinión manteniéndola desinformada, con dolo evidente contra la población; al no tener mandato democrático por ocultar en su plataforma electoral su propósito y carecer de un consenso verdadero al no explicar a la población los alcances de la reforma ésta sería ilegítima, y una norma injusta no debe ser obedecida, sino resistida. Desde la antigüedad hasta nuestros días, la filosofía jurídica y política nos enseñan que las normas injustas no son derecho. ¡Cuidado!
Senador de la república
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