Tomás Mojarro
Los electricistas esta vez, mis valedores. Hoy mismo, al cumplirse el 4o. aniversario de que Calderón asesinó Luz y Fuerza del Centro y echó a la calle a 42 mil integrantes delSindicato Mexicano de Electricistas, los sobrevivientes"realizan tomas simbólicas de instalaciones que fueron estratégicas de la paraestatal (¿?). Bloqueos, plantones y movilizaciones han dado resultado para que el conflicto trascienda las fronteras del País. Estamos a la espera de que la CIDH saque una solución viable del conflicto", celebró Héctor Becerra. (Ausentes en la nota de prensa la sintaxis y la identidad de las siglas y del citado Becerra, lástima.)
Así que bloqueos, plantones y movilizaciones. ¿Y la huelga de hambre que sostuvieron varios electricistas? ¿Algo benefició a su causa? A uno de ellos recuerdo, yaciente en su tienda de campaña después de días, semanas y meses de no probar alimento, según lo juraban los ayunantes. Dije a ustedes en julio del 2010:
Cayetano Cabrera es su nombre. ¿Lo conocen ustedes? ¿Alguno lo ha oído mentar? El patronímico corresponde a la persona de un cierto ingeniero electricista, 46 años de edad, miembro del Sindicato Mexicano de Electricistas al que con otros 42 mil trabajadores el de Los Pinos aventó al desempleo el 11 de octubre del año pasado. Por intentar la recuperación de la plaza de trabajo para sí y los compañeros de infortunio, hace 80 días corridos que junto con un apretado grupo de electricistas se arrojó a la huelga de hambre. ¿Las condiciones para dejar de arriesgar la vida? Ante el articulista Rodríguez Cortés:
- Calderón, vayámonos a medias. Tú ya conseguiste la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Ahora cédenos el patrón sustituto, la recontratación colectiva y el respeto a los derechos de nuestros jubilados. Así resuelves el conflicto y evitas un muerto.
Eso, o hasta la muerte por inanición. Por cuanto a la familia del ayunante. ¿Qué opinan sus padres, su mujer y sus hijos?
- Todos ellos me apoyan hasta del final. Que no claudique, me piden. Mi padre es jubilado del ferrocarril y luchó al lado de Demetrio Vallejo. Mis hijas sufren, sí, pero no quieren que me rinda. Gladis, de 18 años, la más chica, me manda muchas cartas de apoyo.
El ayunante se incorpora con dificultad en el catre, de entre las ropas saca un cartoncillo y lee: “Yo apoyo al hombre sin edad, inteligente y poderoso, inagotable y de excepción. Papá, eres mi más grande inspiración y el mejor ejemplo a seguir".
Y yo aquí, mis valedores, digo a Gladis Cabrera:
Que su padre es un varón poderoso, tal vez; que es un hombre de excepción, lo acreditan sus hechos; inteligente puede ser, pero aquí equivocó la táctica, y antes de que se enfade, compañera Gladis, permítame la razón de mi dicho:
¿Calderón resolver el conflicto? ¿Sensible a una víctima del ayuno? Un fallecido, dos, 25 mil, ¿qué significan para él más allá de un daño colateral? Su señor padre, Gladis Cabrera, ha evidenciado, junto al carácter y el temple, una ignorancia en el tema de la teoría política que lo llevó a tan lamentable equivocación. Varón de entereza, convicciones y determinación, no supo calcular la respuesta que su sacrificio pudiese repercutir en un estado de derecho como es el nuestro (¿?) Ochenta días de iniciado el ayuno, ¿qué resultados, más allá de la indiferencia, ha logrado del de Los Pinos y el clero católico, del cuerpo diplomático, la industria del periodismo y los miles de viandantes que a diario atiborran la plancha del zócalo? ¿Qué?
(Sigo después.)
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